Paula de Luque es la directora de “Juan y Eva”, está la etapa final de su película documental sobre Néstor Kircher y es organizadora del festival Unasur Cine. Al mando de todas sus tareas, piensa en voz alta sobre ese lugar: “Hay una reflexión sobre ser mujer y cómo conducir sin masculinizarse”. Por Florencia Copley.
La cineasta atraviesa uno de los momentos más importantes de su vida profesional, según ella misma confiesa. “Estoy haciendo la película de Néstor (Kirchner), que todavía no se cómo se llama, mientras ‘Juan y Eva’, que es mi película anterior, hace su camino”.
El sábado de Paula se inicia con esta entrevista. Con una taza enorme de café en la mano, atiende el teléfono, le manda un par de mensajes a su hija que por primera vez viajó sola al exterior y recibe al diariero que le reserva una edición del periódico del domingo que saldrá con una copia de su último largometraje protagonizado por Julieta Díaz, en el papel de Evita, y Osmar Núñez, como Juan Domingo Perón.
Reflexiona mientras habla, ríe con ganas cuando la charla lo amerita, hace pocas pausas y gesticula mucho. Aparenta ser una mujer inquieta y profunda. “Soy muy organizada y tengo una disciplina muy fuerte porque mi cabeza fue formateada así. Soy bailarina de profesión, de formación muy férrea, y muy acostumbrada a que el esfuerzo trae sus logros”.
Con ese espíritu y una mirada femenina muy propia, Paula asume el desafío de su último gran proyecto. “Hablar de Néstor es intenso laboralmente, políticamente, profesionalmente, cinematográficamente y en lo personal también”.
-¿Cómo llegó a tus manos la película de Néstor?
-Primero la película tenía otro director pero a los productores les pareció que tenían que hacer otro corte y entonces me convocaron. Yo dije que sí al instante pero que iba a empezar todo de nuevo. Escribí un guión y filmé seis semanas.
Me llevó mucha reflexión, mucho desvelo de decir “por dónde encaro a este personaje que es tan grande y a la vez tan reciente, tan vivo, tan de mi época, tan de mi propio tiempo”.
Además, esta película tiene una particularidad que es que a medida que la estoy haciendo, la historia sigue. Entonces digo “paren, estoy haciendo una película” y siguen sucediendo cosas.
Y también, cuando hacés un documental te encontrás con cosas que no tenías previstas, obviamente, porque es inherente al documental. Al mismo tiempo, hay mucho de ficción porque en la medida que iluminás, encuadrás, decidís un punto de vista en vez de otro, esa subjetividad le otorga algo de ficcional y hace que la obra final sea tu punto de vista. Es tu mirada y no la de otro. Néstor decía: “ésta es mi verdad relativa”.
-¿Cuál es el recorte que vas a hacer sobre la vida de Kirchner?
-No hay un recorte posible. Néstor no es sólo su historia de amor con Cristina, no es sólo un bicho político, no es sólo un líder de masas, no es sólo un tipo del sur, no es sólo un tipo al que le haya pegado el viento… Es todo eso junto y es realmente un personaje increíble.
Ayer sentí por primera vez algo muy intenso que es el viento en el cuerpo. Había estado en situaciones de viento pero fui a Caleta Olivia, que es una localidad de Santa Cruz, y cuando volvía teníamos que caminar por la pista del aeropuerto y ya habían avisado que no tuviéramos cosas en la mano porque había mucho viento. Nos dio un poco de risa. Bueno, salí del aeropuerto rumbo a la escalerita del avión y el viento pegó de un modo que te volabas. Pensé tanto en Néstor… Que te pegue el viento en el cuerpo de ese modo es una experiencia muy particular. Y él ha crecido con ese viento en el cuerpo. Bueno, eso es parte de la poética de la película.
-¿En qué consiste el festival Unasur Cine?
-Es el primer evento cultural de la Unasur. El objetivo es que sea un punto de encuentro de la cinematografía suramericana. Es una idea que tuvimos el año pasado con Mariana León Echevarría, una amiga que trabaja en producción hace un tiempo muy largo y pensamos hacer un festival de cine de la Unasur.
La primera edición se va a hacer ahora del 15 al 22 de septiembre en la ciudad de San Juan y tenemos mucha expectativa porque es un festival más grande de lo que soñamos.
