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Laura Ercej y Bárbara Bignone, dos especialistas en gerontología, repasan distintas teorías y perspectivas que desarman mitos y prejuicios en torno de las vejeces y de las personas mayores.

Definido como el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a las personas mayores exclusivamente en función de su edad, el viejismo es un concepto desarrollado inicialmente por el psiquiatra Robert Butler en la década de 1970, y su estudio fue introducido en la Argentina por el psicoanalista Leopoldo Salvarezza.

Este proceso de devaluación puede tomar la forma de una discriminación interpersonal (micro) o de una institucional (macro). Respecto de la discriminación institucional, se encuentran ejemplos en la discriminación laboral, en la estereotipada en los medios de comunicación y en la segregación intergeneracional. Para hacerle frente, podemos echar mano de la perspectiva positiva. Dicha perspectiva no implica de ningún modo negar los déficits o deterioros sino identificar recursos y potencialidades.

Desde la perspectiva positiva se sostiene que todas las personas mayores poseen recursos, capacidades y fortalezas, y que es de vital importancia identificarlas y promoverlas.

Tradicionalmente, se consideró que la vejez estaba asociaba de manera casi exclusiva con pérdidas y déficits. Sin embargo, múltiples investigaciones han mostrado que en esta etapa vital también se presentan ganancias.

Acerca del viejismo
Acerca del viejismo

Por ejemplo, los niveles de regulación emocional, bienestar, satisfacción vital y felicidad, presentan valores más elevados en la vejez que en la mediana edad. Estos y otros hallazgos sobre aspectos positivos en la vejez han dado lugar al desarrollo de prácticas positivas, entendiéndose como tales las destinadas a promover el bienestar, en lugar de disminuir la patología o el sufrimiento.

Las personas mayores constituyen la población más heterogénea que existe.

Este tipo de intervenciones positivas ha tenido un gran desarrollo en las últimas décadas y ha sido ampliamente evaluado, demostrándose sus resultados muy favorables y su eficacia en el logro de los objetivos propuestos. Si bien las prácticas positivas orientadas a las personas mayores son muy variadas, por su alcance podemos mencionar cursos, talleres y programas con fines recreativos, formativos, psicoeducativos y de desarrollo personal y comunitario.

La Convención Interamericana de Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores define al “envejecimiento” como un proceso gradual que se desarrolla durante el curso de vida y que conlleva cambios biológicos, fisiológicos, psico-sociales y funcionales de variadas consecuencias, las cuales se asocian con interacciones dinámicas y permanentes entre el sujeto y su medio.

El envejecimiento se caracteriza por ser:

  • Universal: propio de todos los seres vivos.
  • Irreversible: a diferencia de las enfermedades, no puede detenerse ni revertirse.
  • Heterogéneo e individual: cada especie tiene una velocidad característica de envejecimiento, pero la velocidad de declinación funcional varía enormemente de sujeto a sujeto y de órgano a órgano dentro de la misma persona.

La psicóloga Elisa Dulcey-Ruiz señala que, satisfactoriamente, la gerontología comenzó a pensar en las “vejeces” para, así, evitar la tendencia a uniformar lo que es enormemente diverso, y en la práctica imposible de homogeneizar. Las personas mayores, o quienes viven la vejez, constituyen la población más disímil o heterogénea que existe: a medida que vivimos más años también más nos diferenciamos unas personas de otras.

Es preciso tener en cuenta diferencias de género, etnia, región de residencia, nivel educativo, ocupación, condiciones, costumbres y estilos de vida, percepciones y actitudes hacia la vida y sus circunstancias, formas habituales de interacción humana y de convivencia social y la posibilidad de contar o no con redes de apoyo social. Es, por todo ello y mucho más, que particularmente en la vejez nos parecemos más a nosotros mismos en épocas anteriores de nuestra vida que a otras personas de nuestra misma edad, aunque sean parte del mismo entorno familiar y social.

Fuente: Buenos Aires gob.

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