
Este es un listado diferente de libros para iniciarse o profundizar en el feminismo. No están los libros que usualmente aparecen en esas listas tan de moda de libros feministas más recomendados.
En esas listas casi siempre molesta ver cómo se han incluido libros que han sido la punta de lanza patriarcal contra el feminismo como movimiento político de liberación de las mujeres. También es irritante ver cómo una y otra vez se ocultan a autoras imprescindibles como Andrea Dworkin, bell hooks, Adrienne Rich o Audre Lorde. Es inevitable que echéis de menos libros muy importantes, también yo.
Por Kalinda Marín
Faltan libros y no están todos los que son, pero sin embargo sí puedo garantizar que son todos los que están, y que el título de esta nota no es un simple anzuelo.
Si lees estos libros despacio y con el mimo y la atención que se merecen, intentando aprehender las palabras de sus autoras, tu vida cambiará, y lo hará para siempre.
Pulsa en las portadas o en el título si quieres descargar el pdf de los libros que te interesen. Gracias a la labor militante, muy poco reconocida, de muchas compañeras editoras, traductoras y bibliotecarias digitales están a vuestra disposición. Si queréis la versión en papel, algunos de ellos los podréis encontrar, otros no. Preguntad a vuestras libreras feministas favoritas. Todos son buenos libros para tener en vuestra habitación, o para regalar a vuestras amigas, vuestras hijas o vuestras madres, o a cualquiera de nuestras hermanas.
No he elegido libros muy largos ni difíciles de leer. Podrás leer todos estos libros en el tiempo que te llevaría leer, a duras penas, uno solo de esos libros indigeribles y aburridos con los que casi matan el feminismo desde la academia y los centros de poder de la dictadura patriarcal.
No he querido incluir mi opinión de cada libro, qué papel cumplió en la vida de mis compañeras o en la mía, o por qué ocupa un preciado lugar en el listado. Prefiero, que si no los conocías, los explores por ti misma. Siempre hay una lectura íntima, intransferible, de cada libro. Un libro ha de llegar en el momento adecuado, y es imposible que todos los libros, por buenos que sean, lo hagan.
En cada libro he dejado que, con un fragmento de su obra, sea la propia autora la que abra tu apetito o no, la que te atraiga o no con sus palabras, la que te haga tener que leer su libro sí o sí.
bell hooks

El «feminismo como estilo de vida» se acomodaba en la noción de que podía haber tantas versiones del feminismo como mujeres en el mundo. De repente, el feminismo se fue vaciando lentamente de contenido político y se impuso la idea de que no importaba la tendencia política de una mujer, ya fuera conservadora o liberal: ella también podía incorporar el feminismo en su estilo de vida.
La política feminista está perdiendo fuerza porque el movimiento feminista ha perdido definiciones claras. Tenemos esas definiciones. Reivindiquémoslas. Compartámoslas. Volvamos a empezar. Hagamos camisetas, pegatinas, postales y música hip-hop, anuncios para la televisión y la radio, carteles y publicidad en todas partes, y cualquier tipo de material impreso que hable al mundo sobre feminismo. Podemos compartir el mensaje sencillo pero potente de que el feminismo es un movimiento para acabar con la opresión sexista. Empecemos por ahí. Dejemos que el movimiento vuelva a empezar.
Audre Lorde

Existen muchas clases de poder; los que se utilizan y los que no se utilizan, los reconocidos o los que apenas se reconocen. Lo erótico es un recurso que reside en el interior de todas nosotras, asentado en un plano profundamente femenino y espiritual, y firmemente enraizado en el poder de nuestros sentimientos inexpresados y aún por reconocer. Para perpetuarse, toda opresión debe corromper o distorsionar las fuentes de poder inherentes a la cultura de los oprimidos de las que puede surgir energía para el cambio. En el caso de las mujeres, esto se ha traducido en la supresión de lo erótico como fuente de poder e información en nuestras vidas.
En la sociedad occidental, se nos ha enseñado a desconfiar de este recurso, envilecido, falseado y devaluado. Por un lado, se han fomentado los aspectos superficiales de lo erótico como signo de la inferioridad femenina; y, por otro, se ha inducido a las mujeres a sufrir y a sentirse despreciables y sospechosas en virtud de la existencia de lo erótico.
