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Rehenes…

Si vos no colaborás con el Señor, las instituciones se van a tener que hacer cargo de tus hijes. Mueca grotesca que retumba en mis oídos. Palabras-martillos. Golpe seco.  Fisuras que se propagan. Dibujo astillado que me agrieta el alma. No hay amparo, no hay apoyo, no hay justicia. No hay garantía que valga. Estamos solos. Solos en la orilla de un océano de terror[1].

Por Alejandro Duchini*

Cuando Frida (que no se llama así) se presentó a su primera audiencia ante el juzgado de familia confiaba en la justicia. Pensó que las cosas eran más que obvias. Frida no es argentina. Sus hijes mellizes, en cambio, son argentines accidentales; decidieron adelantarse mientras su mamá se encontraba trabajando en un breve proyecto de investigación en Buenos Aires, proyecto que había aceptado más que nada para huir de las persecuciones y amenazas de su ex.

El ex de Frida tampoco es argentino. Cuando se enteró del nacimiento de les bebés, la siguió a Buenos Aires. Se presentó en el Registro Civil y pudo anotarse como padre, sin el consentimiento de Frida, y sin presentar un sólo documento. Además, firmó un reconocimiento paterno ante el consulado del país natal de Frida y una restricción de salida de Argentina para les bebés. Acto seguido, comenzó a mandar flores de cementerio a neonatología y le comunicó a Frida que tenía dos opciones: casarse con él y seguirle a su país o quedarse encerrada en Argentina, lejos de su país, su familia, su idioma, y de cualquier posibilidad laboral. O sea, que se iba a quedar en la calle, completamente sola con dos bebés prematures para les que él no pensaba pagar ni un sólo centavo. Tampoco iba a poder pagar la cobertura médica y necesitaba operar al más chiquite de sus hijes que había nacido con una deformidad congénita.

Frente a semejante panorama, Frida realizó una minuciosa investigación. Descubrió que su ex tenía antecedentes criminales por posesión ilegal de armas, venta de drogas, entraderas y robos a mano armada. Obtuvo la documentación correspondiente y la presentó para respaldar sus denuncias por violencia.

Si bien la ley argentina garantiza la protección de las víctimas, les otorga el derecho a audiencias por separado y al tratamiento confidencial de sus direcciones, desgraciadamente, nada de esto se cumple.

Espera en el hall subterráneo. Antesala del infierno. Mi defensora está atrasada. Él ya llegó. Erguido en la otra ribera de las tinieblas. Estoy de pie, entre las mamparas donde el guardia de seguridad me puede ver. Monitoreo sus movimientos. ¿Y si tiene un arma? El de seguridad no llegaría a tiempo. Está tomando mate.

Que lo único que le importa es que estes niñes son argentines. Incrédula. Los abuelos, tíos, primos, no importan. El techo garantizado, mi trabajo, los subsidios salvadores, detalle trivial. La extorsión, las palabras-rocas, el zumbido de los proyectiles en el aire helado, relato anecdótico excluido de esta sala de audiencia. Mueca que se burla de la fragilidad de nuestra situación. Él se pone a sollozar. Que posee una sola remera. Gesto demostrativo sacudiendo su chomba. La jueza gira hacia mí. Que debo entender. Habla lento, de articulación exagerada. Hay padres ricos y padres pobres. Cuando los padres son ricos, los niñitos van a tener mucho. Cuando los padres son pobres, los niñitos van a tener poco. Puede pasar que un padre tenga un solo choclito para dar. Y entonces, los niñitos van a tener que morder granitos de choclo. Un espectro. Paralizada, la veo sujetar un choclo imaginario. Amontonamiento de arrugas de cuero amarillo. Farsa grotesca. Mueca que revela su dentadura marrón. Empieza a morder los granos. Goce de la deglución. Pilas de expedientes desteñidos y justicia denegada como telón de fondo.

La situación económica de Frida se complicó mucho. Debido al bajo peso con el que habían nacido, les bebés no dormían más de dos horas de corrido. Pero había que ocuparse del proceso judicial, de los médicos y del tema de la vivienda; Frida estaba alojada en un lugar temporario cuando se adelantaron sus hijes. Está eternamente agradecida por la ayuda financiera de su papá porque sabe que con el poco trabajo virtual que lograba hacer en esa época tan agotadora y angustiante, habría terminado en situación de calle. Que no podía presentar sus hijes a su familia, se convirtió en el menor de sus problemas.

Rehenes de la (in)justicia argentina
Rehenes de la (in)justicia argentina

Continuaban las audiencias, los escritos, las reuniones en distintos patrocinios jurídicos, continuaban también las expediciones a distintas fiscalías, ya que su ex seguía amenazándola. Que les bebés estarían mejor muertes que con ella, le decía. Que sus padres adinerados le iban a ayudar a meterla presa, que se iba a llevar a sus hijes y que les iba a decir que ella estaba muerta.

Striptease del alma en el Cuerpo Interdisciplinario de Comodoro Py. Desfile de más psicólogas y trabajadoras sociales en el edificio de la 9 de Julio.  Desmenuzamiento de mi intimidad. Manoseo de cada pliegue de mi historia. Manos transpiradas, dedos sucios. Inserción de juicios de valor. Acaban por penetrar hasta en mi casa. A ver si soy una buena madre.

Un buen día, el juzgado reveló el domicilio —supuestamente reservado— de Frida a su ex porque “el padre tiene derecho a saber dónde viven sus hijes”. Fue así como este empezó a merodear por su edificio. Frida tuvo mucha suerte. Logró encontrar otro lugar, agarró a sus hijes y todas sus pertenencias, algunos pocos bolsos de ropa y un colchón, y se mudó. Nunca más volvería a revelar su domicilio real a la justicia, dice. Pensativa, agrega, andá a saber qué hubiera pasado si no lograba mudarme.

