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De la ciudad de la furia a una ciudad segura

“La Ciudad de la Furia es aquella que transitamos y habitamos cada día también nosotras: las madres, las locas, las putas, las pobres, las travas, las trabajadoras de la economía popular, las pibas… reflexionamos sobre cómo lograr que las políticas públicas urbanas tengan en cuenta nuestras necesidades, y sobre la seguridad ciudadana con significado amplio e integral”
Conclusiones del Foro por el derecho a la tierra y a la vivienda digna, realizado el 12 y 14 de enero de 2019 en Mar del Plata

Por Sol de la Torre*. El acceso a ciudades seguras para las mujeres es una de las principales inquietudes para la construcción de un proyecto popular de gobierno. En esta nota intentaré analizar algunos aspectos de las desigualdades estructurales del partido de General Pueyrredon entre varones y mujeres. Esto, sin intenciones de invisibilizar la cruda desigualdad que padecen las identidades disidentes ni desconociendo otras realidades que ameritaría un análisis particular como las dificultades en el acceso a la salud y el trabajo de las personas trans. Más bien, se busca un primer acercamiento, un aporte, sobre algunos aspectos a tener en cuenta en la construcción de ciudades seguras.

Una forma de medir la desigualdad entre varones y mujeres es evaluar cuáles son las condiciones para la construcción de autonomía de estas últimas que existen en nuestro Partido.

La autonomía es la facultad de una persona, en este caso mujer, de actuar con independencia y libertad de las opiniones, deseos y condiciones socio-económicas de otras personas. Pero ¿cuáles son las condiciones que garantiza el Estado municipal para la construcción de esa autonomía?

¿Cómo vivimos las mujeres en General Pueyrredón?

Según la proyección del Indec para 2019 la población estimada del Partido de General Pueyrredón es de 653.406 personas, de las cuales 339.282 son mujeres (el 51,9%) y 314.124 varones. El 20,5% de esas mujeres tienen entre 15 y 29 años.

A su vez la desocupación en la ciudad, siempre según datos del Indec, durante primer trimestre de 2019 alcanzó los dos dígitos, trepando al 10,1%. En este marco, se puede observar que el desempleo en las mujeres (11,9%) es mayor que el promedio general (10,1%), mientras que en mujeres de hasta 29 años trepa al 28,4%, esto es, siete puntos sobre la desocupación femenina para el mismo trimestre del año anterior. El desempleo afecta en mayor medida a las mujeres y particularmente a las mujeres jóvenes.

Estas altas tasas de desocupacion también expresan la desigualdad de género, ya que en la misma franja etaria y en el mismo período la desocupación de varones es del 20%. Si a este hecho sumamos la composición de la población económicamente activa local, podemos visualizar la profunda desigualdad en el acceso a uno de los pilares de la autonomía, el empleo. Solo el 43% de las mujeres entran dentro de esa categoría en tanto que entre los varones llegan al 61%.

La definición de autonomía incorpora también la idea de libertad de elección respecto de los deseos y pensamientos de otros, ¿es posible hablar de autonomía cuando existe el miedo?

Las estudiantes universitarias que estudian en el Complejo Manuel Belgrano -de la Universidad Nacional de Mar del Plata- tuvieron que organizar grupos de WhatsApp para esperar juntas el colectivo, tras decenas de denuncias por acosos y abusos sexuales en las inmediaciones, las promesas de corredores seguros, luminarias y presencia policial que nunca se cumplen.

En 2016, después de haber sido sede del 30° Encuentro Nacional de Mujeres, de las enormes movilizaciones por Ni Una Menos y con un movimiento de mujeres y feminista muy activo en la ciudad, se declaró la Emergencia en Violencia de Género en el Partido de General Pueyrredón. La Declaración incluye la creación del Observatorio de Violencia por motivos de Género y Diversidad que tiene por objetivos la recolección, producción, registro y sistematización de datos e información sobre la violencia contra las mujeres para poder diseñar e implementar políticas públicas que tiendan a la prevención, sanción y erradicación de la misma.

Este fue un primer paso a la construcción de una ciudad segura para nosotras y, por ende, para todes, conseguido por el Movimiento de Mujeres. Pero la realidad no mejora.

Cómo ya sabemos, la sola sanción de leyes y ordenanzas no resuelven los problemas si no van acompañadas de la asignación presupuestaria correspondiente y la voluntad política de implementarlas por quienes gobiernan, algo que el intendente Arroyo y Cambiemos evidentemente no tienen.

Según los datos del Ministerio Público de la Provincia de Buenos Aires en el departamento judicial de Mar del Plata -que es más que nuestra ciudad- en 2018 se iniciaron 2022 procesos penales vinculados a violencia familiar y de género, tratándose en su mayoría de delitos de amenazas y lesiones que afectan especialmente a las mujeres mayores de 18 años. En los últimos tres años el observatorio de femicidios en Mar del Plata, impulsado por las organizaciones de mujeres, registró 10 casos.

Con estos datos, con esta cruda realidad de violencias e inacción del Estado, difícilmente las mujeres podamos vivir con autonomía.

Hay que mejorar la vida de las mujeres

Las mujeres necesitamos una ciudad feminista. Es la única forma de avanzar hacia una ciudad más segura en sentido amplio para todes. Que reconozca las estrategias que impulsamos desde las organizaciones populares y de la sociedad civil para prevenir situaciones de violencia y acompañar a quienes las padecen. Una gestión que brinde marcos institucionales para jerarquizar dichas acciones como políticas públicas. Un Estado que planifique con perspectiva de género en todas las áreas municipales y no solo las acciones concretas de la Dirección de Políticas de Género.

Solo quienes venimos trabajando y construyendo desde hace años en nuestras organizaciones y territorios con perspectiva de género podríamos pensar en una gestión con esas características.

Necesitamos un Estado que reconozca la importancia del trabajo doméstico que realizan centralmente las mujeres, generando tanto centros de cuidados colectivos como de cuidados municipales de primera infancia. Que promueva la formación en oficios para mujeres, dando un lugar central a la economía popular con políticas que garanticen el acceso al trabajo y derechos laborales para las mujeres que sostienen esos proyectos.

Urge impulsar el mejoramiento de viviendas para jefas de familia y la creación de un plan de acceso a vivienda social para mujeres víctimas de violencia. En materia de prevención y acompañamiento a personas en situación de violencia de género la próxima gestión de General Pueyrredón debe retomar las experiencias que llevamos a cabo las organizaciones populares en este tema, promoviendo dispositivos territoriales con asesoramiento jurídico, psicológico y social y un programa de promotoras en prevención de la violencia de géneros.

Podemos construir una ciudad donde las mujeres seamos realmente libres y tengamos las mismas oportunidades. Que suceda, depende de que quienes nos gobiernan tengan la voluntad política de hacerlo, por ello las feministas además de formar parte de las listas debemos ocupar los espacios de construcción y ejecución de las políticas públicas, sin perder nuestra enorme capacidad callejera para visibilizar nuestras demandas. Es la única manera de que nuestras ciudades sean lugares seguros para habitar y vivir en libertad.

* Feminista, integrante del Frente Patria Grande y precandidata a concejal por el Frente de Todos

De la ciudad de la furia a una ciudad segura

Fuente: Notas Periodismo Popular

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