Andrea Dworkin
Estos escritos y discursos presentan un punto de vista político, un análisis,
información, argumentos, que son censurados en la prensa americana para proteger pornógrafos y castigarme por pasarme de la raya. Soy, por
supuesto, una escritora políticamente disidente, pero debido al género, soy una
escritora políticamente disidente de segunda clase. Eso significa que puedo ser borrada, difamada, ridiculizada de maneras violentas y con expresiones insultantes y que pueden impedirme hablar con mi propia voz fingiendo estar a favor de la libertad de expresión.
También significa que cada estereotipo misógino puede ser invocado para justificar la
exclusión, el castigo financiero, el menosprecio y el exilio forzoso del debate público. El hecho es que estos ensayos y charlas hablan por y para vastos números de mujeres condenadas al silencio por esa misma misoginia, esa misma santurronería sádica, esa misma cruel indiferencia a la dignidad humana y a los derechos humanos. Sé, por supuesto, que no se supone que deba seguir escribiendo. Se supone que debería desaparecer como escritora. Espero no hacerlo. Sé que otras personas comparten la misma esperanza; y aprovecho esta oportunidad para agradecerles por la ayuda que me brindaron durante la última década de tratar — como dije antes — de comunicar y sobrevivir, como escritora y como mujer; las dos son una para mí.
Adrienne Rich
Mucho antes de tener plena conciencia de que yo era lesbiana, era la lesbiana que hay en mí quien perseguía esa configuración esquiva. Y creo que es la lesbiana en todas las mujeres que sienten el impulso de la energía femenina, la que las hace sentir la atracción hacia las mujeres fuertes y la que busca una literatura que exprese esa energía y fuerza. Es la lesbiana que hay en nosotras la que nos hace sentir imaginativas, entregarnos al lenguaje, capturar la conexión total y completa entre mujer y mujer. Es la lesbiana que hay en nosotras la que es creativa porque la obediente hija del padre que hay en nosotras es solamente una yegua de tiro. Fue la lesbiana en mí, más que la libertaria civil o la feminista quien persiguió la memoria de la primera mujer negra que amé mucho antes de que me enseñaran lo que significa ser blanca, antes de que nos obligaran a traicionarnos.
Margarita Pisano
El conocimiento y los saberes acumulados por las mujeres tienen, en gran medida, su origen en experiencias y procesos que no necesariamente están sistematizados en los términos de la Academia. Sin embargo, ésta recupera, resimboliza y usa esos conocimientos, sin dar cuenta de sus orígenes, lavándolos de sus propuestas más políticas. Resulta necesario, entonces, que las mujeres comencemos a visibilizar nuestra capacidad de creación y de pensamiento, legitimando el proceso que nos ha llevado a formular y reformular un pensamiento extrasistémico, de la misma manera como hemos visibilizado nuestros sufrimientos. Si bien es evidente que algunas de estas reflexiones están inspiradas en textos que podrían ser citados, ellas son, al mismo tiempo, producto de síntesis que han sido hechas a través de los años, de experiencias concretas que nacen de mi activismo político-feminista. Las reflexiones de este libro provienen de diferentes espacios y personas, algunas citables, pero otras –tan importantes o a veces más– no se encuentran en las bibliotecas.
Kate Millett
El dominio sexual es tal vez la ideología más profundamente arraigada en nuestra cultura, por cristalizar en ella el concepto más elemental de poder.
El sexo reviste un carácter político que, las mayoría de las veces, suele pasar inadvertido.
Sean cuales sean las diferencias sexuales “reales”, no las conoceremos hasta que ambos sexos sean tratados con paridad.
El concepto del amor romántico es un instrumento de manipulación emocional que el macho puede explorar libremente, ya que el amor es la única condición bajo la que se autoriza (ideológicamente) la actividad sexual de la hembra.
El profundo cambio social que implica una revolución sexual atañe sobre todo a la toma de conciencia, así como a la exposición y eliminación de ciertas realidades, tanto sociales como psicológicas subyacentes a las estructuras políticas y culturales. Supone, pues, una revolución cultural que, si bien ha de llevar consigo esa reestructuración política y económica a la que suele aplicar el término revolución, tiene que trascender necesariamente dicho objetivo.
Angela Davis
El trabajo doméstico ha sido convertido en un trabajo que oprime a quien lo realiza porque se realiza en condiciones que quedan fuera de nuestro control. En este momento de necesidad de cambio social, y con esta mirada marxista-feminista, creo que el cambio debe empezar por una recuperación del trabajo de reproducción, de las actividades de reproducción, de su revalorización, desde la óptica de la construcción de una sociedad cuyo fin, en palabras de Marx, sea la reproducción de la vida, la felicidad de la sociedad misma, y no la explotación del trabajo.
