La serie Bebé Reno continúa dando de qué hablar. En este artículo, dos autores pampeanos repasan esta atrapante historia basada en hechos reales.
Por Paulina Fiscella * y Tomás Villarreal D’Atri **
En esta ocasión, venimos a recomendar una serie que la mayoría de ustedes seguro ya vio o sintió nombrar en sus entornos. Nos referimos a Bebé Reno, la serie estrella de estas últimas semanas de la plataforma de la N roja. Si no nos equivocamos, no se tiene memoria de otra serie que haya permanecido tantas semanas en el puesto 1 de lo más visto en la plataforma, descontando excepciones como los grandes éxitos al estilo de Stranger Things, Merlina o Bridgerton, que, de igual manera, son series con numerosas temporadas o basadas en personajes populares. En este caso, tenemos una serie de 7 episodios que presenta una historia verídica y brutal, con un título y portada poco atrayentes, pero que no dejó de ser trending topic desde el 11 de abril, su fecha de estreno.
¿De qué va Bebé Reno? La sinopsis oficial resume: “Cuando un comediante en apuros le muestra un poco de amabilidad a una mujer vulnerable, se desata una obsesión enfermiza que amenaza con destruir las vidas de ambos”. Dicho así, parece una trama bastante simple ligada al acoso y, sobre todo, al llamado ciberacoso, pero lo que resulta conmovedor y atrae la atención es que toda esta historia que nos cuentan la vivió en carne propia el mismo creador y protagonista de la serie, el comediante, escritor y actor escocés Richard Gadd.
Bebé Reno está basada en un monólogo teatral del propio Gadd, presentado bajo el mismo título en el Festival Fringe de Edimburgo de 2019, cuya escenografía se limitaba a él y a un taburete que representaba a Martha, su acosadora. En este monólogo, el comediante contaba su experiencia en torno a la relación abusiva que entabló con esta mujer, quedando vulnerable ante el público, en una suerte de confesión de su pasado, sus traumas y su sexualidad. Dicho monólogo fue un verdadero acto de valentía y de catarsis para poder sincerarse consigo mismo y ante el resto. Gadd remarcó en recientes entrevistas que tanto su obra teatral como el show televisivo son completamente honestos con su experiencia personal y, de hecho, llegó a un estado de obsesión por buscar la mayor fidelidad posible. En un reportaje con Variety, ante la pregunta de cómo fue revivir esas experiencias durante la filmación, Gadd responde: “Fue duro, no lo puedo negar. Quiero decir, ¿quién en su sano juicio quiere volver a visitar lo peor que le ha pasado? ¿El peor período de su vida? Por supuesto, te afecta y te deja una pequeña huella. Pero, al mismo tiempo, a veces siento que volver a visitar el dolor y volver a experimentar las cosas puede conducir a una mejor comprensión de ellas”.
Una de las mayores riquezas y aciertos de Bebé Reno es que no nos presenta la historia paradigmática de la víctima y el victimario, sino que muestra un panorama con grises y aristas, propio de la condición humana. Donny sufrió un abuso sexual por parte de una persona vinculada al mundo del espectáculo, quien lo engañó con la falsa promesa del éxito, influenciándolo en el consumo de sustancias para doblegarlo. Este cruel episodio, sumado a la dificultad del protagonista para asumir su orientación sexual, conduce a que la relación con Martha sea un vaivén de emociones, donde por momentos parece disfrutar de tener una persona que se fije en él y se preocupe, lo que le impide dimensionar la gravedad del acoso sistemático que estaba padeciendo.
Siguiendo con la trama, la historia de Donny y Martha es atrapante y desgarradora: dos personas vulnerables se encuentran en un bar por obra del destino. Él, por ser amable y educado, mantiene la conversación y el trato con Martha, ofreciéndole bebidas sin cargo que ella no tomaba porque lo único que buscaba era su compañía. Desde un comienzo, sabemos que él no quiere una relación sentimental con ella, sin embargo, vemos un vínculo que se sostiene en el tiempo, no solo por la incapacidad de Donny de poner un límite a su acosadora, sino porque los unió el dolor, la miseria y la soledad que enfrentaban en sus vidas.
Bebé Reno, entonces, asombra por su complejidad emocional y la calidad de las actuaciones, pero además, es una serie que evidencia el poder reparador que tiene el acto de tomar la palabra para liberar las emociones y la carga de los traumas, sumado a la comprensión que aporta revisitar y analizar las vivencias. Richard Gadd nos ofrece una obra de arte, que es su propia vida. Solo queda verla. (La Arena)
* Escritora, correctora y periodista.
** Profesor de Historia, UNLPam
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