por Manolo Lafuente
Editor de CBA24n
La síntesis de la antropóloga, me llevó de inmediato a recordar a los que iban para allá con la vaca atada en el barco y tiraban manteca al techo porque no se había tocado el último tango allí, mucho más sabrosamente, y la grieta que algunos creen reciente y producto de la pesada herencia, ya estaba tan abierta como la zanja de Alsina.
En una charla previa le recordé que Borges solía decir que hasta las mejores causas tiene malos defensores, en obvia alusión a furibundos fanatismos, y tras la sonrisa, me dijo que no siempre Borges tenía razón. Y frente a una mala sumatoria de pañuelos mencionada en un reciente discurso, corrigió que mal podrían sumarse el verde y el celeste puesto que respondían a diferentes lógicas: el verde es inclusivo y el celeste es absolutista.
Ni santa ni rita (pero su amor me dio como en el tango) dijo no usar el término “empoderarse”, también criticado sin explicar el porqué por el Negro Dolina, cosa que sí hizo Segato: “Es verticalista y yo creo en lo horizontal”. Explicar un título bien puede hacer dudar de su valía, pero una excepción… Paica, en lunfardo comenzó siendo despectivo de mujer, pero luego se fue suavizando hasta ser sinónimo de mina, percanta o grela. Y su origen puede rastrearse en el americanismo gauchesco donde “paico” es caballo, por lo que paica sería yegua. Sólo que esta yegua no mezcla pañuelos de diferentes colores…
Rita Laura Segato (Buenos Aires, 14 de agosto de 1951) es una antropóloga y feminista argentina residente entre Brasilia y Tilcara. Es especialmente conocida por sus investigaciones que se han orientado a las cuestiones de género en los pueblos indígenas y comunidades latinoamericanas, a la violencia de género y a las relaciones entre género, racismo y colonialidad. Considera que las relaciones de género son un campo de poder y que es un error hablar de crímenes sexuales sino que deben considerarse «crímenes del poder, de la dominación, de la punición».
Estudió primaria en la Escuela Escuela Normal en Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández y la secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires (1970). Egresó también del Conservatorio Municipal Manual de Falla (1967) y de la Escuela Nacional de Danzas (1973). Cursó la licenciatura en Ciencias Antropológicas en la Universidad de Buenos Aires hasta su primer cierre en 1974. Se especializó en etnomusicología en el Instituto Interamericano de Etnomusicología y Folklore de Caracas con Isabel Aretz (1975), donde permaneció como investigadora del archivo de música latinoamericana hasta 1980.
En 1984 obtuvo su doctorado en antropología social en la Universidad Queen’s de Belfast donde estudió Antropología de la Música con John Blacking y Antropología Social con Milan Stuchlick y Gerd Baumann.
Fue profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Brasilia entre 1985 y 2010. En 2011 migró a la docencia en los posgrados interdisciplinares de Bioética y de Derechos Humanos de la misma universidad, además de actuar como profesora visitante en diversos programas de doctorado de América Latina.
En 1993 se acercó al análisis de la violencia contra las mujeres por un encargo del gobierno de la ciudad de Brasilia en 1993. Inicialmente creyó que era un lugar de paso, pero el análisis de las violencias machistas la ha acompañado hasta su reciente jubilación.
Es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones de Brasil desde 1998.
Entre sus libros destacan Las estructuras elementales de la violencia (2003), La nación y sus otros (2007) y Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres (2014).
En el 2006 realizó una investigación sobre los crímenes desde Ciudad Juárez.
A partir del análisis del feminicidio de Ciudad Juárez, Segato propone pensar la violencia contra las mujeres como un sistema de comunicación que muestra la fuerza y la impunidad de aquellos que desde el Estado y lo paraestatal reinan en la frontera.
Si el acto violento es entendido como mensaje y los crímenes se perciben orquestados en claro estilo responsorial, nos encontramos con una escena donde los actos de violencia se comportan como una lengua capaz de funcionar eficazmente para los entendidos, los avisados, los que hablan, aun cuando no participen directamente en la acción enunciativa. Es por eso que, cuando un sistema de comunicación con un alfabeto violento se instala, es muy difícil desinstalarlo, eliminarlo. La violencia constituida y cristalizada en forma de sistema de comunicación se transforma en un lenguaje estable y pasa a comportarse con el casi-automatismo de cualquier idioma.
Rita Segato. Contratapa del libro La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.5
Posición sobre la violencia de género
Considera que la violencia contra las mujeres de la forma en la que puede observarse en Argentina tiene relación con el momento mundial en el que «hay poder de dueños» en una época de «dueñidad» lo que irrumpe en el inconsciente colectivo en la manera en que los hombres que obedecen a un mandato de masculinidad, que es un mandato de potencia, prueban su potencia mediante el cuerpo de las mujeres.2
Prefiere hablar de violencia de género que de violencia contra las mujeres, explica «prefiero llamarla así, el concepto de género fue un hallazgo para poder hablar de una estructura que organiza los cuerpos desde un teatro de sombras y es una categoría muy útil«.
Considera que la violencia de género tiene un «efecto llamada», es «contagiosa» y puede ser transformada en espectáculo.
Sobre la creencia generalizada sobre si la reincidencia es ineludible en el caso del violador considera que «es obligatorio pensar que todo ser humano puede cambiar. Es muy difícil a veces. Hay que dar las condiciones para que lo pueda hacer, condiciones que no están dadas en la actualidad.»
Acuñó el término femigenocidio para describir los crímenes cometidos contra las mujeres que alcanzan el grado de lesa humanidad o genocidio, y que no prescriben.