
A una semana del comienzo de las clases, y mientras docentes de todos los niveles van conociendo a sus estudiantes y planificando actividades para llevar a las aulas, es momento de pensar cómo hacer para que la Educación Sexual Integral (ESI) no falte a clase en este ciclo lectivo 2023. Por eso, en este artículo, se profundizará su importancia y que lineamientos curriculares pueden desarrollarse en cada momento escolar.
Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino
Si bien es cierto que cada escuela es diferente y que en la Argentina conviven contextos socioeconómicos y culturales diversos, no puede faltar la ESI en ninguna institución educativa porque es un derecho que involucra a los estudiantes, al cuerpo docente, a las autoridades y, también, a las familias. Por eso el Estado, debe generar las acciones necesarias para que esta ley se cumpla.
¿Por qué la ESI es un derecho? Porque su implementación nace de la ley N° 26150 del año 2006, que crea el Programa de Educación Sexual Integral, como parte de los fines y objetivos de la política educativa establecidos por la Ley N.º 26.206 de Educación Nacional. Porque, además, se basa en el reconocimiento de niñeces y adolescencias como sujetos de derecho, según garantiza la ley 26061 de Protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Por lo tanto, la ESI es un derecho porque potencia otros derechos y amplia la formación ciudadana en materia de derechos sexuales y (no) reproductivos que posibilitan vivir sin discriminación ni violencias.

Al estar fundamentada desde la perspectiva de género y de derechos humanos, la mirada integral de la ESI amplía la lógica del enfoque biomédico en el abordaje de la sexualidad, que está centrado en la prevención y en una mirada relacionada con el riesgo de la sexualidad; tampoco se sostiene a partir de una perspectiva moralizante, que juzga la sexualidad desde una lógica de lo que es bueno o malo; ni se limita a la cuestión heteronormativa basada en los roles de género como única manera de identificación sexogenérica. La mirada integral de la ESI reconoce los aspectos jurídicos, sociales, psicológicos, éticos y culturales como parte de la educación en sexualidad y le asigna un entramado complejo y multidimensional. Por eso, entre sus objetivos a alcanzar, se incluyen aquellos que promueven hábitos saludables, aprendizajes de competencias, conocimiento del propio cuerpo y de las emociones, promoción por la igualdad de género; además de reconocer la diversidad cultural que existe en distintos ámbitos y regiones del país.
Es por esto que, en 2018, el Consejo Federal de Educación (CFE) por Resolución del N° 340/18 y con el objeto de dar efectivo cumplimiento a la Ley N°26.150 de Educación Sexual Integral y garantizar el desarrollo de los lineamientos curriculares, establece a las jurisdicciones nacionales que se comprometan a implementar la obligatoriedad de la ESI en todos los niveles y modalidades educativas, los cinco ejes conceptuales:
- Cuidar el cuerpo y la salud.
- Valorar la afectividad.
- Garantizar la equidad de género.
- Respetar la diversidad.
- Ejercer nuestros derechos.
¿Cómo garantizamos entonces que la ESI no falte a clases? A partir de desarrollar conceptos y contenidos de manera transversal y sistemática en todas las asignaturas y desde todos los espacios curriculares. En los Lineamientos curriculares para la Educación Sexual Integral se proponen contenidos para cada nivel, agrupados en distintas áreas que pueden ser llevados a las aulas. Asumir la educación sexual desde una perspectiva integral demanda un trabajo conjunto desde todas las personas que conforman la comunidad educativa. Es necesario promover aprendizajes desde el punto de vista cognitivo, en el plano afectivo y emocional que se traduzcan en prácticas concretas vinculadas al vivir en sociedad. No debe omitirse incluir a las familias como agentes activos de participación, no impidiendo el total desarrollo de una educación sexual integral que promueva actitudes para la toma de decisiones.

Según la Convención Universal de los Derechos Humanos, todas las personas e instituciones que se interrelacionan con niñeces y adolescencias se configuran como garantes de derechos: es decir, son responsables de generar condiciones para el respeto y el ejercicio de esos derechos, siendo el Estado la entidad que tiene la obligación de generar condiciones de ejercicio de derechos, defenderlos, promoverlos, protegerlos y asegurar mecanismos para que se puedan exigir esos derechos. En el marco que imponen los derechos humanos y los de NNyA, la educación cumple un doble rol, ya que es un derecho, pero también un medio, para el pleno desarrollo de la personalidad humana. Desde allí, la escuela se configura como un espacio para vivir los derechos y, en este marco de acción, cada Estado será el garante principal y responsable de proveer servicios educativos dentro de lo que marca la legislación vigente.

(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla