
Leticia Bertotto – Historias de vida
Leticia Bertotto es levantadora de pesas, licenciada en Kinesiología y Fisiatría, egresada de la UBA. Tiene 49 años. Es pampeana y cinco veces campeona del mundo en su carrera profesional. Y hoy la conoceremos y reconoceremos mediante este recorrido de su vida tan inusual, tan comprometida y con tanta amorosidad.

Por Alejandra Funes
Fotos Julián Varela
“Soy cinco veces campeona del mundo en cinco años consecutivos. Todo 2019 no competí, hice una especie de retiro”, contó a Diario Digital Femenino y reconoció que no pensaba que iba a tener intenciones de volver a la actividad, como así tampoco se imaginó que una pandemia iba a afectar al país y la provincia.
“Y en una situación como una pandemia, realmente no se sabe cómo vamos a reaccionar o que va a pasar. Y una puede hablar de esas cosas, jugando, y cuando sucede todo pasa por otro lado. Entre las cosas que pasaron fue que me traje todos los elementos del gimnasio para casa”, afirmó.
De esta manera, armó un gimnasio en el fondo de su vivienda. “Parte de eso me lo donaron desde Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) para poder entrenar. No tenía elementos adecuados para el nivel en el que estaba en el 2016, cuando ya iba para mi tercer mundial. Y no tenía elementos, solo los que se encuentran en cualquier gimnasio y eso para nuestro nivel no es posible. Ni las barras, ni los discos, ni los tablados”, relató.
De esta manera, le planteó su situación al gobierno provincial y nacional. Fue así que recibió “unos discos de hierro calibrado y unas barras calibradas. Eso me queda como una propiedad. Es irrompible, no se pasa de moda y lo tengo todo acá en casa, con eso entreno y arranque a entrenar con todo. Yo siempre digo, al deporte lo he utilizado para muchas cosas y entre ellas para salir adelante en situaciones difíciles, cuando hay alguna cosa que produce cierto malestar, tristeza, algo que está urgiendo y lo que está pasando me da mucha tristeza”.
“Lo que está pasando con la mujer, que la mujer tenga que luchar tanto los espacios. Yo lo tuve que hacer ya que estoy en un deporte que era casi para hombres. Ellos como dueños de la fuerza. El estereotipo hombre es soy fuerte y el estereotipo mujer es que no puede tener músculos”, señaló.

“El resto tiene que cambiar”
Para Bertotto es el “resto” el que “tiene que cambiar”. En ese sentido, comentó que años atrás “las chicas venían y me decían ‘no quiero tener tantos músculos como vos, no quiero parecer un hombre’ y ahora vienen y me dicen que quieren tener mis músculos”.
“Es tan increíble lo que ha cambiado la mujer que ya no es que no se quiera parecer a un hombre, sino que quiere ser ella misma. Antes solían decirme la frase ‘eras tan linda antes’, y yo les pregunto ¿Cuándo? ¿Cuándo era una Barbie?’”, afirmó.
“Yo nunca me sentí tan linda como ahora. Porque siento linda la fortaleza que tengo. Como pude usar mi cuerpo y llevarlo al límite a los cuales muchas mujeres sienten que no son su lugar porque es lugar del hombre. Lo sigo llevando y estoy otra vez entrenando a nivel elite nuevamente”, continuó.
Bertotto reconoció que muchas personas le han pedido “que vuelva, que me necesitan”. Y confesó que también se necesitó a sí misma. “Necesité a esa Leti parada en un tablado con ese grito de guerra, haciendo algo siempre más allá. Marcando territorio, poniendo pie en la luna por la mujer y para la mujer. Siento que es así, no diciéndolo sino haciéndolo en silencio, y acá en el fondo de mi casa tengo la barra, tengo los discos y todos los días entreno para volver”, subrayó.
Confía a que el año próximo volverá a representar al país, la provincia y “a mi tan querido género femenino”. Por el momento, espera que la pandemia pase. “La idea era ir a EEUU a un gran campeonato en Las Vegas en diciembre, pero no creo que sea posible. Aunque entreno como que sí, porque no puedo echar para atrás el entrenamiento diario. Entonces, sea lo que sea en diciembre probaré y si no será en el fondo de mi casa y será mi propio torneo”.
