Introducción
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La definición de la Organización Mundial de la Salud considera la salud como bienestar físico, psíquico y social, y no solamente como ausencia de enfermedades, incluyendo, por tanto, un componente subjetivo que hemos de tener en cuenta al abordar este tema.
Consideramos que la salud mental está relacionada con nuestra forma de vivir, de alimentarnos y cuidarnos, con nuestra vivienda, nuestro trabajo, con la manera en que experimentamos nuestras relaciones y afectos. Con lo que sentimos hacia nosotras mismas, con nuestros proyectos y actividades, nuestro modo de disfrutar y de percibir el mundo, de afrontar los problemas y conflictos que conlleva vivir.
Sobre nuestra salud mental han existido muchos mitos e ideas erróneas. Se consideraba que, debido a nuestros ciclos hormonales, las mujeres éramos propensas a sufrir depresiones en distintos momentos de nuestras vidas, a mostrarnos irritables o tener muchos cambios de humor.
Sin embargo, a partir de los estudios, investigaciones y la experiencia que hemos adquirido, sabemos que entre las mujeres se observa una mayor prevalencia de depresiones, ansiedad, somatizaciones y trastornos del comportamiento alimentario que está condicionado por los factores psicosociales de género. Asimismo, podemos observar que ha aumentado el número de mujeres que padecemos estrés.
Actualmente, también determinadas entidades clínicas son más frecuentes en las mujeres, como la fibromialgia y la fatiga crónica, destacando como síntomas principales, el dolor y el agotamiento, pero otros muchos de sus síntomas son comunes a otras patologías y dado que se aborda desde modelos biomédicos, los diagnósticos se solapan y se habla entonces de comorbilidad (coexistencia de dos o más enfermedades en una misma persona, generalmente relacionadas).
La atención que se ofrece lleva a que se cronifiquen los problemas que hemos contemplado, ya que cuando buscamos ayuda la respuesta más habitual es el tratamiento farmacológico, sin tener muy en cuenta el contexto social en el que vivimos y las circunstancias vitales de cada mujer.
Así, conviene recordar que nuestra salud mental depende de la educación que hemos recibido, de la interiorización 3 de los valores y normas sociales, de cómo hemos vivido e integrado nuestras experiencias, de las actitudes que tenemos hacia nosotras mismas y hacia los demás, al igual que de los roles que desempeñamos y de los obstáculos y presiones que existen sobre las mujeres, más que de las características biológicas.
La lectura de esta guía puede servirnos para comprender mejor nuestras vivencias y comprobar que son similares a las de muchas otras mujeres; reflexionar sobre la importancia que tiene cuidarnos y descubrir nuestros propios recursos. También encontraremos aquí algunas claves que explican las causas del malestar de muchas mujeres, formas de afrontar los conflictos y dónde buscar apoyo y ayuda en caso de que lo necesitemos.
Vamos a analizar diferentes situaciones de nuestra vida cotidiana que tienen que ver con el exceso de trabajo y responsabilidades, las relaciones de pareja, la maternidad, las separaciones y la pérdida de seres queridos, así como de las ciberviolencias de género.
También hablaremos de cómo vamos construyendo nuestra personalidad a lo largo de la vida, y de la vivencia que tenemos de nuestro cuerpo y de la sexualidad.
Esta guía está dirigida a todas las mujeres, sea cual sea su edad. A quienes vivimos solas, con amigas o amigos, en pareja o en familia. A quienes dedicamos nuestro esfuerzo a trabajar en casa y cuidar de la familia y quienes, además, combinamos este trabajo con un empleo. A aquellas que estamos intentando vivir de una manera distinta a la que inventaron para nosotras. A aquellas que se encuentran mal y no saben por qué y a quienes se sienten satisfechas, pero quieren estar mejor… seguir leyendo.
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