- Un Camino Hacia Mejores Puestos de Trabajo en la América Latina Pos-COVID-19
Por Joana Silva, Liliana D. Sousa, Truman G. Packard y Raymond Robertson
Prólogo
(descargar informe en Portada)
En una región tan volátil como América Latina y el Caribe (ALC), la recurrencia de las crisis debería servir para extraer conclusiones que puedan plasmarse en mejores respuestas en materia de políticas públicas. Echar la vista atrás y aprender de las crisis pasadas cobra especial importancia en el momento actual, precisamente cuando los efectos devastadores de la pandemia de COVID-19 (coronavirus) echan por tierra años de progreso en muchos frentes, como la creación de puestos de trabajo y nuevas oportunidades, la formalización del empleo y la reducción de la pobreza. ALC debe brindar una respuesta diferente a los problemas de siempre.
Eso es justamente de lo que trata este informe. A partir de datos de varias décadas sobre los shocks económicos y las respuestas del mercado laboral en la región de ALC, el informe analiza los efectos de las crisis en los trabajadores y las empresas para ayudar a los líderes regionales a orientar las políticas y los escasos recursos, de manera que impulsen un crecimiento económico inclusivo y a largo plazo.
El empleo en crisis: un camino hacia mejores puestos de trabajo en la América Latina pos-COVID-19 contiene tres mensajes principales. En primer lugar, las grandes crisis en la región de ALC han provocado una pérdida de empleo persistente. Los datos demuestran que las crisis suelen ser puntos de inflexión para el empleo, y marcan el inicio de fuertes desviaciones negativas que se acentúan con el paso del tiempo. Este efecto se produce porque el impacto a corto plazo de una crisis sobre el mercado laboral tiene más peso en el desempleo que en los cambios hacia la informalidad.
Al mismo tiempo, los cambios estructurales de larga duración están transformando la naturaleza del trabajo en la región de ALC y en todo el mundo. Las crisis aceleran estos cambios y reducen las oportunidades en los que tradicionalmente se consideran «buenos puestos de trabajo» —es decir, el empleo estable y protegido asociado con el sector formal—. Por tanto, una crisis no solo influye temporalmente en los flujos de trabajadores, sino que también tiene efectos significativos y duraderos en la estructura del empleo. Como resultado, las oportunidades tradicionales del sector formal están disminuyendo paulatinamente en la región de ALC.
En segundo lugar, las crisis en la región de ALC tienen impactos diversos sobre los trabajadores, los sectores y los lugares.
Los trabajadores poco cualificados sufren efectos de más larga duración, mientras que los trabajadores más cualificados se recuperan rápidamente, lo que agudiza el alto nivel de desigualdad salarial de la región.
Las características de los empleadores y los lugares afectan a la intensidad y la duración de los efectos permanentes de las crisis en los trabajadores. Los trabajadores formales sufren menores pérdidas de empleo y salario en las localidades que presentan una mayor informalidad. Además, la reducción de los flujos de trabajo puede disminuir el bienestar individual, pero los trabajadores de las localidades con más oportunidades de empleo —incluidos los puestos de trabajo informales— se recuperan mejor.
En tercer lugar, las crisis pueden tener efectos positivos que aumentan la eficiencia y la productividad de una economía. Sin embargo, estos efectos resultan menos importantes en la región de ALC debido a su estructura de mercado menos competitiva. En lugar de aumentar la agilidad y la productividad durante las recesiones económicas, y favorecer el proceso de «destrucción creadora», los sectores y las empresas protegidas ganan más cuota de mercado y desplazan al resto, de modo que retienen recursos valiosos.
Pero no tiene por qué ser así. Ahora que la región de ALC se enfrenta a la mayor desaceleración sincronizada de su historia moderna como consecuencia de la pandemia de COVID-19, la región ha hecho hincapié en la gestión de los efectos a corto plazo de la crisis y ha conseguido amortiguar algunos de sus efectos económicos iniciales. Sin embargo, los resultados de este informe demuestran que las pérdidas de empleo derivadas de las crisis pueden ser especialmente gravosas en la región de ALC porque las recuperaciones son lentas. Por tanto, es necesario hacer esfuerzos más enérgicos que los evidenciados hasta ahora.
¿Qué medidas se pueden tomar? El empleo en crisis propone una combinación de políticas capaz de contribuir a mejorar las condiciones del mercado laboral y sentar las bases de un desarrollo equitativo. El paso inicial fundamental es poner en marcha marcos macroeconómicos estables y prudentes y estabilizadores automáticos que protejan a los mercados laborales contra posibles crisis.
La aplicación de políticas fiscales y monetarias firmes puede preservar la estabilidad macroeconómica y evitar tensiones financieras en todo el sistema ante una crisis. Las reformas fiscales, que incluyen impuestos menos distorsionadores, un gasto público más eficiente, programas de pensiones sostenibles desde el punto de vista financiero y reglas fiscales claras, son la primera línea de defensa contra las crisis. El informe también propone programas anticíclicos de apoyo a los ingresos —como el seguro de desempleo y otras transferencias puntuales a los hogares durante las crisis—, así como políticas laborales y de protección social.
Sin embargo, no basta con unos estabilizadores macroeconómicos más fuertes y la reforma de los sistemas laborales y de protección social. También es necesario impulsar la recuperación del empleo mediante el apoyo a una creación dinámica de puestos de trabajo. En este contexto, las políticas sobre competencia, las políticas regionales específicas y las normativas laborales constituyen una tercera dimensión de política fundamental. Si no se abordan estas cuestiones básicas, las recuperaciones en la región de ALC seguirán caracterizándose por una creación de empleo estancada.
Carlos Felipe Jaramillo
Vicepresidente para América Latina y el Caribe del Banco Mundial