Introducción
Por Lucía Miranda Leibe y Daniela Cerva Cerna
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Cuando realizamos el seminario sobre “Movimiento Feminista: continuidades y cambios” el 10 de diciembre de 2019 en la sede de FLACSO Chile, estábamos rodeadas por el contexto particular del estallido social que venía produciéndose desde octubre del mismo año.
Teníamos como objetivo reflexionar en torno a la reedición del libro “El Silencio feminista” de las colegas Marcela Ríos, Elizabeth Guerrero y Lorena Godoy, aprovechando de paso el año sabático de Gwynn Thomas y su trabajo de campo en ese entonces, así como la estancia de investigación de Daniela Cerva.
Elizabeth Guerrero estuvo a cargo de la apertura del seminario. Durante sus palabras recordó que su investigación sobre el movimiento feminista en Chile había tenido lugar veinte (20) años antes, en 1999. Mientras llevaban a cabo el trabajo de campo junto a Ríos y Godoy el contexto chileno en ese entonces era el de transición a la democracia y de igual forma que el momento actual, estaba repleto de incertidumbres. Guerrero, en aras de identificar las continuidades y diferencias entre los movimientos feministas de la década de los 90’s versus los actuales, distinguió que antaño el movimiento estaba compuesto en su mayoría por mujeres adultas vinculadas a los partidos políticos de izquierda, con una notable la ausencia de mujeres jóvenes. El cambio etario es un elemento trascendental respecto del movimiento actual, no obstante, se sigue manteniendo el ímpetu organizativo y estratégico de las feministas orientado a una acción política distinta al tradicional modelo de participación social.
Durante el seminario, destacamos que todas habíamos sido partícipes en alguna medida de las movilizaciones que se habían producido, que se estaban produciendo y que se producirían en pos de la reivindicación y reconocimiento de más derechos para las mujeres. Coincidíamos en que el silencio feminista había sido un período de invisibilización impuesto, dado que las demandas feministas habían estado vigentes y nutriendo un caldo de cultivo que se haría evidente en las propuestas de lo que sería la Nueva Constitución en Chile, más de 2 años después de movilizaciones y de la celebración de un plebiscito constitucional.
No esperábamos que el 8 M de 2020 se convertiría en la última gran marcha a la que podríamos asistir (de hecho, la más concurrida del último tiempo) antes de que la pandemia nos confinara al más angustioso encierro que hemos vivido en los últimos tiempos. Así como en Chile, la convocatoria a marchar el 8 de marzo y la huelga internacional de mujeres el día siguiente, reunió masivamente a mujeres de todo el mundo; México, Argentina, Colombia registraron miles de mujeres en las calles pese a la inminente presencia del Covid.
Durante estas etapas participamos en encuestas y entrevistas a quienes estarían en el epicentro de las movilizaciones tanto en Chile como en México. No sin miedo ni represalias, haríamos frente al desafío que significó avanzar con un proyecto académico en contexto de pandemia, con costes no sólo en términos de productividad, sino sobre todo en el aspecto emocional.
El confinamiento nos mostró en estadísticas el lado más cruento del contrato sexual (Pateman, 1995)1 y por tanto del peligro para las mujeres e infancias de permanecer en el espacio doméstico, conviviendo con sus agresores. La pandemia hizo más visible que nunca que la autonomía de las mujeres tiene aún muchas falencias para que logre ser alcanzada: la violencia sigue siendo una constante en la vida de muchas mujeres y la respuesta institucional frente a la contingencia demostró la falta de estrategias de los Estados para combatirla… Seguir leyendo
Fuente para DDF: Daniela Andrade Zubia
Flacso Chile
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