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Los desafíos del cuidado. El mundo se encuentra atravesando la pandemia por COVID-19 y lidiando con los profundos impactos sociales, sanitarios y económicos que conlleva. En Argentina el 20 de marzo se decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) y desde entonces se ha transformado aquello que conocíamos como normalidad. A pesar de que desde el 8 de mayo distintas provincias han comenzado a transitar una fase de reapertura progresiva y aún cuando en el propio AMBA (que permanece en fase 3) se han ido habilitando nuevas actividades productivas, los espacios educativos y de cuidado permanecen cerrados en todo el territorio del país. Mientras la apertura de actividades y la preocupación por la reactivación económica recibe atención política y mediática, las necesidades de cuidado de las familias reciben mucha menos atención y parecen darse por descontado.

Sin embargo, es necesario atender a la pregunta: ¿cómo responder a los desafíos que se presentan en materia de cuidados en un contexto de regreso progresivo al trabajo pero sin contar con los servicios de cuidado habituales?
ELA, UNICEF (Junio 2020)

Los desafíos del cuidado en el regreso gradual a los espacios laborales
Los desafíos del cuidado en el regreso gradual a los espacios laborales

Re-familiarización e intensificación de las tareas de cuidado

En el marco de las medidas adoptadas para el aislamiento social, preventivo y obligatorio, se ha producido una intensificación y una re-familiarización de los cuidados debido al cierre de los establecimientos educativos y de cuidado, sumado a las limitaciones para contar con el apoyo de redes familiares o el servicio de trabajadoras de casas particulares.

En la organización social del cuidado confluyen distintos actores sociales que son responsables y participan de la provisión de servicios de cuidado, en la regulación de los tiempos para cuidar o en el otorgamiento del dinero para el cuidado y que tienen la potencialidad de incidir y modificar la distribución actual de esos cuidados como es el Estado y las instituciones públicas, los sindicatos y las empresas.

En Argentina existe una distribución inequitativa de las responsabilidades de cuidado, tanto en términos de género como en términos socioeconómicos. Por un lado, son las familias quienes mayor carga de cuidado tienen frente a los otros actores sociales y por otro lado, son las mujeres quienes realizan la mayor parte de los trabajos domésticos y de cuidados no remunerados. A su vez, son las mujeres más pobres quienes mayor carga de cuidado tienen, al depender en mayor medida de la oferta pública de servicios de cuidado, que es insuficiente y tener menos posibilidades de acceso a servicios privados.

La pandemia ha profundizado las desigualdades preexistentes. A partir del cierre de espacios educativos y de cuidado, las familias – y en especial las mujeres – han absorbido aún más tareas domésticas: no sólo están resolviendo la higiene y limpieza del hogar y de sus integrantes -que se ha intensificado por las medidas de prevención del virus-, sino también la alimentación y el cuidado directo de más personas, dado que hay que asistir a personas mayores o que integran grupos de riesgo, para prevenir su contagio. Además, son las mujeres quienes están asumiendo buena parte de las tareas educativas de niñas, niños y adolescentes, dando sostén emocional en un contexto de gran incertidumbre, y pérdida parcial o total de ingresos… seguir leyendo

ELA

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