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Cuando la Educación Sexual irrumpe en la Escuela. Experiencias y desafíos: Ponencia de Yésica Redondo Buri en las III Jornadas Nacionales de Infancias y Adolescencias: Padeceres de la época, subjetividades implicadas y perspectivas de Abordaje realizadas recientemente en La Pampa.

Cuando la Educación Sexual irrumpe en la Escuela. Experiencias y desafíos

Por: profesora Yésica Redondo Buri

Cuando la Educación Sexual irrumpe en la Escuela. Experiencias y desafíos
Cuando la Educación Sexual irrumpe en la Escuela. Experiencias y desafíos

La educación, comprendida como derecho inalienable tiene como principal objetivo la construcción del sujeto social vinculado a la comunidad en la que se inserta, pero también capaz de actuar en ella. Es por ello que la educación no puede ser entendida por fuera de su dimensión política como práctica tendiente a la reproducción o transformación social.

Con la creciente visibilidad que fue adquiriendo a lo largo del tiempo el movimiento de mujeres y diversidad sexual, poniendo en tensión las perspectivas educativas tradicionales y críticas, comprendimos que la educación, además de ser política es sexual. El papel que cumple el género en la construcción de las desigualdades sociales no debería ser menospreciado.

El currículum explícito u oculto impartido en la escuela, como herramienta de un aparato ideológico que reproduce hegemonía y disciplinamiento es, junto a los medios de comunicación, las normas, la familia y demás instituciones sociales, un escenario en el que se despliega la disputa por la construcción de significados y significantes. Prácticas y conductas en torno a la corporalidad se encuentran basados en prejuicios, creencias, roles y estereotipos acerca de lo femenino y lo masculino como naturalidad del ser y de cómo debe externalizarse cada uno, dichas conductas están estrechamente ligadas a prácticas sexo-afectivas heteronormativas y hegemónicas.

En esta trama actitudinal y discursiva, que naturaliza lo que es un constructo socio-cultural, es necesario de-construir el discurso hegemónico por medio de la habilitación de espacios en los que se permita su interpelación y la circulación de la palabra haciendo visible lo oculto, lo anómico, desentramando en la praxis el dispositivo de poder, estimulado muchas veces por la educación formal, que construye las subjetividades sexuadas.

A partir de la sanción de la ley nacional 26.150 de Educación Sexual Integral, los educadores y educandos contamos con un marco normativo que nos respalda y habilita el abordaje de contenidos de educación sexual en el aula estableciendo que todos los alumnos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. Y que entiende por educación sexual integral a aquella que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos (art 1). A su vez el dictamen modificatorio del senado y la cámara de diputados del año 2018 , sustituye al artículo anterior con una interpretación de mayor amplitud, incorporando el respeto a la diversidad sexual y de género, el basamento en conocimientos científicos y laicos e declarando a la misma de carácter público.

En su composición y siguiendo lo establecido en dicha ley, la educación sexual integral presenta cinco ejes fundamentales que, como tales, deben desarrollase en las instituciones educativas: perspectiva de género1, respeto a la diversidad, valoración de la afectividad, el cuidado del cuerpo y la salud y el ejercicio de derechos.

Esto se relaciona con todo un entramado normativo internacional al que nuestro país suscribe y que confiere a la ESI una interpretación desde la óptica de los Derechos Humanos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, La convención sobre los Derechos del Niño, la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer (CEDAW), La Convención Interamericana para sancionar, prevenir y erradicar la violencia contra la mujer (Ley 24.632) entre otras.

Pero a su vez, a nivel nacional, se interrelaciona con la Ley de Educación Nacional 26.206 y la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes que insta a los docentes a “brindar conocimientos y promover valores que fortalezcan la formación integral de una sexualidad responsable”. El papel del adulto se especifica también en la Ley 25.673 de Salud sexual y Reproductiva que establece que “las personas adultas tienen la responsabilidad de acompañar a las y los adolescentes para que tomen sus propias decisiones, ofreciéndoles la información necesaria para su comprensión, ayudándoles a ver o a formular alternativas posibles de acción considerando su propio contexto”2.

Se desprende de ello, que la escuela debe generar instancias tendientes a promover la toma de decisiones autónomas sobre el propio cuerpo sobre la base de información científica, para lo cual también debe posibilitar el acceso de los estudiantes a las herramientas cognitivas prácticas y legales que garantizan sus derechos. Es por eso que al proponer estrategias educativas que aborden las problemáticas vinculadas a la sexualidad, es preciso abordar la sexualidad como “una de las dimensiones constitutivas de la persona, relevante para su despliegue y bienestar durante toda la vida, que abarca tanto aspectos biológicos, como psicológicos, sociales, afectivos y éticos” 3 y alejarse del enfoque biomédico4, el cual suele abordar las cuestiones de la sexualidad poniendo el eje en las amenazas de las enfermedades o “los efectos” no deseados, quedando afuera no solamente todo contenido vinculado con los sentimientos o las relaciones humanas, sino también toda referencia a los efectos “deseados” o “deseables” de una sexualidad plena y sana.

La escuela puede y debe articular y trabajar para desentramar situaciones de vulneración de derechos y orientar en la búsqueda y el acceso hacia medidas de protección. En este camino, la palabra y la participación por parte de niños y adolescentes en tanto procesos de praxis reflexiva se vuelven herramienta fundamentales que abren canales democráticos para garantizar derechos. Todas las voces tienen algo que decir, a veces sólo hay que saber escuchar y generar los canales institucionales adecuados.

