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El periodismo y el ejercicio de su profesión frente a las temáticas de género y de diversidad sexual.

Por Emiliano Samar*

Escucha este artículo en la voz de Marina Colado

El gran carnaval (Ace in the Hole) es una película estadounidense de 1951, escrita, producida y dirigida por Billy Wilder. Los protagonistas son Kirk Douglas, Jan Sterling, Porter Hall, Robert Arthur y Richard Benedict. Chuck Tatum (Kirk Douglas) un ambicioso periodista que es asignado para cubrir un evento. Allí se entera del caso de Leo Minosa, un ciudadano que ha quedado atrapado en una gruta debido a un derrumbe. Chuck se da cuenta de que el rescate que se está llevando a cabo puede convertirse en una gran noticia. Así la ofrece y pronto recibe respuestas positivas. A partir de allí comenzará a manipular los datos de la realidad para crear la noticia que necesita y reinventar la información de manera que la misma se sostenga en el tiempo.

El gran carnaval
El gran carnaval

Las y los comunicadores sociales son nexo y canal de difusión. Vinculan a la población y la sociedad, a través de determinado medio, como parte de un circuito que se retroalimenta. Se espera que sea un recorrido dinámico y plural. Pero ¿qué sucede cuando se trata de una retroalimentación violenta o manipuladora que hace del mensaje original una estrategia de mercado o una reiteración de discursos opresores o discriminatorios? Las sociedades han vivido fuertes cambios culturales, modificaciones fundamentales en el reconocimiento de los Derechos Humanos, en particular aquellos vinculados a las mujeres, a las concepciones con respecto a los géneros y a la diversidad sexual. Pese a estos logros, el periodismo queda en ciertos sectores rezagado del avance en materia legislativa. Muchas de las personas que trabajan en el campo periodístico y de la comunicación aún tienen frente a sí el desafío de ampliar la mirada hacia un enfoque incluyente y no discriminatorio, que refleje una sociedad plural y diversa. Lucía Lagunes Huerta señala que el reto del periodismo implica la democratización de los medios más allá de su pertenencia. Se vuelve necesario atender a la transformación individual y colectiva, reconociendo y superando las bases discriminatorias sustentadas en ciertas matrices de la sociedad.

Parece ser que muchas veces vivimos mundos duplicados o triplicados que en simultáneo describen y reproducen la realidad. Está lo que acontece, lo que percibimos de lo que acontece y lo que los medios traducen de lo primero. Esa traducción no es inocua, responde a intereses. Y allí, el tema no es sólo lo que se nombra o relata, sino también cómo es nombrado y por otra parte y de igual importancia, lo que se calla. La periodista Teresa Valdez Betancourt propone repensar y reconstruir la historia. En ese sentido es vital ir incorporando a esa otra parte de la sociedad que suele ser invisibilizada, recuperando al proceso histórico-social desde un enfoque inclusivo.

Los medios, en esa traducción de los acontecimientos, presentan a las audiencias escenarios, temas y personajes. Esas presentaciones responden a aquello que consideran significativo para cada sociedad. Se establecen recortes a partir de intereses económicos, cuestiones de corte ideológico y también sociales. El diseño del contenido responde a estos recortes y a su vez incorpora convenciones, métodos, rutinas, formatos y discursos.

Cuando hablamos de artículos, reportajes, informes especiales, crónicas e imágenes y su tratamiento en relación al colectivo LGBTIQ+ y las problemáticas de género aparecen cuestiones que deben ser consideradas en particular.

Frente a la relevancia que ostentan los medios de comunicación, desde el INADI señalan la importancia de advertir que una palabra o un enunciado mal usado puede contribuir a dañar seriamente la integridad de diferentes sectores históricamente vulnerados. En consecuencia los medios de comunicación y las personas que se dedican a la comunicación social deben asumir un rol protagónico a la hora de desnaturalizar la jerarquización de grupos, relaciones y prácticas sociales, contemplando que las palabras y las expresiones discursivas pueden ser vehículos de la discriminación o de la apertura a nuevas miradas que colaboren a deconstruir prejuicios y estereotipos.

