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“Un año revolucionando la resistencia a los ajustes estructurales”
Joana García Grenzner escribe en  Pikara Magazine  (9 de mayo 2012) “La revolución será feminista o no será”: la primavera de 2011, mientras decíamos que no somos mercancía de políticos y banqueros, en las acampadas de todo el Estado español emergían comisiones feministas que proponían otro modelo socioeconómico con perspectiva de género, clase y etnia. En Madrid, Barcelona, Santiago, Murcia, Zaragoza, Euskalerria, Sevilla, València … los feminismos diversos e independientes se hicieron visibles con estrategias diversas (comisiones temáticas, ubicación en lugares estratégicos de las acampadas, intervenciones puntuales) y un objetivo común: visibilizar el vínculo entre capitalismo y patriarcado, explicar una vez más que la economía productiva y financiera se sostiene con la explotación invisible de millones de mujeres en todo el planeta en el trabajo doméstico, reproductivo y de cuidados, que también vive una crisis profunda por la falta de corresponsabilidad y soluciones colectivas, y de los recursos y los ecosistemas de un planeta cercano al colapso de su sostenibilidad.
Para muchas de nosotras, no bastaba con que las mujeres fuéramos visibles y cruciales en las acampadas, como efectivamente sucedió: dinamizando asambleas de miles de personas; facilitando la toma de decisiones; participando y tendiendo puentes en diferentes comisiones y sectores y sosteniendo las plazas desde las comisiones de cocina y salud, desde los hogares que posibilitaron la participación de millones de personas en la toma de las calles. Aunque, como dicen algunas compañeras de @Feminismos_Sol, el 15M “es feminista, consciente o inconscientemente, porque en su núcleo de propuestas está el poner las personas en el centro, y comparte planteamientos del feminismo radical: horizontalidad, desjerarquización, asamblearismo, decisión por consenso, restitución de la soberanía popular, exigencia de transparencia y cambios en el sistema de representación”(1), se trataba, según @SetasFeministas, de “seguir dando la matraca como lo hicieron nuestras madres y las madres de nuestras madres, pero esta vez sin regalar nuestra energía a quienes después se olviden de la equidad” (2). Y de explicitar un sujeto político no androcéntrico que supere el paradigma obrerista del S. XIX (‘los trabajadores’): mujeres, niñ@s, transexuales, madres, transgénero, lesbianas, abuelas, trabajadoras domésticas, precarias, migrantes, paradas, marikas, hombres que construyen una masculinidad liberadora y no dominante, prostitutas, personas con cuerpos diversos no prototípicos, haciendo una revuelta desde y para todas las personas.
(…)
 Retos, sostenibilidad, alternativas y futuro
Aunque nos hemos multiplicado, no siempre hemos conseguido que las propuestas feministas fueran transversales y de primer orden en el 15M: todavía hay grandes dificultades para vincular la demanda de aborto libre y gratuito a la lucha por la sanidad pública, cuando hace más de veinte años que tenemos que pagar para ejercer el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Somos el 51% del 99%, pero cuesta que el movimiento se sume a acciones contra la ofensiva misógina, por ejemplo, contra una reforma de la ley de aborto y derechos sexuales y reproductivos, que no es sólo “cosa de mujeres” .
Y si analizamos el proceso con visión de género, además de superar la división sexual del trabajo que pervive en los espacios activistas, tenemos el reto de construir un activismo sostenible para todas las personas y compatible con la vida, trascender la lucha de egos y la competencia, el ‘qué verde era mi ghetto’, y asumir que somos interdependientes. Más aún cuando se avecina un auténtico tsunami contra los derechos y las libertades que criminaliza y penaliza la resistencia a los ajustes y supondrá enormes costes económicos y humanos.
Hacer una apuesta real por sumar y confluir como hicimos en mayo de 2011 en plazas y calles. Para defender los derechos. Para intentar superar el capitalismo salvaje, para crear y consolidar alternativas en el trabajo asalariado, doméstico, reproductivo y de cuidados; la soberanía alimentaria; la vivienda; la educación y la salud; la crianza y el envejecimiento dignos; la resolución de precariedades económicas y afectivas y el apoyo mutuo. Para garantizar nuestra supervivencia y la de las generaciones futuras.
O salimos de ésta juntas, o no lo haremos. Y para ese viaje nos será muy útil seguir, entre otras huellas, la enseñanza de siglos de relación, confluencia y alianzas de las mujeres y los feminismos.
1 y 2: R-evolucionando: Feminismos en el 15M (VVAA, Barcelona, 2012, Icària Editorial).
Leer el artículo completo en el Magazine virtual mencionado.

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