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Si Dios fuese un activista de los derechos humanos

Boaventura de Sousa Santos

El presente material es el primero de una serie de libros, ponencias y artículos sobre Teología Feminista que publicaremos, podrán encontrarlos en la Biblioteca virtual o en Teología Feminista, o desplegando el link de la sección Otras. La colaboración de la Biblioteca correspondiente es de la compañera María de los Ángeles Roberto, teóloga feminista de Argentina.

Este libro pertenece a la colección de Red Tepali: es una red de teólogas, pastoras y activistas cristianas de América Latina y el Caribe

PREFACIO
(descargar en portada)

Si Dios fuese un activista de los derechos humanosVivimos en una época dominada por el poder de la idea de autonomía individual que ha de ponerse en práctica en un mercado planetario constituido por una mirada de mercados locales, nacionales y globales, en los que potencialmente todas las dimensiones de la vida individual y social se negocian de acuerdo con el valor que marca su precio. Según este ideal, la sociedad está compuesta por individuos supuestamente hechos a sí mismos, cuyas oportunidades vitales, para bien o para mal, dependen casi por entero de ellos. Las oportunidades vitales las determinan elecciones de vida que se adoptan por medio de infinidad de opciones de salida dentro del mercado planetario. La única opción que no existe es la de salir de este mercado planetario. Esta idea es una ideología en la medida en que sostiene, manifiesta y refuerza las relaciones de poder dominantes en nuestras sociedades. Opera como una especie de apoliticismo normativo.

Normativo porque se pide a la gente que sea autónoma, si es que no se la obliga a serlo, solo para dejarla en el mayor desamparo si se ve en sus fracasos el resultado de la dependencia o de la ineptitud en el ejercicio de la autonomía. Y llamo también apolítica esta idea porque su inmenso poder consiste en promover un concepto del poder como si este estuviera inmensamente fragmentado, diseminado en una red virtualmente infinita de interacciones entre individuos que compiten en el mercado por recursos y recompensas escasos. La autonomía individual se entiende, en consecuencia, como un compromiso personal con un mundo ya hecho e imposible de cambiar. El ser social, o incluso antisocial que emerge de esta ideología es el homo sociologicus del capitalismo monopolista global, al que suele llamarse neoliberalismo. Este ser social es una versión mucho más ampliada del homo economicus. Difundida por predicadores y proselitistas que creen que su misión es anunciar el nuevo modelo de ser humano.

Esta ideología tiende a prevalecer en todos los rincones del globo, aunque el impacto de su penetración varía ampliamente de región en región. Es la forma ideológica de un poder estructural, posestatal, postsocial, extremadamente concentrado, a través del cual el 1 % de la élite global domina al 99% de la población mundial empobrecida. En cuanto ideología, su fuerza se basa en su valor performativo, no en su contenido de verdad.
Realmente, la promesa/imposición de autonomía es doblemente traicionera. En primer lugar, porque nadie en la sociedad depende únicamente de sí mismo, o de sí misma, más que para tareas elementales (y aun en este caso se trata de algo discutible). En segundo lugar, porque no existe autonomía sin condiciones de autonomía y, como sabemos, esas condiciones están desigualmente repartidas en la sociedad. Lo que es más: en una era de economía y de política neoliberales, los individuos que se ven más presionados para ser autónomos son los que están más privados de las condiciones para serlo. Los resultados de las políticas fundamentadas en esta ideología son perturbadores…

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