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Uno de lo temas más interesantes para abordar en las aulas contenidos de Educación  Sexual Integral (ESI), sobre todo en el Nivel Medio, es a través de la música. En esta época signada por las tecnologías y la invasión de mensajes que obligan al consumo permanente, la música se convierte durante la adolescencia, en fuente de expresión fundamental de sus sentimientos y emociones. Los géneros y estilos musicales no solo permiten que se comuniquen entre sí y pongan de manifiesto sus estados de ánimo, sino que también se agrupan socialmente y les ayuda en su proceso de identificación.

Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino

En el Portal Educ.ar, con el nombre Roles de género en el rock se describen algunos recursos y actividades para abordar la temática. Se explica que, por ejemplo, “en cuanto manifestación humana que se expresa mediante la metáfora, la ficción y la poética, el arte construye e instituye subjetividades individuales y colectivas, que portan valores simbólicos, estéticos, éticos y sociales propios de un tiempo y un espacio delimitados” (…) para lo cual “es interesante realizar un análisis crítico de las expresiones culturales que constituyen nuestra historia, tanto individual como colectiva”. Y agrega luego que “la enseñanza de la educación musical en la escuela desde la perspectiva de la ESI adquiere una importancia estratégica en la construcción de una cultura —y una sociedad— más democrática y justa, que reconozca la perspectiva de género y celebre la diversidad”. El tema también está presente en el cuadernillo Educación Artística y Educación Sexual Integral en mi escuela, elaborado por la Coordinación Modalidad de Educación Artística del Gobierno de Mendoza, donde se describe a “la música, como bien cultural, como lenguaje y medio de comunicación no verbal, constituye un elemento con un valor incuestionable en la vida de las personas (…) el arte poderosamente más masivo de nuestro tiempo”.

En este mismo material, se propone que la temática puede ser trabajada en relación a los ejes Valorar la afectividad y Respeto a la Diversidad. Desde la ESI, se pueden proponer actividades que ayuden a generar un campo de reflexión sobre los vínculos, las emociones, los sentimientos, los deseos y los conflictos; así como propiciar la utilización de la voz y el cuerpo para expresar y enriquecer las propias posibilidades de comunicación. Por otro lado, también puede abordarse desde el respeto de otras formas distintas de expresión, el reconocimiento de las características de diferentes obras musicales, desarrolladas en diferentes contextos; trabajar contenidos desde el respeto por los diferentes tipos musicales, la creación artística, la percepción, la sensibilidad estética, la expresión y la reflexión crítica acerca de las ideas y letras que trasmiten, valorando la diversidad cultural y de género, interpelando creencias, prejuicios y estereotipos.

La mayoría de los temas musicales que se escuchan en la adolescencia aparecen como “no aptos” para el contexto escolar, tal vez porque se les atribuyen mensajes que no se relacionan con ese ámbito. Sin embargo, las escuelas, como instituciones educativas, desempeñan un papel de gran relevancia en los procesos de construcción grupal de significados, normas y valores sociales y culturales, a la vez que propician también el acercamiento a todo tipo de discursos referidos a la sexualidad, ya sea desde la visibilización y/o la omisión. Si la educación se aleja de los discursos elegidos por sus estudiantes, se deja de lado una gran cantidad de sentidos que pueden abordarse desde una mirada creativa y atractiva para la juventud, porque la música es el lenguaje más utilizado por adolescentes. Además, según un estudio del California Institute of Technology, cada género musical tendría funciones cerebrales distintas. Así lo describe el texto La música de los alumnos adolescentes, publicada en el sitio chileno GrupoEducar. En dicho artículo se explica, por ejemplo, que el reggaetón estaría íntimamente vinculado con el placer y liberación dopaminérgica, lo que impide la concentración y relajación corporal de quienes lo escuchan, dañando la parte simpática del hipotálamo, y todavía peor, disminuyendo la capacidad cerebral y la memoria a corto plazo. El rock, por su parte, se relaciona con la creatividad, búsqueda de soluciones y reflexión emocional. El hip hop y la electrónica tienden a estimular hormonas ligadas a la energía, promoviendo la actividad constante, generando un efecto similar a sustancias energizantes”.

En tiching, El Blog de Educación y TIC, por ejemplo, se sugieren algunas propuestas para llevar al aula: “Análisis de videoclips”: para analizar distintos puntos de vista; “Conozcamos otros estilos”: para acercar diferentes estilos que no suelen escuchar; y “Mi música y yo”: ejercicio que propone realizar una rueda de emociones, situando a partir de canciones para motivar el autoconocimiento. Por otro lado, en “Trabaja la autoestima de los adolescentes ¡con música!”, se plantea que el análisis de la letra de canciones permite adquirir autoconfianza, seguridad y los valores necesarios para mejorar su rendimiento académico.

¿Y si a la ESI le ponemos música?
¿Y si a la ESI le ponemos música?

Por lo tanto, el desafío de las y los docentes que se atrevan a incluir canciones en sus clases de ESI, es poder tener en cuenta que, más allá de las letras o los ritmos que escuchen, la música les da significación a sus vidas. Ignorar no hace otra cosa que alejarlos de aquellos discursos que pueden ayudar a educar en otras formas de expresarse, de sentir o de gozar. Cada docente, desde su rol educador, debe ayudar a realizar críticas constructivas, sin limitar, y guiando a tener una mirada amplia que ayude en la resolución de situaciones problemáticas y la comunicación de las ideas y sentimientos.

(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla

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