Para generar espacios amigables que abran canales genuinos de participación las experiencias desarrolladas en instituciones educativas bajo el formato taller y a través del juego, cuando se piensa como refuerzo o complemento del trabajo aúlico cotidiano, muestra resultados interesantes. Para ello se debe poner en el centro al alumno, apartándonos del adulto-centrismo y partiendo de las propias inquietudes y necesidades de nuestros estudiantes.

A modo de propuesta y en base a experiencias en el aula, con dicho formato de trabajo, se deben marcar las etapas de inicio, desarrollo y desenlace como instancias del taller.Por ejemplo, utilizando como disparador alguna noticia, situación áulica concreta o película se realiza un primer acercamiento a temáticas tales como roles y estereotipos de género, mitos sobre el amor romántico, violencia en el noviazgo, trata y prostitución, diversidad sexual. En un segundo momento se recogen impresiones, pareceres, opiniones al respecto como forma de rastreo de ideas presentes en el “sentido común” aquellas ideas a las que deberá apuntar la tarea de deconstrucción. A partir de allí se deberán plantear las actividades a desarrollar, siempre en formato dinámico de juego y dejando lugar, en el desarrollo del mismo para la duda y el debate respetuoso entre pares mediado por docentes. Esto se puede lograr, por ejemplo, por medio de dinámicas de juego como el de las cuatro esquinas o juegos de rol o interviniendo por medio de preguntas y repreguntas a medida que los alumnos realizan sus producciones escritas o gráficas. Finalmente, por medio de la socialización de lo trabajado en las aulas o colectivamente en un intercambio inter-cursos se recaba la información acerca de cómo fue procesado el contenido abordado y la dinámica de trabajo por los estudiantes pidiendo también a los alumnos que evalúen ellos mismos dicha experiencia, haciendo sugerencias o críticas que deberán ser tomadas en cuenta por el equipo docente, tanto para la realización de nuevos talleres como para el trabajo áulico.

En el contexto actual de fuerte acción de grupos conservadores que reaccionan corporativamente, ahora bajo el slogan “con mis hijos no te metas”, frente al avance del movimiento feminista y la ampliación de derechos, los educadores debemos reforzar nuestro compromiso en pos de los derechos de niños, niñas y adolescentes. Siendo conscientes de que, ante aquellos que se posicionan en favor del retroceso en materia de derechos y de un status quo, que sostiene y reproduce desigualdades y violencias cotidianas, nuestra tarea es batallar en la arena de los significados y la cultura, visibilizar el rol subsidiario de la mujer y las voces disidentes en la estructura social capitalista y patriarcal, recobrando el sentido mismo de la educación como acción netamente política en pos del cambio social. Volver al barro, dar la palabra a los acallados, nombrar y denunciar lo que por siglos estuvo oculto. No es cierto que “el amor duele” porque si hay destrato, falta de respeto, humillación y golpes hay violencia, no amor, “el amor no es omnipotente” porque no se perdonan los golpes, “no hay una sola forma de ser hombre/mujer” porque somos diversos, “la homosexualidad no es una enfermedad” pero sostener eso es discriminación, “los violadores no son loquitos aislados” porque el abuso sexual ocurre mayormente en el ámbito familiar. La sexualidad debe dejar de ser un tabú, para que nuestros niños y adolescentes puedan disfrutar de una vida sexual plena, libre de violencia y prejuicios, pero también, para que el día de mañana, podamos tener una sociedad más equitativa e igualitaria.

Bibliografía:

  • Gonzalez, P , Yanes, A (2013), Violencia contra las mujeres. Quien calla otorga. Buenas prácticas en la intervención socio-sanitaria desde una perspectiva de género y derechos. Mendoza. Edición digital.Mirta Marina (2010); Educación sexual integral para la educación secundaria: contenidos y propuestas para el aula. Buenos Aires. Ministerio de Educación de la Nación

  • Morgade, G (2011); Toda educación es sexual: Hacia una educación sexuada justa. Buanos Aires. Crijía

  • Secretaria de innovación y calidad educativa del Ministerio de Educación.El embarazo no intencional en la adolescencia. Contenidos y propuestas para el aula. En http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL006067.pdf

  • Ley Nacional 26.150

  • Ley Nacional 25.673

  • Ley Nacional 26.061

 

1La integración de esta perspectiva tendría como efecto el rechazo al determinismo biológico a partir del cual se ha justificado históricamente la situación de subordinación y esclavitud de determinados grupos sociales” Gonzalez, P , Yanes, A (2013), Violencia contra las mujeres. Quien calla otorga. Buenas prácticas en la intervención socio-sanitaria desde una perspectiva de género y derechos. Mendoza. Edición digital.

2 En el cuadernillo “El embarazo no intencional en la adolescencia. Contenidos y propuestas para el aula.” De la Secretaria de innovación y calidad educativa del Ministerio de Educación. Pág 6.

3Educación sexual integral para la educación secundaria : contenidos y propuestas para el

aula / coordinado por Mirta Marina. – 1a ed. – Buenos Aires : Ministerio de Educación de la Nación, 2010. Pág 5.

4 Como señala Morgade (2011; 15): “la escuela entonces, en su versión más propositiva y desde su perspectiva más complaciente intenta prevenir a los y las jóvenes de las enfermedades. Y los embarazos como enfermedad, como castigo o como reparación de necesidades insatisfechas son el objeto privilegiado de la prevención”.

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