Después de casi dos años, el ex de Frida desapareció. Con el pasar de los meses, se instaló una cierta ilusión de paz y Frida comenzó a dormir mejor. Hasta que un día le llegó una nueva cédula judicial. Una denuncia por incumplimiento de contacto.

Ley 24.270, Art.  1º-Será reprimido con prisión de un mes a un año el padre o tercero que, ilegalmente, impidiere u obstruyere el contacto de menores de edad con sus padres no convivientes. Si se tratare de un menor de diez años o de un discapacitado, la pena será de seis meses a tres años de prisión.

Un día antes de la audiencia en el juzgado penal, la abogada del ex se comunicó con el abogado penalista de Frida. Acababa de renunciar a la causa por motivos éticos. Además, lo estaba denunciando porque le había confesado sus intenciones de secuestrar a les hijes de Frida y porque la había amenazado. Tenía todo preparado para sacarles ilegalmente de Argentina y llevarles a su país ni bien obtuviera las visitas.

Después de escuchar las declaraciones de la ex abogada, la jueza decidió que la causa no tenía nada que ver en el fuero penal, que se trataba de un conflicto entre las partes y que tenía que volver al juzgado de familia. Al día siguiente, el ex de Frida se presentó en el consulado de su país y firmó un acta consular, rescindiendo su paternidad según la ley del país de Frida, un poco como si estuviera rescindiendo un contrato de Cablevisión. Quería evitar que la justicia del país en cuestión lo obligase a pagar alimentos. Inmediatamente después, volvió al Juzgado de familia para seguir reclamando sus derechos según la ley argentina ya que esta no lo obligaba a nada.

Tiene todo listo para llevarse a tus hijes. Todo, hasta los documentos falsos. Palabras ajenas. Instancia de validación. Frase-pala. Exhuma el cofre mal tapado en el fondo de mis miedos. Viejos fantasmas burlándose del umbral de las pesadillas. Noches de insomnio y sobresaltos. Me lo dijo pocas horas después del test de embarazo. Si no me caso con él, me va a perseguir hasta el fin del mundo. Voy a descubrir el infierno. Me les va a quitar. Pupilas negras de perversidad. Cree que me tiene atrapada. Renovada nitidez de las amenazas. Huérfana de justicia, sé que entre él y nosotres no hay más que unas puertas.

Los abogados de Frida presentaron todas la pruebas ante el juzgado de familia: las declaraciones de la ex abogada, el acto consular con la rescisión de la paternidad y la última denuncia que Frida había hecho después de esperar 14 horas junto a sus hijes en la Comisaría de la Mujer. Que hay que tener paciencia, acá hay casos realmente graves, le habían dicho. Que todavía no les había secuestrado. Cuando volvió al juzgado de familia para retirar un documento, la asistente social del juzgado se le acercó a los gritos, insultándola, diciéndole que era  una cualquiera y una mentirosa. “Por tu culpa hace más de dos años que tus hijes no tienen padre”. Que no se atreviera a volver a meter pie en ese juzgado.

Vos lo elegiste. Te lo buscaste. Hacete cargo, vos lo elegiste como papá de tus hijes. En los conflictos siempre participan dos. Nosotros milagros no podemos hacer. Sonrisa ácida. Mi abogada me toca el brazo. Debe tener miedo de que diga lo que pienso. Tu elección. Cacofonía que me crispa las manos y nos condena a la soledad. Cansancio. Tantas defensorías, estudios de abogados, asesorías, equipos interdisciplinarios, ONGs, tantos escalones, primero con el cochecito doble a cuestas, con el tamaño de mi soledad después. Tantos pisos, tantos pasillos oscuros cargando el miedo de perderles. Tantas veces las mismas frases-hachazos.

Han pasado varios años. El expediente se ha vuelto macroencefálico y todo lo demás sigue más o menos igual. Continúan las audiencias y la vejaciones. Les hijes de Frida crecen y conocen a la mayor parte de su familia sólo por videollamada; sueñan con poder tener primos, tíos y abuelos de carne y hueso,  igual que los compañeros del colegio. En el país de Frida se prosiguen nacimientos, bodas y entierros sin despedidas y, de a poco, su lugar natal deja de existir. Mientras Frida sigue encerrada junto a sus hijes, su ex viaja por el mundo. Cada dos semanas cambia de Airbnb de lujo y, a veces, hasta de país. Por supuesto no paga ni un centavo de alimentos. Eso sí, continua atormentando a Frida y reitera sus pedidos de visitas en el juzgado.

Hace poco citaron a les hijes de Frida. Que les debía entregar a la misma asistente social del juzgado para que la misma jueza les pueda escuchar a fines de una revinculación, decía la Cédula Judicial. Que el vínculo en cuestión jamás existió no importa. El hecho que su ex lleva años sin pisar suelo argentino tampoco. Frida se negó. Va a defender a sus hijes con uñas y dientes. Esa es la única certeza que tiene. Las instituciones se van a tener que hacer cargo de tus hijes, amenaza el estribillo.

Como nota final, es importante mencionar que el caso de Frida no es el único ni tampoco el más terrible (por ahora) pero seguramente uno de los más absurdos.  Cada embajada tiene su propia antología de relatos de familias desgarradas, de niñes privades de sus orígenes y, en algunos casos, separades de sus mamás y entregades a progenitores violentos.

 

(*) Profesor de inglés y periodista freelance además de defensor de los derechos LBTQIA+ y de una mayor justicia de género.

[1] Todas las citas son gentileza de Frida que nos dio acceso al manuscrito del libro que escribió para algún día explicar a sus hijes por qué sólo tuvieron primos virtuales.

 

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