Estoy escribiendo esta columna durante la mañana del feriado del 20 de noviembre, mientras pienso en el concepto de soberanía y el resultado de las elecciones presidenciales de la jornada del domingo 19. ¿Qué importancia tiene la soberanía? ¿Por qué es necesario defenderla? ¿De qué? ¿De quién/es? Preguntas que intentarán responderse en esta nota del día de hoy.
Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino
En el portal Educ.ar el historiador Pablo Pineau afirma que “la soberanía es un proyecto, algo a construir, no es algo que heredamos y que esté cerrado”, a lo cual agrega que es un término derivado de la política y un “concepto histórico, cultural y multidimensional”. Es una palabra que nace en el siglo XVIII que va a construir la idea que cada grupo tiene derecho de decidir su propio destino. Y que, durante el siglo XX, se va a reconstruir asociado a la conservación de aquellos que forman parte de una sociedad, para sostener los gobiernos dictatoriales, frente a discursos de odio que vienen a horadar la soberanía nacional. Si la soberanía es entendida como un concepto de proyecto político y con las decisiones políticas, los hechos ocurridos en la jornada del pasado domingo 19 hay que entenderlos y pensarlos como una construcción. ¿Qué tomamos? ¿Qué no tomamos? ¿Por qué sí o por qué no? Y esa es la función docente hoy. Si la soberanía se construye en la capacidad de decidir, entonces… ¿Qué tipo de soberanía se construyó en esta victoria de Javier Milei como presidente de la Argentina? ¿Qué mensaje podemos interpretar a través de esta elección?
Históricamente, la Soberanía, se sostuvo en la idea de la defensa militar de la Patria, “cargada de paranoia contra los otros países que venían a robarnos” explica Pineau, y sosteniendo los argumentos bélicos asociados a objetos negativos como mástiles, banderas, próceres, el soldado, la colimba y la obediencia, entre otros. Esa impronta de pensar la soberanía como un proyecto territorial o militar se modificó durante los últimos años de construcción democrática y viró hacia esa mirada de pensar la soberanía en función del futuro, como algo que debemos construir y pensar en las aulas y en sus estudiantes como personas soberanas. En el mismo sitio, el historiador e investigador Fabio Wasserman reconstruye el concepto de soberanía en función de que puede significar cosas distintas según el momento en que se viva cada acontecimiento. En el siglo XX, se pudo pensar la soberanía como lo popular no solo en la defensa del territorio sino también en relación al poder, autonomía política, al dominio de los recursos, a la soberanía económica, a la inserción en una soberanía continental y latinoamericana. Es en este contexto que nuestro país impulsó una defensa de soberanía que proponía un cambio hacia el consenso social de los derechos humanos contra la dictadura militar bajo el lema incuestionable de Memoria, Verdad y Justicia.
Por eso, y en relación al hecho histórico propuesto para el feriado del 20 de noviembre como el Día de la Soberanía, en conmemoración a la Batalla de la Vuelta de Obligado, Wasserman agrega que la soberanía no puede reducirse a un acontecimiento sino a la soberanía popular, la capacidad que tiene un pueblo de constituirse y de defender sus derechos que incluyen tanto a un territorio como a la capacidad de autodeterminación u otros hechos tanto económicos como políticos o culturales. Este Día de la Soberanía que amaneció triste y gris para quienes apostábamos a seguir construyendo un país con derechos para sus habitantes, hoy se une para entender que este domingo 19, la mayoría de los y las argentinas eligieron un gobierno que propone volver a una idea de soberanía territorial basada en lo militar, pero que, a su vez, mira la noción de Estado como el principal enemigo político del pueblo y hasta propone entregar la moneda nacional a la banca extranjera al incentivar la idea de eliminar el Banco Central y dolarizar la economía.
Tratando de llevar la explicación a una lógica que permita entender la realidad, y concluyendo que fue la defensa de la economía personal la que impulsó este giro a la derecha, este concepto histórico, cultural y multidimensional deviene hoy en pensar que la idea de soberanía como territorial, que tuvo su viraje hacia el concepto de la autonomía política en el siglo XX se constituye una defensa de “soberanía” individual con la mirada puesta hacia el “libre” mercado, donde los consensos que supimos conseguir, también son cuestionados. Sin duda, quienes quedamos en la otra mitad, seguiremos apostando a ese concepto de soberanía popular que sigue pensando en la protección de los derechos humanos y en el grito de “Nunca Más” a los avances de quienes quieren vender nuestra patria.
(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla
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