“Siempre miré mi propio camino”.
La deportista fue clara al afirmar que su historia “no pasa por competir con otro”, sino que “compito conmigo misma. Me ocupo de mí y para mí, porque creo que no puedo alimentarme en base a una otra o un otro. Por el contrario, me alimento en base a lo que siento que necesito y necesito poner la mirada en mí en esos momentos. Y ahí es donde crezco”.
“Muchas veces me preguntan si tuve que luchar mucho. En realidad, a mí no me costó porque no miro al otro o la otra si está luchando para frenarme o si algún hombre se sintió tocado porque ocupé su lugar. Seguramente se deben molestar los hombres o seguramente han pasado esas cosas, pero yo no lo miré. Siempre miré mi propio camino. Y ahora me doy cuenta de eso, no fue algo consciente. Y ahí sale lo real. No hay puesta en escena, soy esto”, sostuvo.
De esta manera es que evoluciona constantemente, crea y hace “lo que se me antoje de mí, de mi cuerpo, de mí ser a medida que voy evolucionando, probando cosas nuevas y haciendo cosas diferentes. Y todo es real. La fortaleza, lo que digo, la motivación. Soy así y no podría ser de otra forma. No podría vivir de otra forma, entonces me pregunto aquellas personas que viven dualidades, que viven en un escenario continuo, disfrazados con máscaras y caretas, sostengo que deben ser muy fuertes. Son campeones del fingir”.
“Lo fácil es ser natural, si un día estoy triste, me respeto, pero elijo ser feliz. Elijo ser feliz o ser Leticia, o ser campeona. Nada de lo que soy es porque no lo he elegido. Porque una no tiene que esperar que la felicidad esté marcada por si salió el sol o si llueve. Si no parece que somos seres a la deriva”, reflexionó.
Los estereotipos son jaulas
Bertotto reconoció que siempre sintió placer en hacer fuerza, incluso desde su infancia. “Soy la menor de 4 hermanos, 3 de ellos varones y todos nuestros juegos eran arrastrar, empujar, trepar, colgar. Todo era fuerza, si había que empujar un auto, yo estaba ahí. Siempre”.
“Hay algo en mí en demostrarme a mí misma que puedo. Desde chiquita, si quería levantar una piedra estaba 4 horas intentándolo. Y todo eso siempre lo disfruté y disfruto. Está en mí. Tengo genética para la fuerza, soy aguantadora, tengo mucha cabeza. Para hacer fuerza hay que tener mucha cabeza. Porque es simbólico el levantar el peso del piso. El erguirte con una pesa, pararte y salir desde el agachado para pararte y erguirte con el pecho arriba y hasta que no quedas derecha no te dan el OK los jueces. Es de evolución humana”, afirmó.

“Es salir desde el abajo hacia el arriba. Levantar la mirada, que te queden las rodillas derechas, el pecho arriba. Todo esto tiene que ver con pararte ante la vida. Si yo me paro ante la vida con 200 kilos en la espalda, como no me voy a parar sola ¿Cómo me va a tirar la vida misma? Ese es el símbolo que hay detrás de hacer fuerza. No soy amante de los fierros, no amo fierros. Yo amo la vida”, remarcó.
Bertotto se muestra como una enamorada de la vida y es consciente de que tiene “una energía no domesticada”. Por estos motivos, sabe que necesita “de esas ‘salvajadas’ como me dice mi madre, para sentir que no estoy en una jaula. El sistema, los estereotipos son jaulas. Huyo de esas cosas. Pero lo mío es algo espontáneo, no mental. Ahora, después de unos años, miro el camino recorrido en forma espontánea y hoy puedo mentalizar recién. No fue al revés. Mi camino fue así, primero hice y después pensé. Una forma bastante ‘salvaje’”.
