Se acerca el feriado largo de junio y es el momento oportuno para reflexionar sobre las dos efemérides que dan lugar a este momento y llevar a las aulas las personalidades que contribuyeron a gestar la patria y desarrollar las bases de la Nación Argentina, sobre todo en este año electoral en que se hace tan necesario construir discursos que ayuden a sostener la democracia. Como se viene proponiendo en esta columna desde hace varios años, rescatar las voces de las figuras menos destacadas por la historia oficial en las luchas por la independencia como plantea la colección El género de la Patria, es una apuesta para conocer y reflexionar la historia desde una nueva agenda de derechos, y profundizar el nexo entre efemérides y democracia.
Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino
Por eso, en esta nota de hoy, se destacará el rol que tuvieron Martín Miguel de Güemes y su hermana Macacha Güemes, junto a otras mujeres, en la construcción de la independencia como “expresión de una resistencia colectiva, plural e igualitaria que resultó decisiva para contener desde el norte argentino el avance de los ejércitos realistas, en uno de los capítulos más importantes de la emancipación nacional”. Pensando en la relación de estas efemérides con la ESI, e intentando generar instancias de interseccionalidad, es un gran aporte lo que se puede hacer para trabajar no solo la mirada de género en la construcción de la identidad colectiva sino también como los diferentes factores sociales como la etnia y la clase social pueden mejorar las desigualdades sistémicas que la historia ha negado.
El 17 de junio es una efeméride que tiene pocos años en el calendario como fecha conmemorativa. Fue en 2016 cuando el Senado, apoyado por las nuevas corrientes de investigación histórica, aprueba la ley que inaugura el feriado que evoca el fallecimiento de Martín Miguel de Güemes, una figura cuyas acciones fueron fundamentales en el proceso revolucionario que conquistó la independencia de los territorios que habían sido colonias del imperio español. Su figura, olvidada durante muchos años por la burguesía que construyó la historia alrededor de héroes militares de alcurnia o presidentes centralistas, instala la posibilidad de pensar que el caudillismo, ese fenómeno social de América Latina que Felipe Pigna describe como quienes “desafiaron al poder central y legitimaron sus políticas con el apoyo de los sectores populares de sus provincias, defendiendo los intereses regionales y su autonomía amenazadas por la política porteña del libre comercio”, también debe ser recordado como parte de la construcción de la identidad argentina y latinoamericana.
La gesta liderada por Güemes, y conocida como la “guerra gaucha”, por estar conformada por gauchos y pobladores rurales llamados Los Infernales, fue una tarea colectiva para contener y distraer a las tropas españolas y para que pueda desarrollarse la reunión de los constituyentes en el Congreso de Tucumán y la organización del ejército de los Andes para consolidar la emancipación de los pueblos sudamericanos. Describe El género de la Patria que esta experiencia cuenta una “las experiencias socialmente más igualitarias del proceso independentista. Su liderazgo se fundó estableciendo un vínculo directo con la población, lo que mereció que fuera llamado el «padre de los pobres». Güemes se sumó a las luchas como un gaucho más y así se ganó la lealtad de las clases populares que nutrieron sus tropas. Estas estuvieron principalmente integradas por mestizos, pardos e indígenas; hombres y mujeres que en su lucha encontraron un espacio para cuestionar el sistema de castas de la época”.
En esta proeza por la independencia, aparecen los nombres de Juana Azurduy quien, tras la muerte en combate de su marido, se sumó a Los Infernales y el de María Magdalena (Macacha) Dámasa Güemes de Tejada, hermana del general Martín Miguel de Güemes, la cual, junto a su madre, María Magdalena Goyechea, fueron propulsoras de la causa patriota en el norte, interviniendo personalmente en los actos públicos y de guerra. La figura de Azurduy, quien la escritora Adela Basch definió como “una mujer muy singular. Me conmovió su capacidad de transgredir los mandatos, no como rebeldía sino para abrir un camino”, en su obra de teatro Juana, la intrépida capitana, es una propuesta ideal para trabajar con niñeces la importancia que tuvieron las mujeres en esta época de la historia argentina. Al igual que la novela Juana Azurduy. La fuerza escondida, de Paula Bombara, que ofrece una reflexión sobre el rol de la mujer para el abordaje con adolescencias. Ambos recursos pueden consultarse en el sitio web Juana Azurduy para las infancias.
La historia de Macacha Güemes también puede ser abordada para construir una historia con perspectiva de género ya que fue una mujer que supo sacar partido de su inteligencia y su posición para desempeñar tareas arriesgadas incluyendo la intervención en actos públicos, montando a caballo, recorriendo las filas y arengando a las tropas al frente de Los Infernales. Fue una mujer que se ganó el reconocimiento de las clases populares bajo el apodo de la “madre del pobrerío” demostrando el sustancial aporte que tuvo junto a otras mujeres en la lucha por la liberación americana. En el portal de Educ.ar “La gauchería de la Patria” hay variedad de recursos para trabajar la historia de Machaca en todos los niveles de la escolaridad.
Pero este feriado, invita también a pensar en las otras mujeres que formaron parte de la Revolución, aquellas que acompañaron a Manuel Belgrano en la confección de la bandera nacional. En “Enhebrar la Patria” se pueden encontrar variadas actividades para reflexionar acerca de la importante participación de Manuel Belgrano para llevar adelante los esfuerzos colectivos que hicieron posible este momento histórico, junto con el de sus soldados y el de “las mujeres, partícipes invisibilizadas de la época que, entre otras tantas actividades, cosieron la bandera que hoy nos identifica como nación”. Entre ellas se puede citar a María Catalina Echevarría, quien fue la responsable de confeccionar la bandera nacional con la ayuda de dos mujeres cuyos nombres se desconocen.
Desde esta perspectiva, “Macacha” Güemes, en su lugar de “gaucha” revolucionaria, Juana Azurduy, como capitana revolucionaria y María Catalina Echavarría, como costurera del paño que oficiaría de bandera en las guerras independentistas, pueden ayudar a cuestionar el rol pasivo tradicionalmente asignado a las mujeres confinadas al interior del hogar y pensarlas como mujeres conscientes y articuladoras de las discusiones que forjaron grande nuestra Patria.
(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla