La idea no es que solo hagamos catarsis (que también vale) sino contarnos cómo estamos atravesando esta situación con reducciones o pérdida de salario a raíz de la pérdida de empleo, de obra social, de adicionales. ¿Cómo sobreviven las mujeres en  hogares monomarentales sin trabajo ni ayuda social?

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No importa el lugar de residencia en el país, importa cuál es la realidad de cada una, qué espacios de contención y ayuda se pueden  articular, qué esperanza tenemos o salida inmediata visible, si la hubiera.

No es lo mismo vivir con un ingreso y algunas ayudas sociales en hogares, solas, con hijas e hijos que en pareja con dos ingresos, de todas maneras hoy no hay medida de bienestar, no hay bienestar. Hay familias que tuvieron que prescindir de la mujer que trabajaba en la casa, muchas, en número alarmante ¿Cuántas mujeres ven recortados sus ingresos entonces? Debemos sumar a esto que con muchos despidos también desaparecieron los adicionales para aportar a la contratación de guarderías o jardines. ¿Qué pasa hoy con las políticas de cuidado? ¿Y los montos que se perciben por jubilación o pensiones?

¿Y la inseguridad? ¿Las violencias?

El aumento del transporte es otro punto a tener en cuenta. “No puedo dejar a mis hijos solos para cambiar la plata”, me decía Mónica. Ella vive en la provincia de Buenos Aires y tenía tres trabajos por hora en Capital Federal, debía tomar un colectivo y dos subtes más o menos para cada uno, en distintos días de la semana. En ninguno de los empleos contemplaban el costo del transporte.

A eso le sumamos el aumento de servicios, impuestos y expensas.  Aun cuando no nos hayamos quedado sin ingresos, los que percibimos no aumentaron en los mismos porcentajes.

Nos contamos ¿Cómo la estamos pasando?

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