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Estereotipos y prácticas educativas rígidas desalientan el estudio de estas disciplinas. A esto se suman las trabas que se experimentan en el ámbito laboral, sobre todo a la hora de llegar a los puestos más altos. Desafíos y oportunidades para superar la brecha de género.

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El sector de servicios basados en el conocimiento (SBS) dentro del cual se destaca el área de software y servicios informáticos, tuvo un gran crecimiento en Latinoamérica. Esto implica mayores ingresos y oportunidades laborales. Oportunidades de las que muchas mujeres quedan excluidas debido a las brechas de género que se dan en el acceso a la ciencia y tecnología, según se remarcó en el informe presentado hoy por Chicas en Tecnología y el Intal BID, en el marco del evento Menos mitos, más datos, que se hizo en el Centro Cultural de la Ciencia, en Buenos Aires.

En la Argentina el área de SBS representa un 6,6% del PBI del país. El sector genera empleo para 1,3 millón de personas (49,2% de los cuales son asalariados). Además, es el cuarto complejo exportador del país, con más de USD 2.900 millones registrados en el primer semestre de 2018. Por su parte, el subsector de software y servicios informáticos creció a una tasa anual acumulativa del 16,1%.

Sin dudas es un sector donde, a diferencia de lo que ocurre en otras áreas, hay oportunidades de crecimiento. Ahora bien: para acceder a muchas de esas oportunidades resulta necesario contar con una capacitación académica adecuada. Y aquí es donde comienzan a dividirse las aguas.

La desigualdad en la educación

En el sistema universitario existe una brecha de género en el ingreso y egreso de las estudiantes de las disciplinas CTIM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en la Argentina.

Cecilia Lavena, consultora especialista en género, compartió los datos y testimonios recolectados para hacer el informe realizado por Chicas en Tecnología y el Intal BID

Cecilia Lavena, consultora especialista en género, compartió los datos y testimonios recolectados para hacer el informe realizado por Chicas en Tecnología y el Intal BID

Entre 2010 y 2016 hubo un 33% de mujeres como estudiantes en estas disciplinas, en tanto que los hombres representaron el 67% del total. Y específicamente en el caso de las carreras con titulación en Ingeniería, la proporción de las mujeres es del 23% mientras que la de los varones alcanza al 77%.

En cuanto a los posgrados en CIT, la proporción de mujeres egresadas aumentó un 17%, en tanto que en el caso de los hombres esta tasa llegó al 40%.

¿Por qué estas diferencias? «La mayoría de las mujeres que se forma en CTIM enfrenta barreras en cuanto a sus elecciones. Éstas se basan en estereotipos familiares y sociales, y se presentan antes de elegir una carrera y durante su realización», se destaca en el informe.

«Se les dicen a las mujeres que son carreras para hombres o que ellas no son buenas en matemáticas», analizó Cecilia Lavena, consultora especialista en género, durante la presentación.

Entre 2010 y 2016 hubo un 33% de mujeres como estudiantes en disciplinas CIT, en tanto que los hombres representaron el 67% del total

Entre 2010 y 2016 hubo un 33% de mujeres como estudiantes en disciplinas CIT, en tanto que los hombres representaron el 67% del total

Esos estereotipos, fosilizados en la sociedad, vinculan a las mujeres con aptitudes para las ciencias sociales o blandas. Se suele creer que los hombres son mejores para las disciplinas técnicas o los números. Y lo que se repite una y mil veces (desde la palabra y a partir de conductas) se afianza.

En psicología esto es conocido como el efecto Pigmalión o la profecía autocumplida: las expectativas que tengan los docentes, los directivos en una organización y la sociedad en general en relación a un grupo de personas terminan determinando el accionar de ellos.

Estos estereotipos se pueden ver plasmados, a diario, en los comentarios que circulan en las redes sociales o los que dejan muchos lectores al pie de las notas periodísticas. En el panel que compartieron María Guillermina D’Onofrio y María Victoria Tignino, ambas integrantes del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, compartieron, por medio de unas láminas proyectadas en la pared, algunos de esos dichos machistas que se ven a diario.

«Hay pocas mujeres porque tienen el cerebro más chico» o «es un tema de capacidad, no de género», fueron algunos de los comentarios que se leyeron en la pantalla. Otros se centraban en la apariencia física de una investigadora mencionada en una nota.

Esos estereotipos junto con prácticas educativas rígidas terminan siendo las principales barreras de participación en el ámbito de las ciencias y la tecnología. Por eso, tal como se sostuvo durante la presentación de este evento, queda mucho por hacer para incentivar la participación de niñas y mujeres en estos ámbitos.