Actualmente, para las mujeres negras y para todas sus hermanas blancas de clase obrera, la idea de que la carga del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos pueda ser descargada de sus espaldas y asumida por la sociedad contiene uno de los secretos milagrosos de la liberación de las mujeres. La atención a la infancia y la preparación de la comida deberían ser socializadas, el trabajo doméstico debería ser industrializado, y todos estos servicios deberían estar al alcance de las personas de clase trabajadora.
Sangre, pan y poesía Prosa escogida, 1979–1985
Adrienne Rich
Suponed que nos hacemos una simple pregunta: ¿qué necesita saber una mujer para convertirse en un ser humano consciente de sí misma y con capacidad para definirse? ¿No necesita conocer su propia historia, su cuerpo de mujer usado tantas veces con fines políticos, conocer el genio creativo de mujeres del pasado, la habilidad, las destrezas, las técnicas y las visiones que poseían las mujeres en otros tiempos y culturas, y como se las ha sumido en el anonimato y se las ha censurado, interrumpido, devaluado? Como miembro de esa mayoría a la que todavía se le niegan los derechos de todo ciudadano, a la que se esclaviza como presa sexual, a la que se paga menos por su trabajo, o no se paga en absoluto, y que esta alejada a la fuerza de su propio poder, ¿no necesita una mujer un análisis de su condición, conocer a las pensadoras que en el pasado han reflexionado sobre todo ello, conocer, también, las rebeliones individuales y los movimientos que las mujeres han organizado en todo el mundo contra la injusticia social y económica, y como estos se han visto fragmentados y silenciados? ¿No necesita saber como se han institucionalizado condiciones aparentemente naturales como la heterosexualidad o la maternidad, para arrebatarle su poder? Sin tal educación, las mujeres hemos vivido, y continuamos viviendo, ignorantes de nuestro contexto colectivo, vulnerables a lo que la fantasía de los hombres ha proyectado sobre nosotras, tal y como se ve en el arte, en la literatura, en las ciencias, en los medios de comunicación y en los llamados estudios humanísticos. Mi sugerencia es que no es la anatomía, sino una ignorancia impuesta la que ha sido crucial en nuestra falta de poder.
Gerda Lerner
La mayor parte de las obras teóricas del feminismo moderno, desde Simone de Beauvoir hasta el presente, son ahistóricas y han descuidado los estudios históricos feministas. Era comprensible en los primeros días de la nueva ola de feminismo, cuando casi no se sabía nada acerca del pasado de las mujeres, pero en los años ochenta, cuando hay gran abundancia de excelentes trabajos especializados en Historia de las mujeres, en otros campos continúa persistiendo una distancia entre el saber histórico y la crítica feminista.
¿Qué es la historia? Debemos distinguir entre el registro no escrito del pasado -todos los sucesos del pasado que recuerdan los seres humanos- y la Historia — el registro y la interpretación del pasado. Al igual que los hombres, las mujeres son y siempre han sido actores y agentes en la historia. Puesto que las mujeres representan la mitad de la humanidad, y a veces más de la mitad, han compartido con los hombres el mundo y el trabajo de la misma manera. Las mujeres no están ni han estado al margen, sino en el mismo centro de la formación de la sociedad y la construcción de la civilización. Las mujeres también han cooperado con los hombres en la conservación de la memoria colectiva, que plasma el pasado en las tradiciones culturales, proporciona un vínculo entre generaciones y conecta pasado y futuro. Esta tradición oral se mantuvo viva en los poemas y los mitos, que tanto hombres como mujeres crearon y conservaron en el folklore, el arte y los rituales.
Nuestra Sangre. Profecías y discursos sobre política sexual
Andrea Dworkin

El sexo del macho, de acuerdo a su designación positiva, posee cualidades positivas; y el sexo de la hembra, de acuerdo a su designación negativa, no tiene ninguna de las cualidades positivas atribuidas al sexo del macho. Por ejemplo, de acuerdo a este modelo, los hombres son activos, fuertes y valientes; y las mujeres son pasivas, débiles y temerosas. En otras palabras, sean lo que sean los hombres, las mujeres no lo son; lo que puedan hacer los hombres, las mujeres no pueden; cualquier capacidad que los hombres tengan, las mujeres no la tienen. El hombre es lo positivo y la mujer es su negativo. Esta enfermiza visión de la mujer, como negativa del hombre, “mujer en virtud de cierta falta de cualidades” infecta toda la cultura. Es el cáncer en las entrañas de cada sistema político y económico, de cada institución social. Es la raíz que magulla todas las relaciones humanas, infesta toda la realidad psicológica, y destruye la fibra misma de la identidad humana.
