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Por una educación transformadora y feminista: memoria y luchas actuales

Un 11 de septiembre más, una efeméride teñida por el recuerdo de Domingo Faustino Sarmiento, en el que detenemos la mirada en las maestras. ¿Qué otras memorias necesitamos en las aulas? ¿en los pasillos de las escuelas? ¿en las voces de niñes, jóvenes, familias?

Sabemos muy bien que la memoria en este país se ha construido muchas veces desde relatos contados por la cultura hegemónica patriarcal y colonial, pero hace tiempo damos batallas cotidianas para contar las otras historias, para recrear el presente desde esas otras memorias de lucha y libertad.

Como feministas y educadoras populares queremos traer en este día a maestras que en la historia de Argentina han dejado marcas en la construcción de un proyecto educativo más justo. Volviendo realidad esa premisa freireana de la educación como práctica de libertad, contra la negación de nuestros derechos, los disciplinamientos sobre nuestros cuerpos y deseos, contra la mercantilización, privatización y precarización de nuestra profesión, contra la meritocracia y la competencia y a favor de una educación transformadora.

Para imaginar aquellos mejores futuros necesitamos volver sobre el pasado, algunas de las educadoras son parte de la trama que sostiene nuestro lugar hoy pero en nuestra historia de la educación existen muchos silencios. ¿Cómo pensaron las mujeres y las identidades disidentes la educación? ¿se puede hablar de la educación y la matria, en lugar de su asociación histórica al concepto de patria? ¿quiénes ponen hoy el cuerpo cada día en las escuelas? ¿qué lecturas hacemos sobre cómo se entrecruzan el patriarcado, el capitalismo y el racismo en el ámbito educativo?

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Las que nos formaron insumisas

Juana Manso (1819-1875) fue escritora, periodista, traductora, educadora liberal, primera mujer en ocupar un cargo público, acompañó a Sarmiento en la gestación de todo el sistema moderno escolar, y de quien él dijo con una ironía -que la historia ha leído con halago, pero de la que nosotras desconfiamos-:”¡Juana Manso es el único hombre que entiende mi tarea educativa!”.

Exiliada en Montevideo, en el contexto de persecuciones rosistas, funda el Ateneo para señoritas, experiencia educativa para que jóvenes y señoras aprendan lectura, aritmética, gramática, moral, francés, piano, canto, labores. Destacó su protagonismo en el Periódico O Jornal das SenhorasModas, Litteratura, Bellas-Artes, Theatros e Critica (1852) que ella fundó y que reunía escritos sobre la emancipación de la mujer y en contra del racismo y la esclavitud. En Argentina, fundó el semanario Álbum de Señoritas, periódico de Literatura, Modas, Bellas Artes y Teatros (1854).

La sociedad es el hombre: él solo ha escrito las leyes de los pueblos, sus códigos: por consiguiente, ha reservado toda la supremacía para si; el círculo que traza en derredor de la “muger” es estrecho, inultrapasable, lo que en ella clasifica crimen en él lo atribuye a debilidad humana: de manera que, aislada la “muger” en medio de su propia familia, de aquella de que Dios la hizo parte integrante, segregada de todas las cuestiones vitales de la humanidad por considerarse la fracción más débil, son con todo obligadas a ser ellas las fuertes y ellos en punto a tentaciones son la fragilidad individualizada en hombre.
Fragmento Juana Paula Manso de Noronha, “Emancipación Moral de la Mujer”, Álbum de Señoritas 1854

Una de las primeras voces feministas a mitad del SXIX, supo reconocer y denunciar que las democracias habían cometido el error de negarle los derechos de plena ciudadanía a las mujeres. Denunció los mandatos familiares y religiosos que las mantenían oprimidas y expresó abiertamente su desacuerdo con la dominación de la iglesia católica. Para ella, la educación era un campo en donde debía comenzar la participación de las mujeres para luego prolongarlos a otras esferas. Estaba convencida de que la guía para la vida era el placer y que esa debía ser la base para organizar la escuela. Defendía la educación mixta y la libertad del cuerpo en la escuela. Fue cuestionada, tratada de loca, machona y abucheada a donde iba a dar conferencias, fue ese el costo de haberse animado a tanto en ese contexto histórico.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Florencia Fosatti (1888-1978) mendocina que supo renovar las estructuras pedagógicas de la educación, defendió incansablemente la escuela laica y democrática. Expresó: “El concepto de la escuela inmutable, rígida, uniforme, producto de un sistema, ente mecánico, debe ser sustituido por aquel que nos presenta como un organismo vital, plástico, cambiante y flexible”. Fue de las precursoras de la organización gremial del magisterio y en 1919 fue una de las líderes participantes de la huelga general en su provincia, lo que le costó la expulsión de la carrera docente, acusada de sublevación del magisterio y anarquía del personal. Luchó en un contexto nacional de represión a obreros y obreras en huelga y con la iglesia católica impactando con sus argumentaciones sobre la actitud militante de las maestras que “afectaban el decoro y la buena moral”. Esas maestras luchando, estaban enseñando, rompieron el molde, tejieron alianzas de clase y unieron las jornadas de lucha y movilización. Cuando volvió a la práctica docente, puso en marcha muchas ideas vinculadas con la escuela activa y fundó el Centro de Estudios de la Nueva Era.

