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El 97% de las mujeres en edad reproductiva viven en países donde el aborto no está permitido

El miércoles pasado nos referíamos sobre el final de la columna a este tema que estaba en discusión en la Cámara de Diputados de la Argentina y que finalmente se aprobó: tiene media sanción la Interrupción Voluntaria del Embarazo en la Argentina. Y creo que es importante dedicar hoy un espacio a ver la situación de los derechos sexuales y reproductivos y particularmente de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (o del aborto) en América Latina y el Caribe.

Transcripción de la Columna de Karina Batthyány

Si tuviéramos que hacer rápidamente un mapa -de hecho está disponible, varias organizaciones lo han colocado en internet-, diríamos que la situación del aborto hoy en la región es, en términos generales, que está o bien prohibido o muy restringido en algunos casos y poco despenalizado. Esa es la situación.

Veamos, por ejemplo, que tan solo tres países de esta región, y cuatro si consideramos a Guyana también, permiten la Interrupción Voluntaria del Embarazo dentro de determinados plazos establecidos generalmente en torno a la semana 12 o 14. Y estos son además de Guyana, Cuba, Puerto Rico y Uruguay. Luego tenemos Ciudad de México y Oaxaca también en México como ciudades que permiten esta Interrupción Voluntaria del Embarazo.

“El 97% de las mujeres en edad reproductiva viven en países donde el aborto no está permitido”
“El 97% de las mujeres en edad reproductiva viven en países donde el aborto no está permitido”

Que haya este número reducido de países, que por lo tanto representa una excepción a la regla que se extiende por toda la región, implica riesgos muy importantes para la salud de la mujer y resultados que nos preocupan en todos estos países.

Incluso tenemos que mencionar que hay cinco países que lo rechazan bajo cualquier circunstancia. Quiere decir, por ejemplo, cuando está en riesgo la salud de la madre, cuando es resultado de una violación o de situaciones de incesto. Estos países son República Dominicana, Haití, Honduras, Nicaragua y El Salvador. Si queremos seguir con los ejemplos, recordemos que El Salvador además se destaca por ser quizás de los países que enjuicia de manera más agresiva y más grave a las mujeres acusadas de aborto. Hoy en día tenemos más de una docena de mujeres que están en prisión por haber abortado y que tienen sentencias en algunos casos de hasta 40 años de cárcel. Y cuando vamos a mirar quiénes son estas mujeres, en muchos casos encontramos que son mujeres pobres, jóvenes, víctimas de violación. Y que además, también en ese país, se castiga al personal médico que se cree haya participado en un aborto. Esto es el resultado de la prohibición de interrumpir el embarazo bajo cualquier supuesto, como decía recién. Además tenemos que tener claro que convive generalmente con altos índices de violencia sexual contra las mujeres y que estas penas de prisión que se imponen por el aborto en muchos casos -fijate la paradoja- llegan a duplicar las penas por violación. O sea, es más grave en estos países la situación de una mujer que aborta que la situación de un varón violador en términos de las penas que se le establecen.

Esta situación cuando recorremos América Latina y el Caribe nos lleva a mostrar que prácticamente el 97% de las mujeres latinoamericanas y caribeñas en edad reproductiva viven en países donde el aborto no está permitido. Y se estima que aproximadamente entre 5 y 10 mil mujeres pierden la vida al año por abortos clandestinos en esta región –los números son complejos porque las cifras no son claras en la mayoría de los países–. Por lo tanto es un problema de salud pública.

Pero también tenemos que saber que la Interrupción Voluntaria del Embarazo es un tema de índole política, ya que las mujeres no pueden decidir sobre sus propios cuerpos y esto generalmente perpetúa y agrava situaciones de pobreza y de violencia que viven las mujeres.

No nos engañemos tampoco en decir “que el aborto esté prohibido quiere decir que el aborto no existe”. Acabo de dar las cifras: a pesar  de que esté prohibido, a pesar de que no esté legalizado, el aborto existe, siempre ha existido en todos nuestros países. Y lo que se hace es en todo caso definir quién puede hacerlo, quién tiene los recursos y contactos para poder interrumpir su embarazo de manera segura y quiénes tienen que interrumpir su embarazo poniendo en riesgo su vida por justamente tener que recurrir a métodos clandestinos o terminar en la cárcel en muchos casos.

No nos tenemos que olvidar aquí (aunque no nos da el tiempo en la columna de hoy en desarrollarlo) el papel que han tenido en general las religiones en todo este tema y muy particularmente la religión católica, pero también el auge del evangelismo en América Latina y el Caribe, que como sabemos ha ido conquistando espacios de poder y que dificulta en muchos casos el avance en el reclamo de los derechos por parte del Movimiento Feminista vinculados a la Interrupción Voluntaria del Embarazo y otros derechos reproductivos básicos. Brasil es el ejemplo por excelencia, incluso antes de Bolsonaro, en términos del impacto de la bancada evangelista que sistemáticamente fue frustrando distintas acciones legislativas a favor de las mujeres o de la población LGTBI.

Ahora bien, para no terminar este repaso por América Latina y el Caribe sin tener presente esta situación esperanzadora que se da en la Argentina, donde dije ya hay media sanción y esperemos que esta vez efectivamente se logre sancionar esta ley y que no ocurra como en 2018, donde hubo una media sanción pero luego finalmente no prosperó la aprobación de la ley. Sin duda, además las mujeres argentinas durante todo el 2019 han sido abanderadas en términos de la defensa de estos derechos y de la movilización social, me animo a decir sin precedentes que extendió el pañuelazo verde por todo el continente. En definitiva lo que estamos planteando es, como terminábamos nuestra columna el miércoles pasado, una visión de una sociedad democrática donde efectivamente las mujeres tengamos el derecho de decidir sobre nuestros cuerpos y nuestros proyectos de vida y donde estas decisiones sean respetadas y los Estados garanticen y generen las condiciones para garantizar el ejercicio de estos derechos.

El aborto legal y seguro es un derecho reproductivo, es un derecho humano que debe ejercerse en un contexto de laicidad del Estado, en un contexto de justicia social y en un contexto de igualdad de género. Permitime para terminar recordar la consigna de la campaña latinoamericana por el aborto: “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.

Esperamos antes de fin de año tener entonces la buena noticia de que Argentina se suma a los países que tiene legalizada la Interrupción Voluntaria del Embarazo.

 

CLACSO

Diario Digital Femenino

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