
Que el mundo tiemble
ALGO HABRÉ HECHO
por Effy Beth
Comencé un tratamiento hormonal el mismo día que inicié mis estudios en el Instituto Universitario Nacional de Artes. He puesto preservativos en esculturas públicas. He enterrado mi identidad cual semilla a la espera de un crecimiento. He organizado una alfombra humana. He vestido un pasillo sobre mi cuerpo. Ingresé a un baño de mujeres en cuero cual hombre. Expuse mi disfraz con el cual me travestía de varón para el trabajo. Me declaré potencial amenaza a
tus prejuicios. Fui a una marcha contra la violencia hacia la mujer y denuncié en mi remera que por ser mujer no estás exenta de ejercer violencia contra mí por ser mujer. Vestí todas mis ropas nuevas y lo que me quedaban de las viejas, declarando que mi ropa no es mi sexo.
Fui desnudando mi historia al verme amenazada a abandonar el país.
Más de 600 ojos desconocidos fueron los primeros en verme en corpiño. Posé en una cama invirtiendo el rol del artista y puse a merced de otros mi construcción para que me completen o destruyan con sus miradas. Extraje de mi cuerpo medio litro de sangre con el cual dividí en 13 partes para reinterpretar lo que fueron mis menstruaciones, mediante acciones que iban desde tragar mi propia sangre en una iglesia a utilizarla para depilarme. Obligué a docentes y compañeros a desnudar su torso para entrar en mi vagina hostil usurpada por mandatos machistas. Achiqué el departamento donde vivía e invité a mucha gente a ocuparlo para denunciar mi asfixia. Me suicidé en la facultad y rendí un examen drogada con la sobredosis de Clonazepan, organizando un funeral con morgue psiquiátrica incluida. Dejé que otras personas le dieran voz a textos que fueron escritos cuando yo no tenía voz. Posé con mi muñeca de la infancia jugando a los superhéroes. Intervine junto otra artista la senda pública dividiéndola en carriles exclusivos para hombres y mujeres. Robé arte de distintos artistas incluidos en el sistema comercial de las galerías, y los obligué
a que me secuestren y decidan el destino de mi cuerpo. Organicé un partido de fútbol de hombres contra mujeres ambos sobre tacos.
Ofrecí mi vientre como espacio para que con el uso de un lápiz unos tatúen en mí las marcadas vivencias de otros. Caminé encorsetada mientras me raspaba la palabra PUTA en el pecho, cuando me sacaba el corset descubría en mi vientre el raspón que dictaba la frase NO SE NACE…
Sinopsis
(Descargar libro en portada)

Effy Beth se apoyó en el arte performático para construir su afirmación identitaria transexual. Estudió cine, artes, guión, escribió, pintó y realizó intervenciones públicas disruptivas frente al binomio heterosexual, donde la fórmula obra/espectador se disputaba y la comodidad no era lo corriente. Pasó su infancia en Israel y vivió hasta su muerte, a los 25 años, en Buenos Aires, lugar en el que se centraron sus performances y reclamos, que fueron compartidos en varias partes del mundo. “Artista conceptual, performática y feminista queer”, se dijo Effy. A lo largo de sus producciones se puede ver una y otra vez el paso al acto, casi sin filtro, de una obra chocante, donde la literalidad de los sentidos es excusa para dar respuestas muchas veces incómodas. Entonces, la vemos en una habitación llena de globos para decir que se siente asfixiada, mezclando su menstruación de mujer trans con cera y depilándose, cortándose los brazos, raspándose la panza, corriendo desnuda por la universidad, ofreciendo sexo oral y dando en cambio historias de mujeres ultrajadas. Este libro reúne obras y fotos de su archivo, además de textos y fotografías de personas que la acompañaron en su intenso camino de producción.
Información
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Matías Máximo
Periodista. Cuando elige sus temas, Matías Máximo piensa en cosas que lo conecten con las minorías ya sean humanas o no humanas. Lo revuelven las desigualdades, la falta de oportunidades. De esas conexiones, escribe sobre lo que le toca: diversidad sexual, derecho animal, travesticidios, política o libros. También, fuera del periodismo y la enseñanza, le gustó trabajar como librero.