Pisar la luna
El “primer amor” fue el vóley, deporte en el que llegó a representar a La Pampa en la selección provincial. Luego, incursionó en las ligas nacionales, donde sufrió una grave lesión en su rodilla. “Me operaron a los 18 años con un pronóstico fatal: me dijeron que nunca más iba a poder jugar al vóley”.
En ese momento, toda su proyección deportiva se cayó. “Me rehabilité y termino estudiando kinesiología. Me fui a Buenos Aires con la idea de ser kinesióloga deportiva y a la vez auto rehabilitarme porque nunca dejé la idea de volver a jugar al vóley. Pero cuando vi la primera vez una canilla con una persona padeciendo un ACV o algún niño atropellado con múltiples fracturas, me olvidé del deporte”, recordó.
“Tengo un postgrado en neurología, también en terapia intensiva de adulto, niño y neonato. Trabajé muchos años en Buenos Aires. Estudié en la U.B.A. Me recibí, tuve dos hijos y me volví a Santa Rosa”, agregó.
En aquel entonces tenía 34 años. “Me volví para tener un lugar más cómodo, más placentero, pero me empieza a sobrar el tiempo. Gimnasio y fierros siempre hice, nunca paré porque me quedó el hábito de cuando jugaba al vóley. Por ejemplo, si una chica hacía con 50 kilos, yo hacía con 100 kilos. Otra hacía brazos con 20, yo hacía con 40. Naturalmente. Había algo previo, no es que nunca hice fuerza y de golpe campeona mundial de fuerza”, explicó.
Durante su estadía en Buenos Aires muchos entrenadores le recomendaron que se dedique al levantamiento de pesas, pero en ese momento no lo pensó debido a que su intención era volver al vóley. “Una vez iba pasando por un gimnasio, ya acá en Santa Rosa, donde hacían levantamiento de pesas, entré y me invitaron a levantar. Ahí me encendí, no podían creer mi fuerza. Y mi entrenador, hasta ahora es el único que he tenido y conservo, Juan Martín Sosa, me dijo que con los kilos que yo podía levantar, la edad y mi peso podía ser campeona argentina”, contó.
“Entramos a los archivos de la Federación, vimos los récords, no lo podíamos creer. Me pregunto si quería competir, que salíamos con récords incluso. Ese año, 2014 era en Bariloche la competencia, lo pensé dos o tres días y lo llamé para decirle que sí. Clasifiqué, gané torneos. Viajamos a Bariloche, a Bahía Blanca, al interior de La Pampa y gané en todo”, resaltó.
Luego se coronó campeona argentina y clasificó para el mundial, donde ese año ganó en su categoría. “Pero ahí fue mi primer encuentro con mujeres que hacía 20 años que se dedicaban a esto”, contó.
“Fue la única vez que hubo un mundial en Argentina. Fue en Cataratas. Había mujeres de todo el mundo. En mi categoría gano, era Master1, hasta 75 kilos. Y cuando volvía con mi copa y mi medalla ya estaba pensando en el año siguiente que sería en EEUU. Llegamos y arranque a entrenar para el siguiente año. En el 2015 gano el Caldén de oro por primera vez. Mujer, en deporte de fuerza. La terna que había desaparecido, empieza otra vez para competidores en La Pampa. Y no paró más la terna”, destacó.
En 2016 fue a Serbia y en 2017 a República Checa. Luego comenzaron los verdaderos desafíos: “En 2018, fue tremendo el despliegue y la performance a la que pude llegar es algo inédito, ahí sí que tuve que luchar con el pensamiento social que era que ‘Bertotto llegó a su límite’”. En la jerga se decía que llegue a mi limite, con 48 años, “adonde más quiere llegar”.
Sin embargo, la historia se reservaba un lugar para ella. “Levanté 25 kilos más y ahí fue donde quedé en la historia. Llegué a levantar 250 kilos, con 48 años de edad, 88 kilos de peso corporal. A lo que ninguna mujer nunca llegó, llegué yo. Eso para mí es pisar la luna. No es Leticia Bertotto puede, cualquiera puede llegar. ¡Mujeres, se puede! Y espero que después de esto vengan otras y otras y otras, y que lleven la marca mucho más allá”.