Teniendo en cuenta el potencial que existen en el segmento, resulta vital fomentar la inclusión y participación en estas disciplinas. En lo que respecta puntualmente a la mujer, donde persiste una brecha salarial grande respecto, es vital fomentar el ingreso a educación técnica y al mercado de la tecnología y la ciencia, para igualar oportunidades con los hombres.

Las brechas en el trabajo

En el ámbito laboral, las mujeres expresan dificultades para superar «el techo de cristal», así se denominan a las barreras invisibles que aparecen cuando las mujeres comienzan a crecer en la estructura. Son barreras en el avance de su carrera, dificultades implícitas que van surgiendo cuando se acercan hacia la cúspide.

Lino Barañao, secretario de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación

Lino Barañao, secretario de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación

Las diferencias muchas veces se sienten desde el momento de la entrevista laboral donde la apariencia física, en ocasiones, parece ser determinante a la hora de conseguir un puesto.

«En el ámbito de trabajo, las chicas son las que sirve el café o abren la presentación del powerpoint para que el hombre exponga», ejemplificó Lavena.

Para igualar las condiciones de crecimiento desde algunos sectores se sugiere contemplar una licencia por paternidad de tres meses, es decir de la misma extensión que tienen las mujeres por maternidad. De hecho hay varias ONG que en el país sostienen esto y han presentado iniciativas en el Congreso para que se genere un cambio en este sentido.

Las diferencias se notan en el ámbito educativo y laboral (Chicas en Tecnología).
Las diferencias se notan en el ámbito educativo y laboral (Chicas en Tecnología).

Esto es considerado justo porque le permite al hombre también estar más presente durante los tres primeros meses de vida de su hijo, y se reconoce que tiene un rol igual de importante en la crianza del niño. A su vez, también busca igualar las condiciones laborales. Si esto comienza a implementarse, difícilmente una mujer tenga que sentir que su maternidad es un obstáculo en su crecimiento laboral. Probablemente no tenga que enfrentar, durante la entrevista laboral, la pregunta sobre sus deseos de ser madre o la cantidad de hijos que tiene como «un filtro».

Un desnivel en reparación

En primer lugar es fundamental reconocer que las brechas existen. Para resolver un problema primero hay que reconocerlo y eso ya está ocurriendo. De acuerdo con Latinobarómetro, un 66% de los ciudadanos de América Latina reconoce que hay tensiones o conflictos «fuertes» o «muy fuertes» entre hombres y mujeres. Y entre 2010 y 2017, la visualización de estos conflictos creció 10 puntos, de 46% a 56%

En segundo lugar hay que comenzar a instrumentar herramientas para, por un lado, dejar de lado lo sesgos que terminan excluyendo a las mujeres de la ciencia y tecnología; y por el otro, comenzar a generar actividades que busquen propiciar el interés y aprendizaje de estas disciplinas.

La gran oferta de talleres y cursos que surgieron en el último tiempo son un claro ejemplo de este tipo de prácticas. Desde Chicas en Tecnología, por ejemplo, se ofrecen capacitaciones que apuntan a adolescentes en la secundaria.

A nivel laboral, también hay compañías donde se comenzaron a instrumentar herramientas para promover el ascenso de las mujeres y disminuir la brecha salarial. Dentro del ámbito público, Tignino y D´Onofrio mencionaron que se están instrumentando actividades para visibilizar la igualdad que existe en la participación de la mujer en el ámbito de la ciencia y tecnología.

Lino Baraño, por su parte, analizó el rol de las mujeres en este ámbito. En la Argentina, hay un 60% de mujeres investigadores en el sector público, pero apenas llega al 26% en el sector privado.

María Guillermina D’Onofrio, coordinadora en la Subsecretaría de Evaluación Institucional y Victoria Tignino, consultora especializada en evaluación y análisis de información del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología

María Guillermina D’Onofrio, coordinadora en la Subsecretaría de Evaluación Institucional y Victoria Tignino, consultora especializada en evaluación y análisis de información del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología

La presencia femenina se reduce aún más cuando se tienen en cuenta cargos altos: apenas el 11,5% de ellas tienen posiciones jerárquicas en las carreras de investigación y un 11% ocupa cargos de rectorado en las universidades nacionales o son autoridades máximas en organismos de ciencia y tecnología.

A nivel regional todavía queda pendiente ampliar la licencia de paternidad que, tal como se mencionó anteriormente, ayudaría a igualar las condiciones laborales de hombres y mujeres. Éste es un gran pendiente que en otras lugares ya se encarar.

En Europa, por ejemplo, la situación es bastante diferente. En Suecia tanto el padre como la madre tienen 480 días de licencia. En Islandia la licencia es igual para padres y madres (90 días en ambos casos); en Eslovenia, de 105 para ellas y 90 para ellos; y en España, ellos tienen 56 días.

Fotos: Maximiliano Luna

Fuente: Info Bae

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