
Introducción
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Internet es la actividad más importante en la vida de los adolescentes.
En Argentina, el 40% de los jóvenes de 13 a 17 años está las veinticuatro horas del día conectado a la Web. Otro 50% navega en Internet hasta que se va a dormir. Solo 1 de cada 10 adolescentes se conecta menos de tres horas diarias. Por eso, no sorprende que, en un año, los chicos pasen más horas con las pantallas que en compañía de su docente en clase. Para las tecnologías no existen sábados ni domingos, vacaciones de invierno o de verano, ni días feriados. Por el contrario, en esos momentos, la relación de los adolescentes con los dispositivos digitales se intensifica.
No se trata de una característica exclusiva de un país o de una región. En Estados Unidos, por ejemplo, los adolescentes se conectan a una pantalla menos de cinco minutos después de despertarse. Mandan un promedio de quinientos mensajes por día. Un 80% de ellos duerme con sus celulares. La mitad de estos no se desconecta nunca. Y utilizan cuatro pantallas a la vez (Turkle, 2019).
En efecto, los adolescentes en todo el mundo usan varios dispositivos y desarrollan diversas acciones en simultáneo. Mientras escuchan música, se comunican por redes sociales, miran un video, buscan información y hacen la tarea. Son, por eso, “la generación multifunción” (multitasking, en inglés). Para los adolescentes del siglo xxi, todo se realiza simultáneamente. Todo al mismo tiempo. Todo ya. Una marca generacional que responde a la presencia de Internet en su vida cotidiana.
Los chicos que tienen menos de 18 años son parte de la primera generación que ha conocido, desde su infancia, un universo mediático y tecnológico extremadamente diversificado. Y este entorno tan variado tiene una protagonista: la pantalla. Las tecnologías atraviesan la vida diaria de los adolescentes y han transformado la manera en que se informan, aprenden, leen, ven películas, miran series, escuchan música, juegan, se entretienen y se comunican.
Internet es uno de los pocos escenarios que, según la percepción de los adolescentes, les pertenece. Cuando navegan en la web, sienten que pueden mostrarse y opinar sin intermediarios. Y sin adultos. Hablan de ellos y por ellos. El universo online les permite expresarse, definirse, entender cómo es y cómo funciona la sociedad en la que viven.
Internet está ligado a la cultura juvenil de manera tan estrecha que, en la actualidad, los adolescentes construyen su identidad a partir del acceso, el significado que le dan y el uso que hacen del mundo digital. En este territorio, justamente, es donde han logrado sentirse más auténticos, más libres y más visibles.
En virtud de ello, resulta importante preguntarse por el modo en que los jóvenes utilizan este espacio tan valorado, desde el que modelan su propia identidad y, más importante aún, en el cual se sienten parte de una comunidad.
Para los adolescentes, la principal función de Internet es comunicativa. En Argentina, el 98% de los jóvenes de 13 a 17 años tiene un perfil en alguna red social. Estas son, como veremos más adelante, el espacio que eligen para mostrarse, expresarse, compartir y participar. No hay ninguna duda: en todo el mundo, esta es su práctica más frecuente cuando están en línea. Sin embargo, poco se sabe acerca de otras formas en que emplean la web. Entre ellos, el uso que hacen (o no hacen) de Internet para participar.
El mundo digital les ha dado a los adolescentes la oportunidad de convertirse en productores de contenidos. Les permite expresarse con su voz y compartir sus experiencias con sus propias palabras. Ser autores de un blog, de una página web, de un video o de un perfil en una red social les da la posibilidad de participar y hacerse escuchar. Es en Internet donde pueden hacerse visibles y presentarse como actores sociales como nunca antes.
Esta facilidad para convertirse en generadores de contenidos digitales les ha dado a los jóvenes nuevos espacios para hablar de sí mismos y compartirlo con audiencias ilimitadas. Pueden contar cosas acerca de sus vidas, de lo que piensan y sienten sobre los temas que más les preocupan; pueden decidir lo que quieren que otros sepan de sí mismos, buscar y proponer soluciones sobre lo que más les interesa y afecta.
Este es el potencial que les ofrece Internet para participar. Ahora bien, ¿a ellos les interesa esta oportunidad? ¿Valoran Internet como lugar de participación? ¿Lo utilizan? ¿De qué manera? ¿Qué plataformas digitales prefieren? ¿Y en qué acciones e iniciativas se involucran? Estos son algunos de los interrogantes que este libro explora, con el objetivo de examinar si los adolescentes utilizan el entorno digital para la participación y de qué forma lo hacen.
A lo largo de este trabajo, hemos querido analizar la apropiación que hacen los jóvenes de Internet en cuanto espacio de participación. Entendemos por apropiación los procesos socioculturales que intervienen en el uso, la socialización y la significación de la web por un determinado grupo social, en nuestro caso, los adolescentes, con un determinado fin, en esta ocasión, la participación.
Las páginas que siguen se han escrito a partir de una investigación realizada en junio de 2020 en Argentina entre dos mil jóvenes de 14 a 18 años. A través de un cuestionario de veinte preguntas de selección múltiple, se ha buscado analizar el significado que tiene la participación para los adolescentes y las maneras en que lo hacen tanto en la vida offline como en el universo online. Como se detallará más adelante, esta investigación tuvo un alcance y una representatividad nacional: se encuestaron adolescentes en las capitales de provincias y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Además, se tuvieron en cuenta otras ciudades importantes, aunque no fueran capitales.
Si bien el relevamiento se realizó entre jóvenes argentinos, esto no impide pensar en perfiles más allá de las fronteras nacionales. De hecho, en lo que sigue, con frecuencia se citan estudios similares a este realizados en otros países. Podemos afirmar que la investigación argentina refleja, en realidad, tendencias mundiales y nos permite hablar de los modos de participación adolescente en un contexto internacional.
Un último aspecto metodológico. Como veremos, se trata de una investigación cuantitativa. Esto significa que las conclusiones nos dirán de qué manera los adolescentes utilizan Internet para participar, pero será más difícil que nos digan por qué lo hacen de ese modo y no de otro. Los estudios cuantitativos muestran, no explican. Para explicar, se suele recurrir a las investigaciones cualitativas, que analizan el tema en detalle utilizando entrevistas en profundidad y recurriendo a una población muy inferior en número. Las metodologías cuantitativas, en cambio, se centran en un mayor número de casos, lo que habla de su representatividad, dibujan un mapa y presentan una radiografía del tema enfocado. Estos son los aportes pero también las limitaciones de un estudio cuantitativo como el que presentamos aquí… Seguir leyendo.