Bertotto tiene claro que lo importante es que “siempre haya alguien que se atreva a pisar esos terrenos que parece que no existen para nosotras. Existen, están y están esperando ser ocupados. Hay muchos espacios en blanco que nos están esperando”.
El camino de oro.
Cuando llegó a Hungría en 2018 pensó en retirarse. Sin embargo, “cuando termino de levantar la barra me dan el OK los 3 réferis, bajo la barra y veía a la Federación argentina con la bandera gritando emocionados. Me tocan, porque tienen que comprobar que no tengo ningún elemento que me ayude a ganar, es una formalidad. Cuando levantan mi mano dando el OK, estalló el lugar. Y solo agradecí, agradecí al cosmos, a todo porque había llegado donde quería llegar. Esos son los momentos donde una no va al 100%, sino al 110%, mucho más allá del cuerpo”.
“Es la mente, es la energía, es el amor, es todo lo que una tiene adentro. Entonces, eso no tiene ya que ver con el cuerpo, porque yo no entrené el cuerpo para esos kilos, entrené la mente para esos kilos. Y el cuerpo fue atrás como pudo. Y durante más de un año me mantuve en primer lugar. Incluso sin competir hace dos años me sigo manteniendo primera”, destacó.
Actualmente, por una numeración mínima, está en el segundo lugar del ranking. “Aún sin competir”, celebró. En ese sentido, contó que su preparación es siempre para ganar, aunque sea con un gramo. “Así que quiero volver con todo a quedar número 1. Mostrando que una puede hacer pausas, esos silencios musicales que tiene una buena sinfónica. Porque no todo es música, a veces hay que saber hacer un silencio y yo lo necesité”, reconoció.
A Bertotto la pandemia le trajo “música de nuevo, entonces volví a escribir de nuevo. Saqué el audiolibro durante la pandemia que se llama Amor en la era de la re-evolución. Es algo que tenía escrito hace rato que no saque nunca a vender masivamente. Lo saqué entre mis seres queridos. El original lo tiene mi hija, que está escrito a mano, se lo regalé a ella”.
“Y este es un audiolibro contado con mi voz, con lo que yo quería destacar en cada cosa. Fue muy mágico para mí hacerlo. Y hay una pequeña meditación guiada en cada parte que fui escribiendo. Son 10 poesías y 20 frases cortas. Elegí las 20 que más me gustaban y los 10 poemas que tienen que ver con los tiempos de la pandemia. Y pronto saldrá mi libro que se llama El Camino de Oro. Que tiene que ver con que en esa búsqueda por el oro se descubre el oro interno. Y que cuando llegas, te das cuenta que siempre estuvo ahí”, reveló.
De esta manera, se prepara para ir por más. “Quiero traer una sexta medalla para el país. Me siento muy fuerte, no me he sentido como ahora. Las cosas que han pasado por el planeta me llevan a pensar en fortalecer y nutrir todo aquello que es real en cada uno de nosotros y nosotras. Y ver que aquel que realmente era fuerte, ahora vera si lo es. Y aquel que era aparentemente frágil, ahora vera que no se quebró. Y se comprueba que tal fragilidad no existe. El silencio que esta pandemia nos obligó a hacer, es sanador. Y, por otro lado, se expone toda la mentira que hay en cada uno de nosotros y nosotras. Porque todes teníamos una falsedad que no sabíamos que estaba operando en nosotres. Me refiero al lado inconsciente de las personas. Bueno, a mí esto me hizo volver con muchas ganas. Me aferre al deporte una vez más. Y a ser fuerte a través del deporte mismo y con muchas ideas nuevas para poder ayudar socialmente”, sostuvo.
El imposible no existe y aflojar no es opción
Con su experiencia, Bertotto busca “transmitir y motivar a que todos podemos ser lo que queramos. Siempre poder transmitirlo al más vulnerable, al más olvidado o aquel que no tiene acceso a llegar”.