Cuando el 17 de octubre del año pasado fui a San Juan a presentar “Juan y Eva” me sentí muy bien recibida por todos. Allí entablé una relación con la senadora nacional Marina Río Frío y ella y el gobernador tuvieron la decisión política de abrir este espacio para la cultura.
-¿Considerás que hubo cambios durante los últimos años en el país respecto de las reivindicaciones de género?
-El otro día tuvimos una discusión graciosa, risueña, con un colaborador varón del festival que me hablaba del cupo femenino. Le digo: “¿qué cupo femenino?, la presidenta de la Nación es mujer, la presidenta del INCAA es mujer, la presidenta del festival soy yo, soy mujer, ¿qué cupo femenino?, hablame de cupo masculino”.
Sí, creo que está cambiando. La otra vez en una muestra sobre mujeres había un plano del mundo y estaban marcados por puntos rojos los lugares que estaban conducidos por una mujer. Y eran muy poquitos. Era fuerte. Todos los demás eran tipos. Es una reflexión.
Estamos en un momento cultural de transición pero ya no es el tema que era hace 15 ó 20 años atrás. Creo que al varón también le cuesta mucho porque está formateado para una mujer dócil y cree que lo femenino es eso, y está acostumbrado a que eso sea lo que le gusta.
Hay que ser muy varón para aguantar la interpelación y el desafío que una mujer de este tiempo le genera a un tipo que está formateado de otro modo. Yo no transformaría todo en una cuestión de competencia entre la mujer y el varón, me parece que es otra cosa. Es una nueva construcción de los vínculos, del modo de ver el mundo, de las sociedades.
-¿Qué mujeres te inspiran?
-Me inspiran muchas mujeres, principalmente mi hija. Mujeres del mundo público, privado, político, artístico. Y muchos hombres también. Muchas mujeres juntas me aburren. Me gustan mucho los varones y me interesa el intercambio con el universo masculino, a nivel intelectual, a nivel afectivo, más allá del amor, antes de eso. Tengo amigos varones, considero que existe la amistad entre el hombre y la mujer, que existe ese intercambio.
-Cuándo te empezaste a dedicar al cine, ¿sentiste diferencias por ser mujer?
-Y sí, por momentos sentía que hacía una película con una mano y con otra el Nesquik. Mi primera película la escribí en birome, en un cuadernito, en el bar de al lado del colegio de mi hija mientras ella hacía sus actividades.
No me parecía un sacrificio, me parecía lo más normal. Amo a mi hija y además amo mi profesión entonces en vez de estar leyendo la revista Gente, como hacían otras mamás, yo escribía un largometraje, y lo estrené.
Para mi es muy normal ser como soy y es muy normal ser mujer y es muy normal que como mujer uno tenga que estar más presente en la vida de los hijos, por ahí más que los varones. No me lo cuestiono ni tampoco he delegado mi condición de madre. Tengo una sola hija pero preguntale a ella lo insoportable que soy. No soy una madre ausente y no soy una directora ausente en mis trabajos.
-¿Pensás que estamos superando las discriminaciones de género?
-Todavía hay cuestiones de género que son muy jodidas. Yo lo que no quiero es victimizarme por mi condición de mujer y decir que me cuesta más que a un hombre, creo que es más complejo el análisis.
Bueno, el odio que se derrama sobre Cristina (Fernández de Kirchner) es un odio de género. Y es odio de género porque Cristina es una presidenta sexuada. Es linda, es mujer y ejerce su poder desde su función de mujer, no se masculiniza. Y ahí sí hay un tema.
La energía masculina es de un modo y la energía femenina es de otro. Pero en el ejercicio de la conducción, el tema de la femineidad es un tema a no descuidar. Porque si te descuidás mucho y sos muy femenina y ejercés eso desde la femineidad te pasan por encima. Y si te masculinizás mucho te perdés. Hay una reflexión ahí sobre ser mujer y cómo conducir.
Cuando había mucho quilombo en “Juan y Eva”, yo le decía a mi asistente de dirección “mirá, pegá un grito vos porque si gritás vos te respetan, si grito yo me pierden el respeto”. Una directora mujer que grita en un set es una histérica, un hombre que grita en un set tiene autoridad. Esas cosas pasan.
Pero creo que hay un modo femenino de hacer la conducción, de mirar el mundo, de hacer cine y sobre esa parte mía es sobre la que trabajo. (Telam)