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Prólogo

El proceso de información, sensibilización y empoderamiento de la ciudadanía en la promoción y protección de los derechos humanos será siempre uno de los objetivos centrales del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo. Este proceso de promoción y resguardo de derechos implica la necesidad de trabajar con los grupos más vulnerados de la sociedad para lograr cambios en la cultura y un progreso en la igualdad real.

El acceso a este material pretende enmarcar una sociedad en el reconocimiento y respeto a la diversidad en el marco de una comunidad de iguales.

El concepto de género se diferencia de la realidad biologicista para adentrarse en el contexto sociohistórico y cultural, fundando las relaciones de poder en una sociedad.

La discriminación por género es la que asigna determinados atributos socio culturales a partir de su sexo y convierte la desigualdad sexual en desigualdad social.

La violencia de género y su forma más radical de femicidio deben ser parte de una agenda nacional de discriminación de corte realista.

Marco general

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Históricamente, la diferenciación entre los sexos ha otorgado a hombres y mujeres una distribución de roles, atributos y funciones ligados a lo socialmente esperado para cada uno. Hasta fines de la década del 60 y principios de los 70, la visión hegemónica estaba centrada en las funciones reproductivas y del cuidado responsable de la vida doméstica para la mujer, restringiéndola al ámbito de lo privado. En contraposición, para el hombre se destinaba la función proveedora, dentro de la estructura productiva y ligada a los ámbitos públicos.

El concepto de género, elaborado por el movimiento feminista, viene a dar cuenta de la diferencia entre la dimensión biológica (relacionada con lo físico-genital y las capacidades reproductoras) y los atributos, funciones, roles, responsabilidades e identidades que se construyen socialmente (muy ligados al tiempo histórico-social) y que determinan estructuras y jerarquías de poder en la sociedad.

A lo largo de la historia, las funciones y atributos asignados a lo femenino han preestablecido una posición de subordinación respecto del hombre, que genera desigualdades para la mujer en el ámbito jurídico, económico, social, cultural, familiar. Es importante reconocer que en la interacción entre los géneros, en tanto relación social, interviene la cuestión del poder, produciendo relaciones asimétricas entre el hombre y la mujer a partir de las cuales se construye un discurso hegemónico que reproduce dicha desigualdad y da cuenta del conflicto social existente.

Desde esta perspectiva, mientras que el género refiere a características socio-culturales, el sexo denota atributos biológicos. Por lo tanto, la diferencia sexual o biológica en sí misma no produce discriminación. Quienes discriminan por género utilizan la diferencia biológica para argumentar y esconder la valoración positiva de roles y atributos que asignan subjetivamente a lo masculino, y el disvalor o valoración negativa a lo femenino.

De acuerdo con lo que especifica el documento Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación (INADI, 2008), la discriminación basada en el género es aquella que se ejerce a partir de la construcción social que asigna determinados atributos socioculturales a las personas a partir de su sexo biológico y convierte la diferencia sexual en desigualdad social. La discriminación por género tiene su anclaje en antiguos estereotipos culturales y sociales que prescriben y determinan roles y funciones para varones y mujeres. Son estas prácticas discriminatorias las que excluyen y condicionan cotidianamente el acceso de las mujeres a sus derechos…

 

 

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