En ese sentido, hace tres años que se desempeña en el Programa Provincial Provida. En ese marco, están intentado “armar algún programa para niños, niñas y adolescentes. Hay que hacer por y para el otro, aunque no hay otro, somos espejos caminando ¿Cuánto una puede estar contenta con todas estas medallas colgadas en el cuello si hay cantidad de gente que nunca tuvo acceso a un deporte o saber que se siente formar parte? Cuanto de real tiene que yo llegue ahí si muchas y muchos que pasaron de ser niñas a madres, de ser niños a la esquina”.
“Los que nunca tuvieron la posibilidad de formar parte de un equipo, nunca camaradería, nunca compañerismo, de portar una pelota, una camiseta, representar a algo, tener una pertenencia. Y estoy hablando de deporte porque soy una figura deportiva. Pero es así en todos los ámbitos. Muchas veces pienso que si voy no voy a llevar la remera de la selección argentina, pero me la pongo porque a los chicos les gusta verla. No es la imagen, es lo que a ellos les significa”, afirmó.
Bertotto recordó que días atrás, en una charla “con alguien que se dedica a cuidar niños, niñas, adolescentes y tratar de evitar la violencia infantil, abusos o erradicarlos, decíamos que ven esos chicos, chicas en mí. Que me respetan, que me quieren. Y digo, que siendo yo campeona mundial de fuerza ellos saben que no uso mi fuerza. Y saben que si quiero podría ser muy violenta, pero elijo no serlo, elijo el buen trato, hablar. Les transmito eso a ellos ¿Acaso ese no sería el antídoto de la violencia? Entonces estimo que ellos y ellas evalúen que si pudiendo usar mi fuerza, elijo no usarla ¿Cuál es el motivo? Entonces está bien si no la uso. Aspiro a que ellos vean eso. Llego a ellos, a ellas, y se me abre un lugar confianza. Y no tengo ningún tipo de problemas en estar con la cantidad de personas como sean. Y eso es respeto. Si no los defendés como si fueran tuyos propios y los defendés de la ignorancia, de la falta de respeto, los proteges, los cuidas como una madre o un padre”.
“La mayoría, en sectores muy vulnerables, no tienen alguien que los defienda. Entonces es una sensación nueva la de ser protegido o protegida. Siempre les digo que si los para alguien que digan que son de Leti y ya está, se terminó…o empezó. Empezó el amor. Ese es el punto. Porque a ellos nunca nadie los defendió, ni puso la cara por ellos. Esas son cosas que ellos necesitan. Que si se mandan alguna macana es porque no saben lo que es mantener la palabra, porque siempre les mintieron y les fallaron, no los protegieron, no los cuidaron. Entonces cuando te acercas hay que ser reales”, agregó.
“Lo real es real, no solo lo que dije, sino que lo hice. Y de todo aprendo. Soy una eterna alumna. Me encanta aprender, aprendo de ellos, observo todo. Y eso es lo que hay que despertar en nuestros niños, niñas y adolescentes: la necesidad de aprender, y se les ha negado. Yo cuido muchísimo el idioma, como le digo las cosas, cuando no tengo que decirlas cosas y cuando sí les digo. Es difícil, porque hay que estar preparada, pero hay cómo hacerlo, hay que eliminar la ignorancia dentro nuestro. Porque eso es respeto por el otro. Ese es el camino. Sacar la luz hacia afuera lleva pulido. Lleva mucho pulido. Así es como hago todo con amor, así como me gusta que me traten a mí, así es el trato que reciben de mí”, concluyó.
Betty Bertotto -
Hermosa nota…Leticia es asi : autentica, estudiosa, arrolladora , generosa, trabajadora, incansable, impredecible, empatica
Excelente profesional y extraordinaria…te amo hija.
Admin -
Enorme orgullo, nos emociona su comentario.
Abrazos
Alejandra Funes -
Es un ser luminoso Leticia. Nos llevó a un viaje en toda la entrevista. Nos hizo emocionar y erizar la piel. Y nos hizo sentir muy cómodos en su hogar.