imagen destacada

Feminismo ad honorem

Históricamente el interés de las mujeres por la incursión en la producción de conocimiento ha sido desestimado y desincentivado por diferentes actores en las múltiples instituciones sociales y agentes de socialización, al mismo tiempo que sus aportes y contribuciones han sido subestimadas, descalificadas, pero sobre todo, invisibilizadas e ignoradas en los cánones de las grandes ciencias y disciplinas.

Por Esther Pineda G. y Lenny Cáceres

Si bien en la actualidad es posible reconocer que las mujeres se han incorporado de forma significativa al ámbito académico, que se forman cada vez más, que representan la mayoría de los graduados en los niveles de postgrado, y que realizan grandes aportes en el área de investigación y la producción de conocimiento, también es cierto que dentro de las academias se enfrentan al techo de cristal en lo que refiere el acceso y ascenso a los espacios de toma de decisión, la desestimación de sus contribuciones, enfrentan obstáculos al momento de presentar sus proyectos y trabajos de investigación o ascenso profesoral (más aun cuando se trata de problemáticas sobre la situación social de la mujer), cuentan con menor asignación de recursos para sus investigaciones, son publicadas menos que sus compañeros hombres, y enfrentan mayores dificultades para el ejercicio laboral dentro y fuera de las academias, a quienes se les exige contar con amplios curriculum en muchos casos de actividades no remuneradas.

Pero esta situación empeora más aun cuando se trata del feminismo y la situación social de la mujer. Quienes producen conocimiento sobre la materia, desarrollan programas de formación y proponen políticas públicas, en muchos casos son mujeres que han dedicado años de estudio y práctica profesional no remunerada a formarse, investigar, publicar, acompañar víctimas, y apoyar procesos de deconstrucción, denuncia y transformación desde el activismo. Sin embargo, cuando estas mujeres intentan recibir algún tipo de remuneración económica por su trabajo son duramente criticadas por otras mujeres y organizaciones feministas y señaladas de intentar lucrar con el feminismo; escenario en el cual se les exige a estas mujeres la divulgación de sus conocimientos de forma gratuita a favor de la causa.

Así mismo, aunque cada vez más mujeres se forman académicamente en las áreas de estudios de la mujer y estudios de género, cuentan con investigaciones y publicaciones académicas en la materia, experiencia en el trabajo de campo, conocimiento de la situación social de las mujeres por su activismo, y durante décadas han realizado propuestas de políticas públicas, proyectos y programas, estas son invisibilizadas e ignoradas por el Estado; donde por lo general las instituciones oficiales creadas para la atención y protección de los derechos de las mujeres son ocupadas por quienes no cuentan con formación, experiencia o activismo comprobable en la materia, quienes son elegidas estrictamente de acuerdo a criterios de simpatía y cercanía ideológico-partidista.

No obstante, las mujeres académicas y activistas de gran trayectoria, tradicionalmente invisibilizadas y desplazadas por estas instituciones, son convocadas para integrar mesas de trabajo, comités, consejos consultivos y otras instancias de la institución, para realizar propuestas, recomendaciones, diseñar e impartir programas de sensibilización y formación, así como, para orientar a los decisores en la materia; sin embargo, esta convocatoria siempre se realiza sin compromiso por parte del Estado y se exige a las mujeres con formación y experiencia que su participación sea siempre Ad-honorem.

En este escenario, el Estado que debería integrar de manera formal y remunerada a estas instituciones y espacios de decisión a estas mujeres profesionales y activistas con larga y reconocida trayectoria, en un claro ejercicio patriarcal les exige una vez más reproducir en nombre del “amor” practicas domésticas y maternales (en las cuales las mujeres son sobrecargadas de actividades y responsabilidades sin recibir valoración social ni retribución económica por su trabajo); es decir, el Estado patriarcal pone en práctica el extractivismo epistémico de las feministas para sostener a hombres y mujeres no feministas en espacios de poder y decisión bien remunerados.

¿Voluntariado? Todo trabajo debe ser remunerado.

¿Feminismo ad honorem o extractivismo epistémico?
¿Feminismo ad honorem o extractivismo epistémico?

El trabajo voluntario que se desarrolla dentro de las diversas instituciones corresponde a decisión estrictamente personal, donde una persona decide disponer de su tiempo para realizar una actividad momentánea o extendida en el tiempo. En muchas ocasiones esta acción está motivada por un compromiso social o militante, que impulsa a actuar dentro de la comunidad.

Sin embargo, existen también aquellas instituciones y/u organizaciones sociales que, pese a recibir fondos, no lo distribuyen entre sus integrantes y fomentan el “trabajo voluntario”, disfrazándolo bajo el concepto de “solidaridad”. Esto ocurre sin dar cuenta de que las personas que se desempeñan ahí poseen una carga horaria importante y abordan temáticas muy sensibles, como por ejemplo la asistencia educativa, el acompañamiento a las infancias y a las adolescencias y el tratamiento de las violencias.

Este aspecto no solo demanda disponibilidad horaria, sino que precisa contar con una formación específica. Esto se debe a que, si fomentamos un voluntariado sin especialización, se puede generar un daño aún mayor.

A su vez, es notorio como este trabajo no remunerado generalmente es realizado, en su mayoría, por mujeres. De esta manera, observamos que las instituciones se embanderan en la lucha por los derechos, pero deciden no retribuir las tareas que realizan sus integrantes. Todo trabajo debe ser remunerado, y más cuando se está formado para ello debido a que la especialización y la experiencia demandan una importante cantidad de años.

Aún peor es cuando esto se fomenta desde el Estado –desde todos sus niveles-, porque es quién no solo debe garantizar derechos sino que además tiene los recursos para ello. Por estos motivos, resulta inadmisible que se intenten aprovechar del compromiso y la especialización de una enorme cantidad de personas y mantenerlas en una situación de precariedad.

2 Comentarios

    • Soledad Emilia Martinez -

    • septiembre 4, 2020 a las 02:08 am

    Los cargos jerárquicos del estado han de corresponder ideológicamente con la elección del votante . Por esto es que en general los ocupan los militantes de los espacios políticos que conformaron la lista y contribuyeron a que está se manifieste ganadora. Depende de cada representante de cada espacio el compromiso y la formación con la que cuente la persona selecta para ese fin . Para lo que el artículo llama «voluntariado » existen asesorías , coordinadores y técnicos todos ellos remunerados.

      • Admin -

      • septiembre 4, 2020 a las 07:27 am

      No estamos hablando de eso…

      Saludos

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *