Misoginia, violencia académica y resistencia feminista
Damien y la profecía anti-feminista
Damien es el personaje de una película de terror, quien disfrazado entre nosotros circula como un niño (varón), hijo del poder, seductor, manipulador de la realidad y siempre con un aparente toque místico (vinculado a la batalla moral). Damien es el violento que nos hostiga, acosa y violenta a todas, el que transita por los pasillos de la academia, el que monopoliza los espacios, pero también el que juzga, sanciona y direcciona el ser y quehacer de las mujeres, diciéndonos qué hacer con nuestros cuerpos, como vestir o cómo pensar.
En definitiva, Damien es el dueño de la academia y de sus reglas pues, fue pensada para él; en el mundo patriarcal su padre se la hereda, por lo cual se enfurece y reclama cuando algunas brujas no lo quieren servir, pero sobre todo, cuando le disputan los espacios y el poder arbitrariamente obtenido y ejercido.
Adriana González Burgos[1] y Esther Pineda G.[2]
La disputa de las brujas negras, verdes y violetas
Las brujas negras, verdes y violetas vienen a disputar la academia, traen sus proyectos, sus protocolos, gritan: ¡Ya no nos callamos más!. Las brujas empiezan a denunciar a los Damien de cada territorio, de cada universidad, de cada espacio. Brujas pobres, kollas, negras, campesinas, indígenas, lesbianas. Son las hijas y nietas de las brujas expulsadas de la universidad, esas que han sido golpeadas, humilladas, asesinadas; esas que daban vueltas en las plazas enloquecidas, esas que buscan a sus hijas desaparecidas, esas que salen a las calles desafiando al covid porque el virus más letal para nosotras es el femicidio. Esas que también salen a denunciar la violencia académica en la academia, la cual es peligrosa porque no existe como figura, porque está invisibilizada, porque ha sido naturalizada
La violencia académica
La violencia académica es aquella que vivimos las mujeres en las aulas, donde se construyen y reproducen las dinámicas de la violencia en el espacio doméstico, donde todo el trabajo recae sobre nuestros cuerpos, donde persiste una ausencia total de corresponsabilidad, dónde solemos ser descalificadas por los hombres y aquellas cómplices del poder patriarcal; donde somos inferiorizadas públicamente, infantilizadas, donde somos constantemente disciplinadas, acosadas y hostigadas si no nos subordinamos al mandato patriarcal y a las exigencias del “Damien”.
La violencia académica es aquella por medio de la cual se nos priva o trunca el ascenso en nuestras carreras académicas colocando techos de cristal. Sí logramos cargos de jerarquía se cuestiona, desprestigia, obstaculiza y sabotea nuestro trabajo. La violencia académica está naturalizada, invisibilizada, al punto que está ausente en los protocolos en contra de las violencias en las universidades.
Denunciar y resistir
¿Cómo desnaturalizamos que no es justo que nos nieguen la palabra?, ¿que nos expliquen lo que decimos nosotras sobre nosotras?, ¿que nos pongan jefes que no nos permiten el ascenso académico, laboral y profesional?, ¿cómo hacemos para ingresar y ocupar espacios de poder netamente masculinizados?, ¿cómo hacemos para crecer en instituciones en las que cuando llegamos superando todos los obstáculos, no reconocen jerarquía, quieren enseñarnos a dirigir nuestras cátedras, equipos de investigación y laboratorios?
La violencia académica se manifiesta con más fuerza cuando habiendo logrado superar los obstáculos, desigualdad, discriminación y resistencias, aferrándonos con uñas y dientes a nuestros logros; nos sabotean, descalifican, cuestionan y construyen alianzas patriarcales para derrumbarnos, excluirnos y expulsarnos. Romper sus lógicas, implica en primer lugar empezar a denunciarla, incorporarla en los protocolos, reformar los estatutos universitarios, organizar las colectivas feministas para avanzar en nuestros reclamos, y restituir a cada compañera su merecido lugar en el espacio académico garantizando su reconocimiento económico, laboral, profesional y social. Que la lucha de una sea la de todas, que la academia tiemble porque no nos callamos más.
[1]Docente de la Universidad Nacional de Jujuy
2]Escritora feminista
Natalia Antipas -
Felicitaciones por el articulo.
Beatriz Mordoh -
Exactamente lo que me sucedió. Un calco. Después de 20 años…. Muchas gracias por ponerle palabras. No tuve, quien me ayude ni me defienda. Todo era la nada………..