El miércoles pasado se llevó a cabo en varias ciudades de la República Argentina, la Primera Marcha Nacional contra la Violencia Gineco- Obstétrica, bajo el lema “Sumate a la Marea Roja”, organizada por la Campaña “Mi parto, mi decisión”. La misma, que se realizó durante la Semana Mundial por el Parto Respetado tuvo como objetivo llevar a la calle la discusión que vienen trabajando en la campaña, cuyo lema es “Cuidar los nacimientos es también cuidar a las familias”. Junto con este reclamo, aparece en el calendario de efemérides internacionales vinculadas a la ESI el 28 de mayo, día que se conmemora la Acción por la Salud de las Mujeres, con el objetivo de reafirmar y garantizar el derecho de todas las mujeres y niñas alrededor del mundo de gozar de una salud integral a lo largo de toda su vida.
Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino
¿Por qué es importante vincular estos temas a la Educación Sexual Integral? Porque es, desde la escuela, donde se debe generar conciencia la importancia de prevenir las múltiples causas de enfermedad y muerte que afectan a las mujeres; trabajar en favor de la atención, prevención y tratamiento que estas tienen; porque todas las mujeres tienen derecho a vivir una vida digna, saludable, con igualdad de oportunidades y sin violencias, tanto en la atención ginecológica, como en el momento de la gestación, del parto y del puerperio; incluso en la implementación de la Interrupción Legal o Voluntaria del embarazo (ILE/IVE). Y, entre estos temas, visibilizar que la violencia obstétrica, es una de las modalidades que adquiere la violencia de género, también es responsabilidad de la ESI. Desde el eje de la ESI Ejercer nuestros derechos, el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (PNESI), plantea la importancia de generar acciones para fortalecer la visión de niñeces y adolescencias como sujetos de derechos, por lo tanto, hablar de Salud menstrual y parto humanizado, es empoderar porque amplia derechos con respecto a:
- recibir información científicamente validada para poder cuidar su propio cuerpo y asumir conductas responsables y solidarias en relación a los otros y las otras,
- habitar instituciones educativas en los que se respeten por igual los derechos de varones y mujeres, sin estereotipo de género que cimienten desigualdad,
- vivir sin violencia,
- poder expresar sus emociones y sentimientos,
- contar con personas adultas responsables que puedan acompañar y orientar en situaciones de maltrato o abuso.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia obstétrica afecta a la mujer y a su bebé durante el embarazo, el parto e incluso, el postparto y se manifiesta mediante prácticas, conductas, acciones y omisiones, que el personal de salud ejerce de manera directa e indirecta, constituyendo una violación de los derechos humanos fundamentales de las mujeres. En el artículo Violencia Obstétrica: defendé tus derechos, del Ministerio de Salud de la República Argentina, se describe que, “hablar de Violencia Obstétrica no sólo implica reconocer diversas situaciones de humillación, violencia y degradación que puede sufrir una mujer al momento de realizar una consulta o asistir a un parto. Supone también reclamar derechos que son contemplados tanto en la Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres (ley 26485), como así también, en la actual ley de Parto Respetado (ley 25929)”.
Esta última hace referencia, principalmente, al derecho de las personas gestantes a ser acompañadas por una persona de su elección, a recibir información sobre los procedimientos obstétricos a recibir, a poder expresarse y moverse libremente, a ser tratadas con respeto de modo individual y personalizado, a garantizar la intimidad durante todo el proceso asistencial y en consideración con sus pautas culturales; a ser entendida como persona sana, para facilitarle su participación como protagonista del proceso de parto, a conocer los beneficios de amamantar y los cuidados que necesitan en este momento de la vida; a conocer los efectos negativos del tabaco, el alcohol y las drogas, entre otros. La Ley 26485 define, en su artículo 6°, inciso “e”, a la violencia obstétrica como aquella que se ejerce sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de personas gestantes, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, además de manifestar la vulneración de los derechos sexuales y reproductivos dado que es una de las modalidades de violencia de género más naturalizada.
Si desde la ESI se habilita la palabra para hablar de ciclos menstruales y de prevención de embarazos no deseados, que también lo sea para explicar que, como plantea la Sociedad Argentina de Pediatría: “Todo nacimiento es un evento personal, único e íntimo en la vida de las personas, que involucra a la persona que nace, a la que está pariendo, a su pareja o acompañante, y a todo su entorno, su familia, su comunidad. En la mayoría de los casos es un evento esperado, lleno de expectativas, magia, amor y también dudas, ansiedades y miedos”, pero, a su vez, se convierte en el momento “más vulnerable, (que) requiere un cuidado no intrusivo, pero minucioso para pesquisar la mínima señal de necesidad de atención específica”. La educación en sexualidad también incluye a las familias y a personas con capacidad de gestar en situación de escolaridad por eso se hace indispensable llevar estos temas a los lineamientos curriculares de ESI y trabajar sobre la naturalización e invisibilización de este tipo de violencias. El lema “mi parto, mi decisión” es abrir una puerta para el abordaje integral de estas cuestiones.
(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla