
La pandemia mundial desatada por la expansión descontrolada del COVID-19 se tradujo en una crisis sanitaria global. En Argentina, como en otros países, se decretó la cuarentena obligatoria, es decir, la imposibilidad de circular libremente sin justificativo, so pretexto de propiciar el contagio. Esta medida, en principio celebrada como un mecanismo para evitar la propagación de la enfermedad y la infección, requiere de nosotros y nosotras una lectura minuciosa, puesto que la violencia de género se propicia en estas condiciones.
Por Andrés Borrello
Diario Digital Femenino
El aislamiento forzado de las millones de personas en Argentina significa, cuanto mucho, un cambio total en nuestros ritmos de vida. Permanecer durante días enteros en el encierro puede ser para muchos y muchas una aventura, un cambio de aires, un momento de encuentro. Pero para la mujer que sufre de violencia de género, significa estar condenada a sufrir las 24 horas del día.
En un contexto donde los servicios de salud están a pleno funcionamiento (y solicitan mesura en la utilización), y donde los agentes policiales recorren día y noche las calles de nuestro país a modo de prevención, las mujeres víctimas de violencia de género se encuentran más solas que de costumbre.
Es sabido que muchas redes de solidaridad construidas por la militancia feminista y los grupos de mujeres continúan funcionando, pero la restricción a la movilidad es un obstáculo para mantener rígidos los lazos de solidaridad y el vínculo personal.
La comunicación entre mujeres y víctimas es vía telefónica o a través de redes sociales, por lo cual la mujer está a merced del agresor.
No cuestionamos la medida de aislamiento preventivo impulsada por el Gobierno Nacional y los distintos gobiernos provinciales y municipales, pero insistimos en la necesidad de tomar decisiones con perspectiva de género. No porque sea un capricho ni una moda, sino porque los femicidios en Argentina, por ejemplo, ya superaron con creces los casos de muertes por Coronavirus, sin que se corresponda una real política pública de prevención y concientización.
En 2019 se cometieron 327 asesinatos de mujeres en Argentina. En lo que va de 2020, hay más de un femicidio por día. Las llamadas al 144 crecieron un 25% desde el establecimiento de la cuarentena. Sabemos que más del 80% de los asesinos son parejas, exparejas o familiares, y que en el 75% de los casos ocurren en viviendas privadas. (Conclusiones de La Casa del Encuentro y Mumalá).
Lo que citamos son datos. Deberíamos ponerle rostro y nombre a cada una de esas mujeres. Son nuestras parejas, nuestras madres, hijas, tías, primas o abuelas. Son nuestras amigas o conocidas, nuestras compañeras de facultad, o de trabajo, o bien la vecina. O una simple desconocida. Pero está sola, y en este contexto, más aislada que de costumbre.
Como sociedad, en contextos desafiantes como los que atravesamos, debemos redoblar esfuerzos. Hacer las denuncias, llamar a la policía ante la más mínima sospecha, contactarnos con ellas, difundir los teléfonos de especialistas y del gobierno, acompañarlas…
Quedate en casa… pero no seas cómplice, no te calles.

Imágenes aportadas por Claudia Santiago, directora de Prevención y Asistencia de la Violencia Familiar, Gobierno de La Pampa