
Desde hace 20 años, cada 10 de septiembre se conmemora a nivel internacional el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una propuesta desarrollada en colaboración por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP), junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo de generar conciencia a nivel mundial de que el suicidio puede prevenirse. La OMS define el suicidio como “el acto deliberado de quitarse la vida”, a lo cual agrega que es un problema multifactorial, que resulta de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales. También describe que afecta de manera global a las familias, a las comunidades y a los países, dado que, a nivel mundial, se suicidan cada año casi un millón de personas, lo que equivale a una persona cada 40 segundos y que constituye la segunda causa de muerte en el grupo de jóvenes de15 a 29 años de edad.
Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino
En 2021, la IASP y la OMS acordaron una campaña trienal para 2021, 2022 y 2023 bajo el lema: «Crear esperanza a través de la acción» con el fin de recordar y reforzar la idea que existen alternativas al suicidio, así como dar esperanza a quienes atraviesan por circunstancias difíciles. El proyecto apunta a entender que la prevención y el tratamiento adecuado de la depresión, el abuso de alcohol y otras sustancias, permite la reducción de las tasas de suicidio. Por eso, es mucho lo que la Educación Sexual Integral (ESI) puede hacer para ayudar a prevenir suicidios ya que, como se viene insistiendo en esta columna desde hace más de dos años, hablar de sexualidad en las escuelas no se limita a la biología y la reproducción, sino también a cuestiones vinculadas a otros ámbitos de la salud, como el cuidado del cuerpo y la salud mental, que es el bienestar emocional, psíquico y social que permite llevar adelante los desafíos de la propia vida y de la comunidad en la que vive cada individuo.
Además, en Argentina, existe una Ley, que es la 27130, llamada Ley Nacional de Prevención del Suicidio y sancionada en marzo de 2015, que tiene como objetivos disminuir la cantidad de suicidios a través de la prevención, asistencia y posvención, -acciones e intervenciones posteriores a un evento autodestructivo destinadas a trabajar con las personas, familia o instituciones vinculadas a la persona que se quitó la vida-. Si la ESI tiene dentro de sus ejes uno que apunta a ejercer los derechos de estudiantes y docentes, es importante entender que es por ahí que se deben trabajar estas temáticas en los ámbitos educativos, a través del tratamiento interdisciplinario e interinstitucional de la problemática del suicidio como del desarrollo de acciones y estrategias para lograr la sensibilización de la población a los fines de la prevención, la detección de personas en riesgo, el tratamiento y la capacitación.
En el Manual Lineamientos para la Atención del Intento de Suicidio en Adolescentes se describen las diferentes conductas suicidas a la vez que se dan una serie de recomendaciones orientadas al trabajo con adolescentes, en situación de vulnerabilidad, al mismo tiempo que brinda instrumentos de práctica clínica en un marco de atención integral del intento de suicidio. Explica, por ejemplo, que las conductas autolesivas -recurrentes en la población adolescente- no deben minimizarse, dado que dan cuenta del malestar que una persona y/o grupo humano padece. Por eso, en esta columna de hoy, se acerca un material creado por el Instituto Nacional de la Juventud (INJU) de Uruguay, junto a UNICEF: “Ni silencio ni tabú” para facilitar el abordaje de temáticas de salud mental en instituciones educativas y así generar conciencia en jóvenes y adolescentes acerca de la importancia de cuidar el bienestar psicoemocional. Desde la ESI siempre se plantea que la salud mental afecta la forma en que se enfrenta la vida ya que está relacionada con el manejo del estrés, la toma de decisiones y la forma en que cada cual se relaciona con su entorno. Por eso en este conjunto de herramientas se acercan dinámicas, propuestas e información relevante para favorecer el autoconocimiento, identificar emociones y ayudar en la comprensión de vivencias propias y de sus pares, a través de resaltar la importancia de las relaciones positivas para promover el bienestar psicosocial y emocional.

A partir del aislamiento provocado por la pandemia por COVID-19, la salud mental se volvió un tema de interés entre estudiantes adolescentes y jóvenes. A diario piden abordar este tema en las aulas, para aprender a manejarse frente a situaciones que se les presentan nuevas en su entorno. Hay quienes sienten mucha presión o viven situaciones de vulneración social. Y, muchas veces, se pasan por alto trastornos psiquiátricos ocultos bajo fachadas de inestabilidad, cambios de humor o inhibición. Los trastornos depresivos en la adolescencia suelen minimizarse a situaciones momentáneas, pero cuando estos no se tratan a tiempo, pueden conducir al suicidio. Entender la diferencia entre ansiedad y depresión en lo cotidiano puede ayudar a la escucha y al abordaje. Hacerles comprender que un trastorno de salud mental no tiene nada que ver con ser débil o con falta de fuerza de voluntad, que no es una condición que las personas eligen tener o no y que cuidar la salud mental no es sinónimo de estar “loco/a”, es una puerta a visibilizar la importancia de hablar sobre estos temas en las aulas.
(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla
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