Un nuevo 26 de julio trae en la Argentina el inevitable recuerdo de Eva Duarte de Perón, la principal figura política femenina de la historia de nuestro país. ¿Cómo pensar a Evita desde el feminismo? Dora Barrancos, en diálogo con Notas, comparte algunas reflexiones al respecto.
Por Julia de Titto
@julitadt
Dora Barrancos es directora del CONICET. Socióloga e historiadora, también tiene un historial militante que la llevó a la Juventud Peronista en la década de 1970 y al Frente Grande en los ’90. Es de las más destacadas académicas feministas en nuestro país y, en el marco de un nuevo 26 de julio, accedió a conversar con Notas sobre Eva Perón, en particular acerca de los vínculos, tensiones y distancias con el feminismo en su tiempo histórico y en la actualidad.
Para Barrancos, Evita expresa una “contradicción extraordinaria” que se puede sintetizar en que sin adherir al feminismo -de hecho lo rechazaba explícitamente- jugó un rol excepcional en la promoción de la participación política de las mujeres.
Eva Duarte “no quería a las feministas. Lo dice en La Razón de mi Vida”, afirma Barrancos y recuerda que en ese entonces “las feministas estaban enroladas en una corriente completamente adversa: muchas eran socialistas, adherían al librepensamiento o eran liberales”. Solo algunas pocas -“que se cuentan con menos de los dedos de una mano”- finalmente adhirieron al peronismo.
También agrega que en aquella época tanto el peronismo como la izquierda tenían resistencias respecto al feminismo. “Las izquierdas creían que era un fenómeno burgués. La adversidad viene de varios campos, de varias canteras ideológicas y políticas”, afirma. Por ende, “no es demasiado extraño que ocurriera algo similar desde un movimiento como el peronismo”. Aunque en este caso, la crítica “estaba articulada con el estereotipo conservador de que las mujeres se masculinizaban y que había algo peligroso en su actitud desafiante. Eran valoraciones patriarcales”.
Pero por otro lado, Evita tuvo un “compromiso muy severo con la condición de las mujeres”. Su militancia a favor del voto femenino, la creación de la Rama Femenina del Partido Peronista o el foco donde puso la atención la fundación que llevaba su nombre dan cuenta, para la investigadora, de ello. “No es feminista, pero hay una idea de que las mujeres avancen en sus derechos políticos que es fundamental”.
“En su proyecto Evita saca a las mujeres del lugar de la casa. Genera una movilización de las mujeres que tenemos que leerlo como parte de algo que es un objetivo del feminismo”, analiza Barrancos.
Pensar a Evita hoy
“Una cosa es cuando los y las historiadoras hacemos historia, que nos separamos y tenemos que tratar con la mayor posibilidad de adecuación al contexto histórico de esas personas”, afirma, pero después también intervienen “la política y las actualizaciones”.
Es que la directora del CONICET sostiene que el feminismo actual “es extraordinario” y que existe una “situación de derrame que es notable”. “Hay una consideración de muchas mujeres acerca de su subjetividad y sus derechos que no existía hace 10 años atrás”, plantea. Y de la mano con ello, los feminismos “que siempre son múltiples, tienen muchas constituciones y formas de ser”.
Hace 15 años, el feminismo era “muy de capilla y había un régimen de inclusión y exclusión”, opina y recuerda lo que Laura Masson dio en llamar el “feministómetro”. En la actualidad “hay muchas mujeres que no saben que son feministas pero están al frente de las luchas”.
“Estoy completamente segura de que hoy todas esas posiciones feministas que están encausadas en regímenes de sentimientos y afinidades políticas e ideológicas con lo popular o con los cauces más entrañables de la justicia social y la equidad, han hecho un puente muy amigable con Evita”, concluye.
Fuente: Notas