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Mala mujer
Ilustrado por Andyn

Sinopsis

Tras ver su cuenta censurada por Instagram y su voz acallada en múltiples ocasiones, Noemí Casquet lanza su poderoso mensaje a través de este libro: El libro que hará que las mujeres vuelvan a ser dueñas de su sexualidad. “Sigue la vida establecida.” “Casa, hijos, trabajo estable”, me decían. Era buena. Sí, la niña buena. Me sentaba con las piernas cruzadas. Me callaba cuando me silbaban por la calle. Lloraba todas las noches por no sentirme a gusto con mi cuerpo. Odiaba mi menstruación y el ciclo menstrual. Adoraba los dramas repentinos en las relaciones. Llevaba sujetador cada día. ¿Sexo en grupo? Jamás…Pero de entre todas las cosas que pude escoger, elegí ser libre. El viaje que hice a mi interior me sirvió de experiencia y aprendizaje.

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Mala mujer
Mala mujer

“De entre todas las cosas que pude escoger, elegí ser libre. El viaje que hice a mi interior me sirvió de experiencia y aprendizaje. Eso, mezclado con los años de investigación en el ámbito sexual como periodista, me ha llevado a ser quien soy: una mala mujer.” Bienvenida a este aquelarre, hermana. Bienvenida seas, mala mujer.

Bebo vino de una copa llena todas las noches. Amanezco desnuda en mi cama, y sola, a veces. Desnuda siempre, eso sí. Me pinto los labios de rojo cada vez que salgo a la calle y me da igual lo corta que sea mi falda o lo largo que sea mi escote. Callo a los hombres que me piropean porque no tienen derecho a juzgar mi apariencia. Sonrío a los niños que se me quedan mirando fijamente en el metro. Bailo a solas en un piso pequeño. Pongo jazz todas las noches en el tocadiscos antes de dormir. Me despierto con energía para empezar el día y agradezco enormemente poder vivir veinticuatro horas más. A veces llevo el pelo sucio y me salen granos por el calor. Tengo una teta más grande que la otra. Quizás me masturbo demasiado. Sí, definitivamente, me masturbo demasiado, y qué. Adoro explorar mi cuerpo junto con otros cuerpos, entrelazados. Amar en plural. Adoro las palomitas caseras y la alegría que me provoca ir al cine y ver los teasers. Lloro algunas noches porque me siento sola. Conecto cada madrugada con mi naturalidad. Tomo decisiones un tanto desacertadas porque nunca quiero arrepentirme de nada, y eso conlleva consecuencias. Aunque también, mucha felicidad, claro está. Me tomo chupitos en una barra un tanto grasienta de una discoteca demasiado oscura y bailo hasta que me duelen la espalda o los pies. La resaca a los veintiséis es mucho peor que a los dieciocho. Me prometo que nunca más volveré a beber… hasta la próxima vez.

De entre todas las cosas que pude escoger, elegí ser libre. Y cada día, absolutamente cada día, agradezco estar en esta piel y quererme tal y como soy. Pero no siempre ha sido así.

Era buena. Sí, la niña buena. Me sentaba con las piernas cruzadas. Me callaba cuando por la calle me silbaban cual perro. Lloraba todas las noches por no sentirme a gusto con mi cuerpo. Odiaba mi menstruación y el ciclo menstrual. Adoraba los dramas repentinos en las relaciones, los portazos y los llantos seguidos de polvos de reconciliación. ¿Sexo en grupo? Jamás. Llevaba sujetador cada día de mi existencia porque tenía un pecho más grande que el otro y se marcaban los pezones con el frío. Qué vergüenza ir sin sostén. La gente sabría que tengo pezones. Estuve en una relación extremadamente tóxica y de maltrato psicológico durante seis años. Me pilló demasiado joven, a los catorce, justamente cuando empezaba a explorar mi sexualidad. Me negué durante demasiado tiempo mi bisexualidad. Creo que me negué todo lo que conllevara follar y dejarme llevar, en general. Me veía fea y gorda y estúpida. Quería seguir el camino establecido como la que más: casarme, tener hi jos, un trabajo estable en una oficina y una casa propia. Era celosa e impulsiva, dramática y egocéntrica. Me importaba lo que decían los demás. Tenía una ansiedad tremenda y a veces no quería salir de la cama. Las palomitas y los teasers siempre me han gustado, eso sí. Y darlo todo en una discoteca, también.

El viaje que hice a mi interior me sirvió de experiencia y aprendizaje. Eso, y los años de investigación en el ámbito sexual como periodista, me han llevado a ser quien soy: una mala mujer.

Bienvenida a este aquelarre, hermana. Bienvenida seas, mala mujer.

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