Andrea Franulic
El feminismo radical también tiene un aterrizaje, más evidente en algunas de sus expresiones, que retorna al orden patriarcal, porque no abandona, para pensar la política de las mujeres,
la dialéctica de lucha entre opresor/oprimido ni tampoco el sistema de géneros masculino/femenina, a propósito de que se esmera en querer abolirlo. En este sentido, se plantea como un feminismo
deconstructivo del orden imperante más que como un feminismo propositivo de otro orden simbólico, es decir, mantiene, de manera
imprescindible, como punto de referencia, para la práctica política
feminista, las opresiones que produce el patriarcado. Por eso, el feminismo radical muchas veces basa su política, principalmente, en reivindicaciones y denuncias. Estas son necesarias, sin duda, pero creo que siempre deben ir acompañadas de la reflexión profunda de cómo, cuándo, dónde y para qué.
La diferencia es una perspectiva que siempre me ha hecho sentido (ecos y resonancias) desde mis inicios en el feminismo, porque hace de este un pensamiento y un espacio políticos absolutamente distintos a las prácticas patriarcales y las ideologías que las sustentan, feministas o no. Esta perspectiva me permite darles más de una vuelta a las cosas y jamás dejarlas caer en el mismo lugar. Muchas veces da respuesta a las búsquedas que tuve y tengo cuando nada me conforma. Y, como dice Camila Sandivari de Lúcidas, nos invita a la soltura de no hacernos cargo del fracaso civilizatorio de las
sociedades patriarcales.
Escupamos sobre Hegel y otros escritos
Carla Lonzi
Al tomar conciencia de los condicionamientos culturales que desconocemos, no dudamos siquiera de que habíamos descubierto algo esencial, algo que cambiaba todo: el sentido que tenemos de nosotras, de las relaciones, de la vida. A medida que se llegaba al fondo de la opresión, el sentido de la liberación se convertía en algo más interior, más personal. Por tal razón el camino de la toma de conciencia — de cualquier modo que se lleve a cabo — es el único camino para la liberación, de lo contrario se corre el riesgo de luchar — siguiendo un camino ilusorio — por una liberación que luego se revela exterior, aparente.
Nadie está a priori condicionado al punto de no poder liberarse; nadie estará a priori tan poco condicionado como para ser libre. Las mujeres no estamos condicionadas de modo irremediable: solo que no existe en ningún siglo una experiencia de liberación expresa de nosotras mismas, tal y como ha ocurrido, en cambio, en el mundo masculino. Descubrir en qué consiste la liberación es liberarse. Estos escritos son para mí un primer paso hacia esa experiencia: una premisa y una profecía.
Mujeres en relación. Feminismo 1970–2000
María-Milagros Rivera
En el último tercio del siglo XX parte del movimiento de las mujeres se basa en la toma de conciencia individual y en la relación, no en los juegos de fuerzas para tomar e imponer una decisión. Privilegiar la relación a dos, exponer a la empatía: sin ser abstraídas a una categoría general «mujer» o mujeres sino teniendo en cuenta la experiencia y el deseo singulares de cada una. Relación que va más allá de la relación social, más allá, no en contra de ella.
¿Cómo vivir continuamente en vilo entre la fuerza que ordena tradicionalmente un espacio y lo que a estas mujeres nos gusta que ordene ese mismo espacio, y que es el sentido: el sentido de lo que ahí haces y de lo que ahí vives? Pienso que en esta contradicción o paradoja está el secreto de las creaciones políticas femeninas para gobernar obtenidas en estos tiempos de final del patriarcado. Una orientación la da la propia lengua, que desvela la contradicción dejando que la palabra “ordenar” exprese dos significados completamente distintos: ordenar entendido como imponer, como ordeno y mando, o sea, en el régimen de la fuerza, y ordenar entendido como poner orden colocando cada cosa en su sitio, sin violencia.
lucia -
buenisimo!!! gracias
Cristina -
Muchas gracias. Imprescindible.