Fue una mujer incómoda e indisciplinada para la época y las ideas de la educación, para la sociedad conservadora mendocina. Se afilió al partido comunista, y fue candidata a la presidencia de una de las divisiones del partido, en la época en la que las mujeres no contaban con derechos políticos. Luego del golpe del 30, fue perseguida y declarada cesante de las tareas en las escuelas secundarias exclusivamente por razones ideológicas, y para 1945 solicitó su reincorporación al magisterio, que le fue negada. En 1958 reanudó su pedido a través de la publicación “Alegato pedagógico. Bases pedagógico político jurídicas de una petición de justicia”, y logró que las autoridades acepten su solicitud.

Pareciera que en nuestra provincia y para ciertas personas, todo se proscribe menos el odio. Porque es tremendo para nuestra cultura, comprobar que no sólo ese odio se ensañó conmigo hace casi un cuarto de siglo, quitándome mis medios de vida e hiriendo no únicamente a mi sino a todo el magisterio, pues fui víctima de una maniobra discriminatoria con fines regresivos para la marca educacional, sino que el odio persiste implacable centrándose en mi persona.
Florencia Fosatti, 1959

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

María Esther Saleme (1919-2003) fue una reconocida docente y militante, que adoptamos como cordobesa cuando eligió nuestra provincia para residir y trabajar. Mientras vivía en su natal Tucumán y estudiaba Filosofía y Pedagogía, alfabetizaba a las obreras de una fábrica de fósforos. Fue, entre tantas otras cosas, maestra rural, docente universitaria, alfabetizadora y militante por los derechos humanos. Trabajó desde la educación popular por una mirada antirracista y anticolonial de la educación. Su origen era acomodado, pero siempre estuvo en contacto con la realidad tucumana, lo que le llevó a decir que “conocí el trasfondo de la sociedad”.

En 1988, fue decana de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba. Pero su militancia en derechos humanos hizo que fuese alejada varias veces de sus puestos universitarios. Fue una gran teórica del movimiento revolucionario de los 70, intentando llevar la mirada del pueblo y su experiencia a la lucha. Fue perseguida y secuestrada por la dictadura, y perdió a su esposo en manos de los militares. Sorprendentemente, no escribió libros, porque priorizaba el diálogo y el encuentro como formas de educación y formación. De hecho, era disruptora de la autoridad.

Estoy harta de que en la Universidad nos amparemos en la autoridad. El discurso nuestro es anti-autoritario, pero pensamos que si no decimos lo que dice fulano, sultano o mengano, popes de la literatura específica universal, no estamos seguros de estar diciendo algo que valga. Ellos para decir lo que dicen con autoridad estoy segura que se han dado muchas veces de narices, han errado muchas veces ¿Por qué no nosotros? Por eso digo, piensen, piensen, vayan errando hasta que encuentren el camino.
María Saleme

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Nuestras luchas actuales en las aulas

Traemos a la inmensa Claudia Korol, educadora feminista popular que a tantas nos llenó la profesión de posibles desde una pedagogía feminista. En su libro Hacia una pedagogía feminista, nos invita a recuperar aquello que tomamos desde el feminismo para pensar nuestras perspectivas políticas y nacer nuestras prácticas sentipensantes educativas: la crítica a la dominación capitalista y patriarcal; el sistemático cuestionamiento a la cultura androcéntrica; la reflexión que apunta a la deconstrucción de las categorías duales, binarias; la búsqueda de horizontalidad y de autonomía; la valoración del diálogo en la práctica política; la radicalidad en la denuncia de los ordenamientos que pretenden disciplinar el campo de quienes resisten la dominación, la politización de los afectos y deseos.

Pero para intentar responder algunas de las preguntas que nos propusimos, es necesario traer también a pensadoras que en nuestro presente están desafiando a la estructura arraigada del patriarcado y el colonialismo. bell hooks es una escritora feminista y militante estadounidense que nos invita a pensar una pedagogía feminista y decolonial, aportes urgentes para una escuela antirracista y no odiante de la disidencia, una educación que no reproduzca el statu quo, buscando que se desarrolle el pensamiento crítico, reflexivo y deconstructivo al aula.

En un contexto multicultural, los estudiantes deben ser invitados a conocer la diversidad epistemológica en un espacio creado por el maestro para incluir temas que traigan, por ejemplo, conciencia racial, sexo y clase, asociándolos con la disciplina ofrecida. Una educación que libera y no convierte a los estudiantes en pasivos y en un elenco, no solo requiere despertar críticas sobre la sociedad en la que vivimos, sino también la visibilidad de los no blancos, las mujeres, las personas LGBT y los marginados. Solo con “educación comprometida” podremos visualizar cómo las relaciones de poder interfieren con la educación y desarticulan la escuela como un lugar de opresión.
bell hooks, 2013

La cuarta ola feminista nos encuentra en las aulas a docentes y jóvenes construyendo relaciones sociales más igualitarias, porque nos imaginamos y vamos haciendo carne una educación emancipadora. Porque al dispositivo moderno escolar que normaliza, rigidiza los cuerpos y las relaciones, que clasifica y segrega, le aportamos nuevos sentidos alegres, coloridos y diversos, hacemos ruido y desafiamos las estructuras que lo sostienen. Tensamos los límites de lo posible y disputamos sentidos nuevos en un mundo que cada vez más se inclina por el desamor y la frustración.

Salú a todes les compañeres trabajadores de la educación libertaria, que llenan las escuelas de voces polifónicas, que se organizan colectiva y solidariamente, que son insumises y rebeldes, que son poesía. Estamos transformando las escuelas. Estamos cambiando el mundo.

 

Fuente: La Tinta

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