Quienes informan deberían contar con conocimientos sobre temas de diversidad sexual y formación en perspectiva de género, de manera que les permita prevenir errores al momento de expresarse sobre las orientaciones sexuales y las expresiones e identidades de géneros. Podríamos ordenar algunas recomendaciones en tres grandes categorías: las personas, las palabras y los hechos.

Las palabras tienen peso, establecen representaciones, describen el mundo. Nombramos y somos nombrados desde antes de venir al mundo. Utilizar los términos adecuados es una manera de respetar y visibilizar a todas las personas que conforman la sociedad. La utilización de los nombres y las identidades que corresponden es parte de las garantías que deben establecerse.

Con respecto a las personas, el colectivo de la diversidad sexual y las diferentes expresiones e identidades de género han sufrido la invisibilización de su presencia, han sido nombrados peyorativamente, incluso víctimas de persecuciones o disciplinamientos mediáticos. Establecer empatía y modos que superen los prejuicios y la discriminación debería ser el punto de partida en la relación con otras y otros al momento de comunicar.

Los hechos, al ser retratados, en muchas oportunidades son tergiversados o manipulados, también presentados con títulos o bajadas que buscan despertar la morbosidad en las audiencias. Procurar establecer un discurso que describa lo acontecido sin poner el acento en la identidad de las personas permitiría establecer un tratamiento igualitario con respecto a las noticias, abandonando además la trivialización de los temas. Cuando la noticia se transforma en show, se convierte a los protagonistas de los hechos en herramientas para conseguir más audiencia.

En el documento “Género, derechos y periodismo” se aclara que determinadas definiciones quedarían incompletas sin el recorrido histórico que las ha traído hasta su significado actual. En este sentido, algunos términos que nacieron con sentido discriminatorio, han sido reapropiados y resignificados por los grupos a los que hacían referencia. Por otro lado el mismo documento propone cinco claves para tener presentes al momento de comunicar desde los medios: darle voz a las personas LGBTIQ, difundir los derechos asegurados por la legislación argentina, ampliar el universo de fuentes consultadas, utilizar los términos pertinentes, poner en agenda temas con escasa o nula cobertura mediática.

Argentina es un país pionero con respecto a los derechos de las personas LGBTIQ+. Estos avances son el resultado de años de luchas, del trabajo constante de las organizaciones, de la responsabilidad asumida por el cuerpo legislativo. La temática de la diversidad sexual a lo largo de la historia, antes, durante y después de aquellos debates relacionados con las leyes, tuvo su presencia en los diferentes medios. Sigue siendo un desafío para muchas y muchos comunicadores formarse y actualizarse para el tratamiento de determinados temas. La Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual cita como uno de sus objetivos el de promover la protección y salvaguarda de la igualdad entre hombres y mujeres, y el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado, evitando toda discriminación por género u orientación sexual.

En 1951 la película El gran carnaval retrataba la crueldad de la sociedad con sed de show mediático y amarillista, presentando un periodista egoísta en busca de reconocimiento como comunicador a punto de poner en riesgo a otras y otros, manipulando personas y discursos. Pasaron setenta años y algunas cosas se van volviendo más evidentes. Tenemos la oportunidad de exigir y de elegir. Requerir comunicaciones con perspectiva de género, con conocimiento de la diversidad, inclusivas y que favorezcan los cambios culturales necesarios que acompañen las leyes con las que contamos. Seleccionar empoderarnos en la palabra y en la elección que hacemos al momento de informarnos. Aquí está Diario Digital Femenino, como tantos, andando camino.

El gran carnaval 

(*) Columnista de Diario Digital Femenino
@emilianosamar
emilianosamar@gmail.com

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