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Lenguaje inclusivo no sexista

La discusión sobre el lenguaje inclusivo no es solo de carácter lingüístico.

En la discusión social de la lengua se juegan, sobre todo, posiciones ideológicas. La afirmación es sostenida por la doctora en Letras Nora Beatriz Forte, académica de la UNLPam. En una extensa entrevista con La Reforma analizó las formas de resistencia empleadas contra el lenguaje no sexista, cuestionó a quienes se escandalizan por algunas palabras, y puso de relieve que el debate en pleno desarrollo se propone “neutralizar distinciones en los momentos en que no cabe hacerlas”.

Palabra

“Desde el feminismo o desde distintos colectivos se adopta una forma de reclamar sobre cuestiones de género y se observa que la lengua o bien no particulariza o bien no incluye. Hablar del lenguaje inclusivo es hablar de una forma de nombrar sin establecer distinciones sexuales en las fórmulas de tratamiento. En realidad, lo que molesta no es la palabra en sí sino quién la dice, quién es el sujeto del discurso, quién enuncia y de dónde vienen estos reclamos”, planteó la docente.

Lenguaje inclusivo no sexista
Lenguaje inclusivo no sexista

Profesora en Letras por la UNLPam, Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Tucumán , titular de la cátedra Gramática I y profesora adjunta en Literatura en Lenguas Romances de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNLPam, Forte también interviene como consejera titular en el Consejo Directivo de la mencionada facultad, y participa de diversos equipos de investigación.

“De pronto la RAE (Real Academia Española) tiene un protagonismo insólito y todo el mundo la invoca. Pero no es solamente la RAE, también interviene la televisión y la circulación de la información a través de los demás medios periodísticos y la redes sociales. Entonces preocupa si decimos presidente o presidenta, pero no preocupa si usamos un gerundio, que provoca ambigüedad en un texto escrito”, advirtió.

“Tampoco preocupa si aparece un invento, al que haya que darle un nombre, porque de eso se trata, y se habla de, por ejemplo, googlear, whatsappear, twittear. También son palabras nuevas y, cómo las decimos?” -interpeló. “La RAE, en la última Ortografía, propone que a las palabras que se originan en otras lenguas convendría adaptarlas a la grafía y a las formas de habla del castellano. Punto. Después si las personas lo quieren hacer o no, no le preocupa a nadie. Pero las palabras del lenguaje inclusivo sí preocupan, qué barbaridad”, señaló con ironía.

Resistencias

Citó en otro momento los casos, que se multiplican, de publicaciones en redes sociales en las que se pretende marcar una normativa sobre el uso del lenguaje cuando, en realidad, se utiliza la cuestión del lenguaje inclusivo para practicar una resistencia de tipo político-partidaria, porque se asocia y asimila ese lenguaje con determinados grupos. “Con mensajes como esos no se reclaman cuestiones lingüísticas, se hacen reclamos o críticas hacia ciertas personas y la representación que las mismas ejercen. Estas cosas no son casuales, son reacciones en contra de alguien”, afirmó Forte.

Por otra parte, la reflexión sobre los fenómenos lingüísticos es lógico que sea efectuada por quienes se dedican al estudio de la lengua. “Todas aquellas personas, cuyo campo de acción habitual no es el de estudiar la lengua, saben usarla porque es una necesidad para comunicarse con las demás personas. Pero no están obligadas a discutir las particularidades”, deslindó.

Se asiste entonces a la puesta en práctica de una serie de formas de resistencia al lenguaje inclusivo, que tienen su raíz y su proyección en el campo ideológico, en las disputas partidarias, más que en lo estrictamente lingüístico. Santiago Kalinowski (lingüista y lexicógrafo) define al lenguaje inclusivo como “una intervención del discurso público que tiene el objetivo de conseguir un fin: el de crear conciencia acerca de una injusticia que está en la sociedad”. La doctora Forte amplió: se trata de la acción “de los distintos grupos que reclamamos cuestiones vinculadas con el reconocimiento de derechos. Y ese reclamo se tiene que reflejar en la lengua que hablan las personas que así se manifiestan”.

En otro momento también marcó distancia con respecto a quienes sostienen que el lenguaje no sexista no preocupa a la mayor parte de la población. “Si no preocupa al grueso de la población es porque la población no está al tanto de estos problemas. Al decir que a la gente no le interesa también hay que decir que quizá nunca tuvo la oportunidad de sentarse a pensar en esto. La cuestión de género no es caprichosa, se origina en determinados ámbitos. Y decir livianamente que a la gente no le preocupa, no es así. A la gente no le preocupaba porque no sabía de qué se trataba, en cambio ahora muchas personas reenvían mensajes sobre el tema. Y lo hacen porque recién ahora se están enterando”, contrastó.

“La preocupación de los académicos parte de la realidad y responde a las consultas que se les hacen. Obviamente para quienes estudian la lengua este es un tema importante. Y también lo es para los grupos que reclaman derechos y logran introducir e instalar el tema en el ámbito social. La coyuntura política mundial permite hacerlo. Es un tema de larga data, siempre frenado por otros grupos que se han opuesto a estos avances”, resaltó.

Instituciones

El lenguaje inclusivo, además, excede el ámbito individual. “Hay un dato interesante -prosiguió la docente e investigadora- El 10 de mayo de 2019, por Resolución 203 del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Humanas, se aprobó la incorporación del uso no sexista del lenguaje en la totalidad de los actos académicos y administrativos” de esa casa de estudios. “Esto es el corolario de un trabajo que se desarrolla desde hace años, desde 2006 o 2007. Es un tema de debate desde hace mucho tiempo, no solo en Argentina”, remarcó.

Cabe añadir que la citada resolución académica fue válida para la jurisdicción de la Facultad de Ciencias Humanas en primer término. Poco después, en el mes de junio último, el Consejo Superior aprobó su aplicación en todos los actos de la universidad “en el marco de la defensa y utilización de un discurso inclusivo, libre de sexismo y androcentrismo” (Artículo 1º).“Estas disposiciones son un paso adelante y son varias las universidades en el país que están trabajando sobre el tema”, amplió Forte.

Selectivos

En respuesta a quienes objetan la incorporación de expresiones como ‘todes’ ,’chiques’ y otras, la doctora Forte llamó la atención sobre lo que denominó ‘escándalos selectivos’. Planteó como ejemplo: “Si damos una vuelta por el centro, alguien se escandaliza porque algunos locales tienen nombres en los que se altera la grafía en busca de originalidad? No. Tampoco cuando se ponen de moda palabras que provienen de otros idiomas. Entonces, el escándalo es por ciertas palabras solamente”, alertó.

“Junto con el lenguaje inclusivo se consideran otros temas, duros, porque sabemos que se enfrentan ideologías. El punto está, entonces, “en cómo escribir sin distinguir sexo, salvo en las situaciones en que es pertinente y necesario distinguir para identificar, para nombrar”, puntualizó la docente.

La nota completa fue publicada en la edición papel del 3 de enero de 2020 del Diario La Reforma

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